La Habana, 18/10/2019 (El Pueblo en Línea) - Alicia Alonso ha muerto. Tenía 98 años, pero parecía inmortal, y que este momento no había de llegar nunca. La que es sin lugar a dudas una de las figuras fundamentales en la historia reciente de la danza se encontraba ingresada por complicaciones de salud en el Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas (CIMEQ) de La Habana, donde murió en torno al mediodía, como informaron fuentes del Ballet Nacional de Cuba, según ABC.
Pocas personas podían llevar con mayor justicia prendido el término de leyenda de la danza. Su esfuerzo y su carisma –unidos a su indiscutible talento– hicieron que el ballet fuera la principal seña de identidad cultural de su país, Cuba; que se convirtiera allí en la más popular de las artes –los estrenos del Ballet Nacional de Cuba (BNC) se convertían en peregrinaciones, con gente que caminaba durante dos horas desde sus casas para acudir a ellos–, y que la isla caribeña tuviera presencia internacional gracias a su compañía de ballet.
Resumir en unas pocas líneas la fecunda biografía de Alicia Alonso es tarea inútil. Son innumerables los títulos clásicos que ha bailado o coreografiado, las compañías con las que ha actuado como invitada, los premios que acumulaba o los bailarines a los que ha dado la oportunidad de brillar. El ballet cobró en Cuba un interés inusitado gracias a ella, y en torno al Ballet Nacional de Cuba surgieron historiadores y estudiosos de este arte. También hubo sombras en su biografía. Se hablaba de su carácter intransigente y de carreras truncadas por su afán de protagonismo. Pero nadie puede negarle su innegable entrega.
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