BEIJING, 23 sep (Xinhua) -- Wang Meng es el pseudónimo de un multimillonario de la metrópolis de Chongqing, en el suroeste de China, que no duerme bien desde hace ocho años.
A sus 50 años, Wang es un empresario de éxito molesto por las múltiples pequeñeces del día a día con las que tiene que lidiar.
"Quiero dejar el trabajo, pero no encuentro a nadie capaz de hacerse cargo", se queja.
Su chófer cree, sin embargo, que Wang es demasiado puntilloso. Cuando aparece una mancha en el coche o los baños huelen mal, a Wang le entra la ansiedad. Los médicos le diagnosticaron depresión.
Incapaz de librarse de esa ansiedad persistente, Wang acude al psiquiatra desde hace ocho años.
"La depresión es una de las principales causa de suicidio", señala Qu Wei, director del departamento de psicología clínica del Hospital del Suroeste de Chongqing.
"En torno al 15 por ciento de nuestros pacientes afectados por depresión grave han tenido comportamientos suicidas", relata el experto.
Se calcula que en China hay millones de personas que sufren depresión, un número que no para de crecer.
La Organización Mundial de la Salud calcula que en el mundo hay 350 millones de personas aquejadas de este trastorno, y que en 2020 la depresión será la segunda enfermedad más común.
La depresión es un trastorno de incidencia frecuente entre cuyos síntomas están la tristeza, la pérdida de interés en actividades placenteras, el sentimiento de culpa, la baja autoestima, los problemas de sueño y apetito, la sensación de cansancio y la dificultad para concentrarse, según Wang Gang, subdirector del Hospital Anding de Beijing, uno de los punteros en el tratamiento de enfermedades mentales.
La depresión es considerada desde el punto de vista médico como provocada por factores genéticos, bioquímicos, ambientales y de personalidad, explica Wang.
En un país como China, en el que la competencia por superar el rendimiento del resto puede llegar a ser intensa, especialmente en el campo de la educación, la depresión entre los adolescentes está al alza, según Zhu Zhuohong, profesor de psicología de la Academia de Ciencias de China.
"Mis padres siempre me dicen que mis compañeros de clase son mis competidores. Así que los trato de enemigos y siento malestar cada vez que los veo", dice Xiao Min, de 13 años y deprimido.
Aunque la depresión puede llegar a ser mortal en algunos casos, son pocos los pacientes que acuden al hospital en busca de ayuda porque ir al psiquiatra se considera tabú, y muchos de los enfermos y sus padres sienten vergüenza.
Solo el 30 por ciento de los enfermos de depresión de China están diagnosticados, y solo el 10 por ciento decide solicitar atención médica, según un estudio oficial.
Según los planes para el periodo 2016-2020 hechos públicos en agosto por el Consejo de Estado, el gobierno está tomando medidas para mejorar las revisiones para detectar enfermedades mentales que puedan producir discapacidad, como la esquizofrenia, la depresión o el autismo.
Qu, que abrió una clínica de psicología hace más de 20 años, afirma que durante los noventa solo recibía dos o tres pacientes a diario, pero que el pasado domingo por la mañana fueron 72, acompañados de sus padres.
Gracias al desarrollo de los antidepresivos en los ochenta, la depresión puede aliviarse hasta cierto punto. Pero así y todo, la tasa de curación para la depresión clínica no pasa de en torno al 30 por ciento, lo que lleva a muchos enfermos a abandonar el tratamiento, indica Qu.
Cuanto más comprensión y cuidado puedan dar los padres a los aquejados de depresión, mejores efectos terapéuticos recibirán, aduce.
Al mismo tiempo, la psiquiatra también pide más atención pública y apoyo financiero al tratamiento de la depresión, así como a la formación de personal especializado.