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Volviendo a sus orígenes, crónica de un siglo en una familia chino-peruana (2)

Actualizado a las 21/11/2016 - 15:47
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LENGUAJE ANCESTRAL

María estudió periosdismo en la PUCP, bajo las enseñanzas de su maestro Fernán Alayza. Durante las prácticas, entrevistó al sinólogo Guillermo Dañino. Estos dos describieron a María una China que estaba experimentando grandes reformas y cambios.

En aquel momento, el sinólogo aficionado a la cultura china escribió una columna en una revista local: "Como nativo de Perú, quiero decir a los cientos de miles de chinos en ultramar que estoy orgulloso de la cultura china. Deben conocerla, promoverla y difundirla. De esta manera harán mayores contribuciones a Perú y al mundo".

En 2007, la PUCP y la Universidad de Pekín iniciaron un programa de intercambio de estudiantes. María decidió dedicar un año entero a conocer mejor este país místico oriental, y así llegó a Beijing.

María fue la primera persona de su familia en pisar tierra china desde la partida de su bisabuelo de China hacia Perú 100 años antes.

Seis meses después, el pequeño Juan Francisco Chía y su mujer decidieron volar a Beijing para ver a su hija. Los padres de María no dejaron de comentar en todo el viaje lo lejos que está China. Hicieron escala en Nueva York, y tardaron otras 13 horas en atravesar el océano Pacífico.

Visitaron Beijing y Xi' an y se interesaron particularmente por la historia, la cultura y la arquitectura de China. Hasta el día de hoy los dos todavía guardan memorias inolvidables de los soldados de terracota y la plaza de Tiananmen.

El pequeño Juan Francisco Chía dijo que "los peruanos también cuentan con la cultura inca y las ruinas. Pero en comparación, la cultura tradicional china es más impactante". Sin embargo, lo que más le sorprendió fue el rápido desarrollo de la China moderna.

Durante su estancia en el país oriental, el pequeño Juan Francisco Chía observaba y reflexionaba sobre cómo se combinan el Partido Comunista de China y la economía de mercado.

Algo de lo que la pareja estaba segura, era de que su hija disfrutaba mucho de la vida en China. El programa de intercambio de María consistía en impartir clases de inglés en el Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Pekín.

Pronto se dio cuenta de que no hablar chino le causaba muchas dificultades, y también necesitaba un cierto nivel de chino para conseguir los créditos universitarios, por lo que acabó aprendiendo chino.

Tal vez gracias a los genes chinos que corrían por sus venas, María logró el certificado del nivel seis del HSK, el examen oficial de chino para personas no nativas, en poco más de un año.

Con sus estudios del idioma, el intercambio de María se prolongó un semestre más. Después de su formación en la Universidad de Pekín, María se enfrentó a una elección: ¿volver a Perú, o quedarse en China?

Temió que si regresaba a Perú olvidaría el chino aprendido con tanto esfuerzo. Pero lo más importante para tomar una decisión fueron sus sentimientos. Cuanto más tiempo pasaba en China, más china se sentía.

Pensaba que los chinos eran muy amables con los extranjeros, y que la vida aquí era muy segura, conveniente y cómoda. Por todo esto, decidió quedarse en China y siguió formándose.

La suerte llamó a la puerta de María. Consiguió una beca completa para estudiar un MBA de la Universidad de Tsinghua, una de las mejores universidades del continente asiático. Durante sus estudios, se aprovechó de su formación de periodismo para emplearse como reportera a tiempo parcial para la agencia de noticias española EFE en Beijing.

Entró en el Gran Palacio del Pueblo a finales de 2012 para cubrir la XVIII Asamblea Nacional del Partido Comunista de China. Todavía siente orgullo por aquello.

Durante sus estancias en la Universidad de Pekín y la Universidad Tsinghua, las dos mejores universidades de China, María se dio cuenta de que los cursos de relaciones y comercio internacionales no hablaban mucho de América Latina y Africa. Creyó que la comunidad académica china no prestaba mucha atención a América Latina.

Al mismo tiempo, sabía que los peruanos tampoco conocen mucho de China, y la imagen que tienen se había quedado estancada en las décadas de 1970 y 1980.

Recordaba que cuando estudiaba en la PUCP no había podido encontrar muchos libros sobre China, ni sobre la cultura china en la biblioteca. Por lo tanto, se dedicó a la investigación de las relaciones comerciales entre China y Perú, escribiendo la tesis "Desafíos y dificultades en la cooperación sur-sur entre China y Perú", íntegramente en chino.

