LA HABANA, 5 may (Xinhua) -- China es el segundo socio comercial de Cuba en la actualidad y su participación en múltiples esferas de la economía local confirma que es considerada por las autoridades de la nación caribeña un "socio estratégico".
Con un intercambio bilateral que supera los 1.600 millones de dólares anuales e inversiones en distintas áreas (estimadas en 460 millones), el país asiático lidera muchos de los proyectos que emprenden la isla en su proceso de actualización económica y social.
Precisamente uno de los principales motores generadores de divisas para la Mayor de las Antillas, es el turismo, sector que el pasado año inyectó 2.800 millones de dólares a la economía local.
Con la llegada de 3,5 millones de visitantes foráneos en 2015, Cuba se posicionó como uno de los destinos turísticos más atractivos del Caribe y América Latina, fundamentalmente para los mercados canadienses y europeos.
No obstante, la meta es ampliar cada vez las potencialidades del sector y atraer el interés de viajeros de otras nacionalidades que deseen disfrutar de las bondades de la isla.
En este sentido el ministro de Turismo de Cuba, Manuel Marrero, en declaraciones exclusivas a Xinhua, significó la participación de compañías asiáticas en el desarrollo de proyectos inversionistas de marcada trascendencia para el logro de estos objetivos.
"Vamos a iniciar próximamente grandes inversiones con empresarios chinos, como es la construcción en la Marina Hemingway (oeste de La Habana) de un hotel cinco estrellas de lujo y campos de golf con desarrollo inmobiliario en otras localidades (zona de Bellomonte al este de la capital) por las compañías Sun-time y Beijing Enterprises, respectivamente", detalló el titular de la cartera.
El pasado año quedaron constituidas dos empresas mixtas, Cuba-Shanghai, donde participan la Corporación Cubanacán S.A. de la isla y la compañía Sun-time International de China y Bellomonte S.A., entre el Grupo Empresarial Pal-mares y Beijing Enterprises Group.
Marrero además señaló que otro factor determinante es el inicio de operaciones de la aerolínea Air China el 27 de diciembre del año pasado que permitirá un incremento sostenido de visitantes asiáticos a la isla.
Según cifras oficiales, Beijing figuró entre los mercados emisores de mayor crecimiento en 2014, con el arribo al archipiélago antillano de 28.239 viajeros, aunque las proyecciones futuras apuntan a un número mucho más elevado.
"Todavía nos falta consolidar la comercialización, no están viniendo bien ocupados los vuelos, estamos trazando estrategias para hacer más promoción pero no tengo la menor duda que el turismo chino va a crecer", sentenció el ministro cubano.
Certeza que compartió también con Xinhua el gerente general de Air China en La Habana, Zhang Xin, quien reconoció que faltan por solventar otras cuestiones como es el caso de la extensión de visas a los viajeros chinos interesados en conocer la isla.
Asimismo hay que potenciar el trabajo de publicidad y marketing del producto Cuba en el mercado asiático para hacer sostenible y beneficioso en el tiempo la presencia de Beijing en el sector turístico caribeño.
"Cuba es un misterio que muchos chinos quieren descubrir y por eso pensamos que cada año va a aumentar el arribo de visitantes. La idea es aprovechar la belleza de las playas cubanas, sus paisajes, su cultura e historia y pienso que todo esto es muy atractivo para los turistas chinos", afirmó Zhang.
En marzo de 2003, Cuba fue el primer país latinoamericano declarado como destino turístico de Beijing.
Mientras Air China, con la puesta en marcha de esta iniciativa, se convirtió en la primera compañía asiática que brinda sus servicios a los seis continentes del mundo.
Con una frecuencia de tres veces por semana y capacidad de más de 300 pasajeros, los vuelos de Air China a La Habana son los primeros directos en Latinoamérica y de acuerdo con expertos se convertirán en "catalizador" del turismo entre la región y la nación asiática.
Anteriormente, los vuelos pasaban por España, Alemania, Francia y México; hoy día, sólo está prevista una escala técnica en Montreal (Canadá) y se redujo el tiempo de viaje a 19 horas y media.