El debate entablado hoy en Estrasburgo en la sesión de invierno de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (APCE) dejó claro que la nueva batalla ahora en curso en Europa gira en torno al tema del número y el origen de los refugiados en un contexto que en general se está volviendo más hostil hacia los migrantes.
En la APCE, que examinó dos informes, uno sobre la migración a través del mar Mediterráneo y el otro sobre el crimen organizado y los migrantes, surgieron nuevas desavenencias en relación con la naturaleza de la afluencia de migrantes a la que Europa se enfrenta.
Sobre la base de los informes, los miembros de la asamblea adoptaron dos resoluciones: una pide cooperación internacional para combatir de manera eficaz el tráfico de personas y la otra pide la creación de centros de clasificación fuera de Europa con el fin de "procesar las peticiones de asilo y de salvar vidas".
La batalla ideológica aún provoca intercambios de palabras de enojo en el hemiciclo del Consejo de Europa, al igual que en el Parlamento Europeo, entre los defensores de la solidaridad y de la obligación moral de recibir a los migrantes y los cada vez más numerosos que piden el cierre de las fronteras y denuncian "las ilusiones suicidas del multiculturalismo", la "negativa de la realidad" o incluso "la incompatibilidad del islam con los valores europeos".
Pero más allá de la cuestión de los valores, ahora el tema que ocupa el escenario de la retórica europea tiene que ver con la legitimidad de los solicitantes de asilo y el gran número de ellos.
Frases como "hacer una diferencia entre quienes realmente tienen necesidad y los otros", "no nos dejemos influir por las imágenes de mujeres y niños llorando", "dejemos de ser hipócritas" y otras más resonaron hoy en Estrasburgo como leitmotiv y hacen eco de la declaración del viernes de la semana del primer ministro francés Manuel Valls.
Valls dijo a la BBC que Europa no puede aceptar a todos los refugiados procedentes de Siria o Irak, "pues nuestras sociedades se desestabilizarán por completo".
Natasha Bertaud, vocera de la Comisión Europea, afirmó, sobre la base de las estadísticas, que la agencia fronteriza europea, Frontex, no ha informado públicamente todavía que en diciembre, el número de personas que llegaron a Europa y no cumplieron con las condiciones necesarias para tener derecho al asilo resultó significativamente mayor que en todo el resto de 2015.
Estos "migrantes económicos" representan "cerca del 60 por ciento" del número total de personas que llegaron en diciembre. De acuerdo con Bertaud, "la simpatía de los ciudadanos hacia los solicitantes de asilo se debilitará si la gente que no tiene derecho a la protección internacional es autorizada a permanecer en Europa".
Las estadísticas suministradas por Frontex han sido objeto de controversia desde el otoño pasado. De hecho, la agencia fue forzada a admitir que muchos de los refugiados y migrantes fueron contados dos veces. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) confirmó por su parte que cerca de 37.000 migrantes y refugiados han llegado en el 2016 a Italia y Grecia, cerca de 10 veces el total de 2015 para la misma fecha.
Para Grecia y el oeste de los Balcanes, esto representa más de 20 veces el total registrado en el mismo periodo del año pasado.
"Las organizaciones internacionales deben trabajar juntas y adoptar los mismos criterios", dijo un investigador del Centro de Política Europea en Bruselas, Yves Pascouau, quien confirmó que él ya no usa datos proporcionados por Frontex, la OIM o incluso Eurostat.
"Nos bombardean con cifras poco confiables, lo que conduce a la creación de la peligrosa impresión de que el fenómeno migratorio en Europa se ha vuelto ingobernable. Esto es totalmente falso", dijo.
Estas cifras ocultan otras estadísticas que los líderes europeos hacen bien en retener para no reforzar aún más el sentimiento de que el sistema de la Unión Europea (UE) para manejar la crisis de refugiados no funciona.
En Francia, 43 refugiados provenientes de Siria, Irak y Eritrea llegaron el lunes al departamento de Loire-Atlantique, en el oeste de Francia, desde un albergue en Grecia. Después de los 19 eritreos recibidos en noviembre pasado, este grupo eleva a 62 el número de refugiados reubicados en Francia. Sin embargo, París se comprometió a recibir a 30.000 refugiados en el lapso de dos años de un objetivo europeo total de 160.000 personas.
Grecia, que se ha llevado la peor parte de lo que ahora se conoce como la "carga" de la crisis de refugiados, ha sido amenazada con la suspensión de la zona de Shcengen por parte de los partidos europeos de derecha que acusan al país de no haber establecido centros de clasificación de refugiados.
Sobre el acuerdo logrado entre la UE y Turquía (en donde hay al menos 2,2 millones de refugiados), país que prometió reducir la afluencia de refugiados a cambio de ayuda por 3.000 millones de euros (3.590 millones de dólares), los efectos no se han visto. A pesar del invierno, los barcos siguen llegando a diario a las islas griegas.