LANZHOU, 14 feb (Xinhua) -- Ser el dueño de un par de puertas de hierro era uno de los sueños de Hui Yuzhu. Hoy lo ha cumplido, pero las puertas yacen en una bodega, cubiertas de polvo. Nunca las ha usado.
"Antes era tan pobre que no podía instalarlas", recuerda Hui, un campesino de 65 años de la aldea de Zhongdagou del distrito autónomo tibetano de Tianzhu, en la provincia noroccidental china de Gansu. "Ahora mi casa es demasiado buena para ellas", agrega.
Hace muchos años, en las áreas rurales de China, como el pueblo de Hui, las puertas de hierro eran un símbolo de estatus y prosperidad.
Hui se casó en 1982 y gastó todos sus ahorros para construir una casa de barro de tres habitaciones sobre una ladera. Luego, pidió prestados 300 yuanes (43,6 dólares) para comprar un par de puertas de hierro.
Más que el hecho de fijarlas a una pared, para la gente de la zona la instalación de las puertas era todo un ritual, por lo que Hui planeaba celebrar una ceremonia en la que las abriría "oficialmente" y a la que invitaría a muchos de sus paisanos, para atenderlos ataviado con una cinta de seda roja sobre los hombros. Lamentablemente, tuvo que aplazar sus planes.
"No tenía suficiente dinero para hacer la ceremonia, así que decidí esperar, y mientras tanto dejé las puertas en un almacén", señaló Hui.
En los años siguientes, se dedicó a labrar la tierra. Derivaba su sustento cosechando trigo, maíz y guisantes en su pequeña parcela. La falta de lluvias hacía las cosas más difíciles. Con un ingreso anual de sólo 2.000 yuanes (290 dólares), apenas lograba sostener a su familia.
Pero él no era el único que pasaba dificultades. Su precaria ubicación geográfica, escondido en la profundidad de las montañas, hacía de Tianzhu un distrito muy pobre.
Para enfrentar esta situación, en 2001 China puso en marcha varios programas de reubicación, moviendo comunidades enteras a lugares con mejores condiciones. En Tianzhu, el proyecto fue lanzado en 2011.
"Lo que yo imaginé era que el gobierno nos ayudaría a construir mejores casas, y así yo por fin podría instalar mis puertas", dice Hui, quien se convirtió en el primer habitante de Tianzhu en abandonar la colina.
En 2014, con un aporte de más de 100.000 yuanes (14.550 dólares) por parte del gobierno local, y otros 100.000 entre ahorros y préstamos, Hui finalmente pudo edificar una casa de dos plantas.
"La casa está acorde con la moda. Las puertas de hierro no le irían bien, parecen anticuadas", apunta entre risas. Así las cosas, no tuvo otra opción que volver a dejarlas guardadas.
El nuevo predio de Hui está cerca de la carretera, el hospital y la escuela, con lo que su vida ahora es mucho más descomplicada.
"Antes mi hija tenía que caminar dos kilómetros por un camino montañoso para llegar a la escuela", cuenta. Hoy, la escuela está al lado.
De acuerdo con el director de la oficina de reubicación del distrito, Liu Ziyun, un total de 40.258 personas de 9.583 hogares han sido trasladadas a nuevas viviendas. Para finales de 2015, China había invertido 36.300 millones de yuanes en proyectos de este tipo a nivel nacional, beneficiando a por lo menos 6,8 millones de personas.
En 2013, Tianzhu contaba con 56.300 habitantes bajo la línea de pobreza, para finales del año pasado, el número había caído a 13.700.
Ahora Hui tiene nuevos y más grandes proyectos. El gobierno local le ha proporcionado 10.000 yuanes (1.455) adicionales para criar ganado. Su hijo y su nuera viven y trabajan en Xinjiang, una región autónoma de la etnia uygur en el noroeste del país, pero planean regresar para ayudarle en el naciente negocio.
"Este año comenzaremos a criar ganado, así que ya no tendrán que irse", subraya.
El anciano calcula que el nuevo trabajo podrá aportarle más de 10.000 yuanes al año, es decir más de cinco veces lo que ganaba cuando labraba en la colina.
¿Y las puertas? La familia se reunió para discutir el asunto. "Gasté una fortuna en ellas y no las voy a tirar", asegura Hui. "Cuando suban las temperaturas vamos a construir una bodega más grande, y allí sí las instalaremos", anuncia con orgullo.