CHANGSHA, 6 mar (Xinhua) -- La ola de indignación popular provocada por la publicación en las redes sociales chinas de la ingesta de pangolines en un banquete oficial ha sido considerada por los ecologistas chinos como un rayo de esperanza para salvar a esta especie en peligro de extinción.
"Espero que el escándalo suponga un punto de inflexión en el trabajo que se está haciendo para localizar y rescatar a los ejemplares que quedan de esta especie en peligro crítico de extinción", dijo Zhou Canying, directora de la asociación de protección de la vida salvaje de Changsha, capital de la provincia central china de Hunan.
Zhou y su equipo de protección de pangolines han rastreado las montañas de Hunan durante más de un año sin conseguir encontrar un solo ejemplar.
El escándalo del banquete se desató a principios de febrero, al hacerse viral una imagen publicada en un popular microblog en el que, supuestamente, aparecían funcionarios de la región autónoma Zhuang de Guangxi (sur) invitando a inversores de Hong Kong a comer pangolín.
Las autoridades pusieron en marcha una investigación en medio de la enorme indignación ciudadana.
"La gente no suele prestar tanta atención a los pangolines. Espero que esta crisis lleve a nuevos avances en su protección", dijo Zhou, con motivo del Día Mundial del Pangolín que se celebró este año el 18 de febrero.
El pangolín, una especie que ha ido evolucionando a lo largo de 80 millones de años, fue una vez abundante en las zonas tropicales y subtropicales de Asia, incluida la provincia de Hunan.
En el condado de Pingjiang, mucha gente contó a Zhou que, hasta la década de 1990, se podían ver pangolines alimentándose de termitas en los pinos.
Sin embargo, las cosas cambiaron drásticamente en las dos últimas décadas debido al uso de pesticidas, la sustitución de pinos por abetos, cuya madera es más cara, y la captura de pangolines para venderlos en el mercado ilegal. Su carne se considera muy delicada y su piel escamosa se utiliza como ingrediente de la medicina tradicional.
"Los vecinos me dijeron que desde entonces no han vuelto a ver un solo pangolín", afirmó Zhou.
Un reciente estudio del departamento forestal de Hunan confirmó que la población de pangolines salvajes en la provincia era de cero.
El pangolín es el mamífero que más sufre el comercio ilegal en todo el mundo, con más de un millón de ejemplares vendidos en la última década.
En China, se cree que su piel reduce la inflamación y favorece la lactancia. Un kilo puede llegar a costar 8.000 yuanes (cerca de 1.165 dólares).
"Los pangolines sólo tienen una camada al año, pero sus últimos depredadores, los humanos, los matan para producir leche para sus propios bebés", se lamentó Zhou, madre de dos niños.
Por su parte, el profesor Wu Shibao, especialista en conservación de la vida salvaje de la Universidad Normal del Sur de China, afirmó que cada año se consumen en el país unos 300.000 pangolines, hasta un 95 por ciento de los cuales proceden del extranjero.
"Como resultado, el pangolín chino, una de las ocho especies de este animal, está prácticamente extinto", puntualizó.
Los ambientalistas, sin embargo, no han detenido sus trabajos de búsqueda y rescate.
El año pasado, un vecino del condado de Pingjiang informó de que había encontrado una cueva nueva en un monte cercano a su casa que parecía ser el refugio de un pangolín.
Zhou Canying y sus compañeros visitaron el lugar y encontraron 13 cuevas similares, pero sin rastro de ningún pangolín.
"O bien los cazaron o bien se sintieron en peligro y escaparon. Ruego que sea esto último", dice Zhou, cuyos empeños en favor del pangolín son bien conocidos en Hunan y mucha gente la llama a menudo para darle información.
Explica que un día, cuando estaba en un pueblo haciendo campaña en favor de la protección de este mamífero, alguien le dijo que una familia del pueblo vecino acababa de atrapar un ejemplar y estaban disponiéndolo todo para cocinarlo. "Fuimos allí de inmediato, pero el pangolín no apareció".
Zhou sólo ha visto un pangolín vivo fuera del laboratorio.
"Fue a finales de 2015. Alguien había salvado al ejemplar de los cazadores furtivos y lo había dejado en un templo en Changsha. Estaba muriendo y tenía manchas de sangre en la boca", recuerda.
Pese a los esfuerzos de Zhou, el animal murió en menos de dos semanas. Cuando los investigadores lo diseccionaron, encontraron en su estómago yeso, un mineral que utilizan los comerciantes ilegales para que el animal pese más y, por lo tanto, cueste también más.
"Era una hembra y además estaba preñada", añadió Zhou, que a menudo ha soñado con la muerte de ese pangolín y su camada. "Espero que cada vez más gente se nos una para proteger a estos animales de un destino tan miserable", concluyó.