El fin de la Segunda Guerra Mundial significó una rápida aparición de bases militares extranjeras, sobre todo de Estados Unidos en Alemania, Italia y Japón, pero siete décadas después ese despliegue aumenta en las cuatro esquinas del planeta.
En la actualidad, hay unas 1.100 bases distribuidas por todo el mundo, de acuerdo con cifras del Consejo Mundial por la Paz (CMP) que recuerda que tras el fin de la última conflagración mundial Washington instaló más de un centenar en los países que terminaron vencidos en esa contienda.
"Es evidente que ha crecido el número de bases militares en territorio extranjero", asegura a Xinhua el presidente del Movimiento Cubano por la Paz, Silvio Platero, principal organizador de un Seminario Internacional por la paz y la abolición de esos enclaves.
Ese foro, que reunirá a unos 200 activistas de 25 países, se realizará del 4 al 6 de mayo próximo en Guantánamo, en el extremo oriental de la isla, donde Estados Unidos mantiene una base naval a contrapelo de las autoridades cubanas que la consideran ilegal.
La devolución del ese territorio ha sido un reclamo histórico de Cuba, incluso desde antes de la Revolución que triunfó el 1 de enero de 1959, encabezada por Fidel Castro.
El reclamo se basa en que la isla fue ocupada militarmente desde 1898 por tropas estadounidenses que intervinieron en la guerra que se libraba contra el colonialismo español.
Washington puso como condición para la retirada de esas tropas la firma de un controversial tratado que estipuló la obligación de tolerar la base militar en Guantánamo desde 1903, y por el tiempo que el gobierno estadounidense la necesitare, contra la voluntad cubana.
"Hay una buena cantidad de bases militares, pero la mayoría son de Estados Unidos que según el Consejo por la Paz de ese país tiene 852 en los cinco continentes. Solamente en nuestra área, aunque hay diferentes criterios, hay 76 bases militares", afirma Platero.
Lo cierto es que en la actualidad los nuevos enclaves no son los "tradicionales", que albergan grandes contingentes de soldados, como la Base Naval de Guantánamo, o la de Palmerola, en Honduras, sino que se edifican para emplear tecnología de avanzada con fines militares.
Para el activista cubano, ese es un proceso muy peligroso, "sobre todo teniendo en cuenta a la nueva administración de Estados Unidos, que es capaz de generar un conflicto de dimensiones nucleares como lo está cercano al tema de las relaciones con Corea Democrática".
En el caso latinoamericano, Platero considera que la asunción de nuevos gobiernos de corte neoliberal ha silenciado el tema de las bases militares y en ese sentido pone como ejemplo a Argentina.
"Existe una lucha mundial por la devolución de Las Malvinas a Argentina. Ahora el nuevo gobierno argentino realmente no la ha priorizado, ni menciona", afirma.
También asegura que hay lugares donde se utiliza lo que llama "bases ocasionales", como Paraguay, donde se emplean las mismas posiciones militares nacionales para albergar a oficiales estadounidenses.
Además, menciona a República Dominicana y a Perú como países donde la presencia castrense norteamericana se encubre de distintas formas, pero con el mismo objetivo: "garantizar los intereses de Washington".
No obstante, pone en relieve lo sucedido en Manta, Ecuador, donde la presión del gobierno y los movimientos populares obligó a Estados Unidos a abandonar y devolver esa base militar a las autoridades ecuatorianas.
"Son momentos de unidad, de unir todos los esfuerzos en la lucha por la erradicación de las bases militares extranjeras", subraya Platero.
Y es que para las grandes potencias, y en especial para Estados Unidos, la extensión del imperio no se mide hoy a partir de las colonias, sino de las bases militares.