BEIJING, 30 ago (Xinhua) -- Con la economía internacional hundiéndose en las arenas movedizas de la "nueva mediocridad", la cumbre del Grupo de los 20 (G20) de esta semana podría inspirar a un diálogo sobre la manera de burlar lo peor de la situación actual.
En la era posterior a la crisis financiera, caracterizada por bajos intereses, una baja inversión y bajo crecimiento, la economía mundial necesita más que una inyección de adrenalina, necesita una cura para su males crónicos.
En este aspecto, China puede ser una fuente de inspiración.
Hangzhou, la ciudad sede de la cumbre, sede del gigante del comercio electrónico Alibaba y un centro tecnológico en ascenso, es un ejemplo de lo que China ha logrado en su actual reforma estructural.
Aunque el año pasado China registró su más lento crecimiento anual en un cuarto de siglo, los encargados de la elaboración de políticas han evitado hasta ahora tomar medidas de estímulo radicales.
En cambio, han recurrido a reformas del lado de la oferta para optimizar la estructura económica, han recortado costos y el exceso de capacidad y han impulsado la eficiencia y la innovación.
Estos esfuerzos son dolorosos y requieren tiempo, pero algunos resultados positivos están empezando a tomar forma.
Ahora la economía está más equilibrada y es impulsada más por el consumo que por la inversión. El consumo aportó el 73,4 por ciento del crecimiento del producto interno bruto (PIB) chino en la primera mitad de 2016, un alza de 13,2 por ciento en comparación con el mismo periodo del año pasado.
La tecnología y la innovación también están floreciendo y están lanzando a algunas firmas chinas a la fama mundial.
A principios de este mes, el servicio chino de movilidad sobre demanda, Didi Chuxing, fue descrito por la revista Fortune como una de las 50 compañías que cambiaron el mundo este año.
China es actualmente el segundo lugar de destino más grande del mundo para el capital de riesgo después de Estados Unidos. Con el apoyo de procedimientos actualizados, cada día se registran en China un promedio de 14.000 nuevos negocios.
Las aletargadas firmas de propiedad estatal están experimentando una modernización y una reestructuración, las empresas de carbón y acero están recortando su capacidad y el gobierno está concediendo más poder al mercado.
Es probable que estos cambios no hagan arrancar a la economía, pero asegurarán un crecimiento de largo plazo. Además, China puede compartir su experiencia en el manejo de transiciones para alentar y ayudar a otros países.
Es imposible exagerar la importancia de las reformas estructurales mientras la economía mundial corre el riesgo de caer en la trampa del bajo crecimiento, un ciclo en el que las expectativas disminuidas en cuanto al crecimiento se convierten en realidad.
Las tasas de interés en cero o incluso negativas típicas de muchas economías desarrolladas pueden haber desempeñado un papel de apoyo poco después de la crisis financiera global, pero su uso se está acercando a su fin.
La raíz del problema es profunda: muchas economías están batallando con poblaciones que envejecen, con un lento crecimiento de la productividad, una distribución desigual de la riqueza, el proteccionismo comercial y una deslucida innovación, lo cual sólo puede ser resuelto por medio de una profunda reforma y una actualización de las actuales modalidades de desarrollo.
En este contexto, una dependencia excesiva de la flexibilización monetaria hace más daño que bien. En cambio, las principales economías tienen que tomar medidas sustanciales para volver más flexible el mercado laboral, reducir las barreras al comercio y la inversión y apoyar la innovación, áreas en las que se han registrado pocos avances.
La historia de China demuestra que las reformas estructurales pueden ser difíciles, pero son provechosas. De hecho, no hay opciones mejores si los encargados de la elaboración de políticas desean evitar un mayor deterioro de la economía mundial.
Habrá mucho en juego cuando los líderes tracen el rumbo futuro de la economía mundial en la próxima cumbre de Hangzhou. Impulsar las reformas estructurales, una acción poderosa, será la respuesta más responsable al llamado de la época.