BEIJING, 21 feb (Xinhua) -- Hace 45 años, el presidente estadounidense, Richard Nixon, tocó el suelo de Beijing para dar comienzo a una visita histórica a China y arrancar lo que él mismo calificó como una "semana que cambió el mundo".
Después de 45 años, la interacción China-Estados Unidos ha atravesado momentos buenos y malos, hasta convertirse en una de las relaciones bilaterales más importantes en el mundo. Y lo que es más importante, esta colaboración ha demostrado ser capaz de navegar a través de aguas turbulentas y seguir avanzando.
La decisiva visita de Nixon, iniciada el 21 de febrero de 1972, fue uno de los primeros pasos en la incipiente reconciliación entre China y Estados Unidos tras más de dos décadas de alejamiento en su historia. Después de la visita, que sirvió para romper el hielo, Beijing y Washington establecieron oficialmente sus relaciones diplomáticas en 1979.
Desde entonces las dos partes se han convertido en cada vez más interdependientes, con una cooperación más profunda en campos como la economía, el comercio y la inversión, la seguridad, los intercambios entre pueblos y las luchas globales contra las amenazas comunes.
Actualmente, China es el mayor socio comercial de EEUU y el tercer mercado de exportación más grande para los artículos estadounidenses, después de Canadá y México, según un informe del Consejo Empresarial EEUU-China
Las inversiones directas de China en Estados Unidos alcanzaron un récord de 45.000 millones de dólares en 2016, el triple que en 2015.
El comercio y la inversión bilaterales han creado unos 2,6 millones empleos en Estados Unidos.
Mientras tanto, los dos países tienen oportunidades sin precedentes para trabajar conjuntamente sobre desafíos de la seguridad global no convencionales, como el terrorismo, el cambio climático y la seguridad de internet.
Los intereses comunes y los beneficios mutuos han sido desde hace mucho tiempo la base para el desarrollo estable y saludable de las relaciones bilaterales.
En una conversación telefónica este mes, el presidente estadounidense, Donald Trump, dijo a su homólogo chino, Xi Jinping, que su país está dispuesto a trabajar con China para llevar los lazos bilaterales a nuevas alturas históricas.
La llamada, primera de su tipo entre los dos líderes desde la investidura de Trump, ayudó aliviar las tensiones que el nuevo líder estadounidense había provocado al aceptar una llamada de la líder de Taiwan, Tsai Ingwen, y afirmar que la política de una sola China es abierta a negociación.
En la "extremadamente cordial" conversación con Xi, Trump volvió a la vía correcta y destacó que Washington cumplirá la política de una sola China, el fundamento de los lazos bilaterales desde la misma firma del Comunicado de Shanghai en 1972, fruto clave de la visita de Nixon.
Antes de partir de Washington para su viaje a China aquel año, Nixon dijo en el aeropuerto a la prensa que EEUU y China "tenían grandes diferencias" y "las tendrán en el futuro".
Cuarenta cinco años después, siguen existiendo diferencias pero, con su cooperación a niveles sin precedentes y sus lazos con una madurez más alta que nunca, Estados Unidos y China tienen ahora más experiencia y están mejor equipados para manejar sus divergencias.
Es más, ante el cambio climático, el terrorismo y una serie de desafíos que amenazan a toda la humanidad, cada vez más países miran hacia Estados Unidos y a China, las dos primeras economías del mundo y dos pesos pesados en asuntos internacionales, en busca de soluciones.
Así pues, los dos necesitan dirigir con cuidado sus relaciones durante el periodo de adaptación tras el inicio de la Administración de Trump y volver lo antes posible a un modelo de desarrollo fluido.
Tanto ambos países como todo el mundo esperan que se basen en el impulso que han acumulado en la interacción bilateral durante los últimos 45 años y que eleven los lazos China-EEUU a sus niveles más altos.