VUELTA A LOS ORIGENES

El chiquito Juan Francisco Chía, hermano mayor de María, y Juan Carlos Chía, su hermano menor, también viajaron a China y aprendieron a hablar chino.

En 2011, el chiquito Juan Francisco Chía se graduó en Estados Unidos, pero no pudo encontrar trabajo allí debido a la influencia de la crisis financiera internacional. Sufriendo además algunos problemas emocionales, vino a China a invitación de su hermana María a pasar unos tres meses.

Sin embargo, pasados los tres meses se dio cuenta de que le gustaba mucho China. Al igual que su hermana, también obtuvo una beca para estudiar un MBA en Tsinghua. Después de graduarse en 2014, el chiquito Juan Francisco Chía ingresó en el departamento de inversiones de la aerolínea china Hainan Airlines.

Con los años, hizo de Beijing su hogar, y ahora tiene un niño de 3 años, miembro de la quinta generación de la familia Chía.

El chiquito Juan Francisco Chía suele tomar el licor nacional de Perú, el pisco, una bebida alcohólica destilada de las uvas. Pero le resulta difícil comprarlo en China, y tenía muchas ganas de compartir este licor con sus amigos chinos.

En 2015, se hizo cargo junto con su hermana de un bar ubicado al lado del tercer anillo en el este en Beijing. En junio del mismo año, se inauguró este bar denominado "Gran Pacha". Pacha se refiere a Pachacútec, el rey más famoso del Imperio Inca. A María, le parece que Pachacútec es para Perú como el emperador Qinshihuang para China.

Los hermanos contrataron a un chef peruano de Lima y quieren tener su propio capítulo en la comunidad gastronómica de Beijing, para introducir la cultura peruana al pueblo chino mediante las especialidades culinarias del país latinoamericano.

Ellos también invitaron a su hermano Juan Carlos Chía a venir a China. Tras graduarse de la universidad, este trabajaba como ingeniero eléctrico en Perú. En 2013 vino una vez a China durante dos meses cuando tenía 28 años.

Al regresar a Perú, se dio cuenta de que no le gustaba el trabajo. Así que al recibir la invitación de sus hermanos, decidió venir a China, donde también participa en la gestión del bar, y consiguió también una beca para estudiar un MBA en Tsinghua.

Los tres planean abrir otro restaurante de comida peruana. Además quieren establecer un proyecto de incubadora para las empresas peruanas, porque la cooperación comercial sino-peruana aún tiene mucho potencial, la fabricación china tiene un mercado amplio en Perú, y muchos productos peruanos de alta calidad aún no han sido introducidos a China.

Con la reubicación de los tres chicos, la vida de la pareja del pequeño Juan Francisco Chía también gira alrededor de China. Ahora hablan con sus hijos gracias a la aplicación móvil de Wechat, que les permite hacer llamadas de vídeo y de voz, y suelen viajar a China para pasar periodos de varios meses.

A Maria Esther Canchis, madre de los tres jóvenes "Chía", le gusta mucho China. Cuando llegó la primera vez, no sabía hablar chino, pero logró comunicarse con sus vecinos por gestos. Ahora la madre ya conoce muchas palabras en chino, y puede pedir por ejemplo sus helados favoritos o pinchos de cordero y mantener conversaciones básicas con acento pekinés.

En 2016, el pequeño Juan Francisco Chía se jubiló. Este mismo mes de noviembre, los tres chicos llamaron a sus padres, diciendo que el presidente chino iba a visitar Perú.

El 19 de noviembre, la 24ª Reunión de Líderes Económicos del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) se inauguró en Lima. Los tres hermanos eligieron esta fecha para la apertura de su restaurante peruano.

El pequeño Juan Francisco Chía y su mujer se sienten muy satisfechos y orgullosos porque sus hijos viven felices en China, y allí podrán seguir desarrollándose.

La pareja ha decidido invertir todos sus ahorros en los negocios de sus hijos, y esperan que la hija y el hijo menor puedan encontrar también parejas, casarse y tener hijos, añadiendo así sangre china a la familia, una vez más, comenzando un nuevo ciclo.

En el puerto de Callao, hay un monumento que conmemora la llegada de la inmigración china, por encima del cual están grabadas inscripciones que elogian los esfuerzos y las contribuciones de la inmigración china para el desarrollo y la prosperidad de Perú.

Si Aurelio Chía levantara la cabeza, estaría satisfecho al ver a sus descendientes de vuelta en China un siglo después. 


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