Los datos que indican un incremento de los préstamos han aventado las especulaciones de que el gobierno podría aplicar un masivo programa de estímulo, una medida que supondría un riesgo para el mercado financiero global.
Sin embargo, estos miedos son infundados.
Es normal que un país adopte una política adaptable para apuntalar una economía en ralentización, y China continuará de esta manera hasta que la economía recupere su fuerza completamente.
China no acudirá a grandes medidas de estímulo; los elaboradores de políticas son más que conscientes de las consecuencias de un programa tan corto de vista. Además, el país todavía está lidiando con los efectos secundarios del paquete de estímulo anterior, como el exceso de capacidad.
De acuerdo con los datos oficiales, los nuevos préstamos en yuanes de China se elevaron hasta la cifra récord de 4,61 billones de yuanes (en torno a 712.000 millones de dólares) en el primer trimestre, un ascenso interanual de 930.100 millones de yuanes.
La situación es reminiscente del aumento del crédito durante la crisis financiera global que comenzó en 2009, cuando las autoridades recurrieron a esta medida para impulsar la economía.
Sin embargo, en vez de canalizar el crédito a proyectos de inversión con un impacto a corto plazo en el PIB, tal y como fue el caso entonces, la gran parte de los actuales nuevos préstamos han acabado financiando programas a largo plazo, apoyando a los pequeños negocios y facilitando el consumo, como por ejemplo en vivienda.
Este rápido incremento en préstamos es temporal.
Al comienzo del año se aplicó una serie de medidas destinadas a estabilizar el crecimento y a la puesta en marcha de numerosos proyectos de infraestructura. La recuperación de los precios internacionales de las materias primas también llevó a que muchas compañías empezaran a reabastecer sus inventarios.
Estos factores temporales y estacionales significan que el auge del crédito en el primer trimestre probablemente no durará mucho.
Asimismo, el estímulo no es necesario, ya que la economía china muestra cada vez más señales de estabilización, lo que significa que no existe riesgo de grandes turbulencias o de crisis para la economía global.
Aun más importante es que la concesión masiva de crédito para reimpulsar el crecimiento económico a corto plazo va en contra de los principios de política del país, sobre todo por el peso puesto en la reforma estructural por el lado de la oferta destinada a cultivar nuevos motores de crecimiento bajo la "nueva normalidad".
Para los elaboradores de políticas, que han puesto el desapalancamiento como una de las grandes prioridades de la agenda a fin de mantener a raya los riesgos financieros a largo plazo, un auge continuo del crédito está fuera de toda consideración.
Aparte de para apoyar el crecimiento, la política monetaria se diseñará con el objetivo de prevenir los riesgos financieros e impedir que el ratio de apalancamiento de las empresas suba demasiado rápido. El efecto en los precios al consumidor se debe tener en cuenta.
En resumen, recurrir al crédito masivo para impulsar la economía es como satisfacer la sed con veneno. Aquellos que temen un estímulo a gran escala pueden estar tranquilos.