BRASILIA, 21 jul (Xinhua) -- El agravamiento de la crisis en Venezuela y la amenaza del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de adoptar sanciones económicas contra ese país en caso de que el gobierno de Nicolás Maduro siga adelante con su propuesta de una nueva Asamblea Constituyente, fueron recibidas en Brasil con reservas por las consecuencias para el país vecino y la población venezolana.
Tanto el gobierno de Michel Temer, fuertemente crítico con el gobierno de Maduro, como los especialistas brasileños, adoptaron una posición de cautela ante las amenazas de Trump, que no debe recibir la adhesión brasileña a eventuales sanciones económicas.
Eso a pesar de que el canciller brasileño Aloysio Nunes es uno de los principales portavoces en la región de los sectores que califican a la convocatoria de la Asamblea Constituyente como una maniobra "antidemocrática" e "ilegítima", y considera la situación en Venezuela como un "retroceso" que exige la recuperación del Estado democrático de derecho.
La semana pasada, días antes de las declaraciones de Trump, inclusive, el presidente Temer conversó telefónicamente con el líder opositor venezolano Leopoldo López y le expresó el apoyo del gobierno brasileño a las demandas de la oposición.
El posicionamiento crítico de Brasil, sin embargo, no llevó a las autoridades a suscribir la tesis de Trump, siguiendo la tradición diplomática brasileña de rechazar sanciones económicas por considerarlas violatorias de la soberanía de los pueblos y un atentado a los intereses de la población del país afectado.
Para el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Brasilia, Amado Cervo, las amenazas del gobierno de EEUU deben ser tomadas con recaudos, porque el presidente Trump "hace amenazas aquí y allí" pero no las ha llevado a la práctica.
El gobierno de Maduro, por su parte, dijo, da continuidad al régimen bolivariano de Hugo Chávez de una manera menos diplomática, con menos gestión pública de los conflictos internos y en su trato con la oposición.
"La interpretación es que la Constituyente pretende perpetuar Maduro y su régimen en el poder", agregó.
El endurecimiento del gobierno y la tensión política en Venezuela ha distanciado incluso a los países aliados al gobierno, señaló Cervo, lo que lleva a Caracas a asumir actitudes más duras en el frente interno.
"Esa situación provocó una repulsa casi continental, en el seno de la OEA, del Mercosur, de la Unasur. Hay una mayoría sudamericana, latinoamericana y americana contra Maduro, que está perdiendo apoyos y está quedando aislado", señaló.
"Las fuerzas internas que lo apoyan comienzan a debilitarse y la oposición está emergiendo con más fuerza. La población venezolana, por otra parte, está en una situación económica y social muy difícil, que motiva esa revuelta", dijo.
En el caso de Brasil, el gobierno Temer defendió oficialmente esta semana el plesbicito informal realizado el domingo 16 en Venezuela, convocado por la Asamblea Nacional, afirmando que "mostró la voluntad democrática del pueblo de ese país", y exhortó al gobierno a cancelar la Asamblea Constituyente.
Dejando en segundo plano el tono más agresivo adoptado previamente, Brasilia pidió "una negociación efectiva a favor de la paz y la democracia en Venezuela" entre el gobierno y la oposición, ante la escalada de violencia en los enfrentamientos callejeros en ese país.
En el seno del Mercosur -bloque que Brasil comparte con Argentina, Paraguay y Uruguay, con Venezuela suspendida temporariamente- fue ventilada la posibilidad de "expulsar" a Venezuela pero, en una clara diferenciación con relación al discurso de Trump, la posibilidad fue descartada, así como cualquier tipo de sanciones económicas, privilegiando el diálogo político.
Los últimos desarrollos de la crisis en Venezuela llevaron al gobierno brasileño, por otra parte, a analizar medidas preventivas ante la posibilidad de que el escenario venezolano tome contornos de mayor gravedad.
En los ultimos días, el embajador brasileño en Caracas, Ruy Pereira, convocó a una reunión para analizar las acciones que serían necesarias para proteger a la comunidad brasileña en Caracas, donde viven cerca de 32.000 brasileños.
Sobre la amenaza de Trump contra Venezuela, Brasil no considera tradicionalmente adecuadas sanciones económicas por considerarlas un instrumento de intervención directa, y la diplomacia brasileña se define como no confrontacionista y defensora de la soberanía de los pueblos.
"No creo, cualquiera sea el gobierno (en Brasil), que pueda haber un apoyo directo a sanciones contra Venezuela. No creo que ocurra, porque iría en contra de la tradición diplomática brasileña, que considera sancione económicas y militares la misma cosa, una forma de intervención en asuntos internos de otros países", explicó el profesor Cervo, autor de una Historia de la Política Externa Brasileña, el principal libro de referencia sobre el tema.
"Estados Unidos son la antípoda de todo esto. Consiguió a través de la OTAN inmiscuirse en todos los conflictos en el mundo y ahora se está retrayendo nuevamente, por un problema de presupuesto público, creo. Es muy difícil mantener esas políticas confrontacionistas", agregó.
Para el catedrático, el de Trump es un discurso político "pero que no lleva necesariamente a acciones concretas y efectivas, y en caso de que llegue a aplicar algún tipo de sanciones habría que ver cuál sería su alcance real".