Las venideras dos sesiones políticas anuales de China, a celebrarse en un momento en que la segunda mayor economía global está en el centro de la atención internacional, se prevé que tenga un "efecto derrame" en el mundo, con el cual China tiene ahora lazos más estrechos.
La cuarta sesión de la XII Asamblea Popular Nacional (APN), máximo órgano legislativo del país, y la cuarta sesión del XII Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPCh), máximo órgano asesor político, se iniciarán el 5 y el 3 de marzo, respectivamente.
Las sesiones anuales, durante las cuales se presentará un informe sobre la labor del gobierno, están normalmente consideradas como señalizadores de la economía china.
Este año, ambas sesiones atraen una gran atención porque 2016 marca el comienzo del XIII Plan Quinquenal (2016-2020) y ve al país asiático en una intersección donde profundiza sus reformas.
En estos dos importantes encuentros, temas como la meta del crecimiento de China, el presupuesto fiscal, la política monetaria y la del tipo de cambio, así como las estrategias de reforma se espera sean puntos centrales con implicaciones de gran alcance.
Se especula que la economía china permanecerá estancada y que China debería ser culpada por la volatilidad del mercado financiero global.
Sin embargo, quienes miran a la economía china desde un punto de vista pesimista no pueden reconocer el hecho de que, pese a una tasa de crecimiento inferior a la de otros años con un 6,9 por ciento, el Producto Interno Bruto (PIB) aún creció en 648.500 millones de dólares en 2015, casi igualando el total del PIB de Arabia Saudí.
Además, aunque el crecimiento anual del PIB de China está por debajo del 8 por ciento desde 2012 y llegó al 6,9 por ciento el año pasado, tras haberse manteniendo alrededor del 10 por ciento durante los pasados 30 años, todavía figura en el primer lugar entre las principales economías y la contribución de China al crecimiento económico global es de hasta el 25 por ciento.
De hecho, la desaceleración del crecimiento de China está causada por su transformación de un modelo liderado por las inversiones a uno más equilibrado y sostenible.
En 2015, el consumo contribuyó al 66,4 por ciento del PIB de China, un aumento del 15,4 por ciento respecto al año anterior, alcanzando el nivel más alto desde 2001.
Mientras tanto, el sector servicios contribuyó al 50,5 por ciento a la economía, 10 puntos porcentuales más que el sector manufacturero. Se trata de la primera vez que el sector servicios supera el 50 por ciento.
China continúa siendo el motor de la economía global y su transformación económica está beneficiando al mundo. Por ejemplo, el gran poder de compra de los consumidores chinos ha revitalizado muchas economías.
Por otro lado, la búsqueda de China de la cooperación de beneficio mutuo y el desarrollo común a través de la iniciativa de "la Franja y la Ruta", el establecimiento del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII), entre otras acciones, también han beneficiado al mundo.
Se espera que China y el mundo puedan beneficiarse aún más de sus lazos cada vez más estrechos, cooperando dentro de marcos multilaterales -incluido el G20- para inyectar mayor dinamismo a la recuperación económica global.