Por Pau Ramirez
RIO DE JANEIRO, 31 jul (Xinhua) -- Los inversionistas extranjeros de largo plazo han sostenido a Brasil, mayor economía de Latinoamérica, durante la crisis económica de los últimos años y en uno de los períodos políticos más tumultuosos de su historia.
Según datos proporcionados por el Banco Mundial, Brasil recibió 78.930 millones de dólares en Inversiones Extranjeras Directas (IED) durante el pico de la recesión en 2016, la séptima entrada de capital más alta del mundo.
Al respecto, el economista del fondo de inversiones XP, Bruno Camargo, explicó a Xinhua que "a fin de cuentas, en comparación con otros países, Brasil ha estado recibiendo una gran cantidad de IED durante un período de tiempo relativamente largo, porque hay un montón de activos a la venta".
Según el experto, esta resiliencia, en la cual el banco central reportó que la IED neta durante los 12 meses previos, concluyendo a fines de mayo, fue de 80.700 millones de dólares, se debió en parte a las entradas netas en fusiones y adquisiciones.
Las empresas y los activos brasileños se volvieron más atractivos después de una depreciación del real, la moneda del país, frente al dólar, a cerca de la mitad de su valor desde que alcanzara sus máximos niveles en 2011.
Los accionistas y las compañías locales también estaban interesados en deshacerse de activos debido a las dificultades financieras ocasionadas por la recesión o debido a las investigaciones de corrupción. Estos activos fueron, a menudo, adquiridos por extranjeros.
Estos movimientos se dieron en el contexto de una gran turbulencia e inestabilidad política, ocasionada por la destitución de la presidenta Dilma Rousseff el año pasado, así como la denuncia de corrupción en 2017 contra el sucesor de Rousseff, Michel Temer.
La principal investigación de corrupción en Brasil, la operación Lava Jato (lavadero), ha forzado desinversiones de activos por parte de compañías en empresas como la petrolera estatal Petrobras o la constructora Odebrecht, cuyos negocios han sido afectados por las acusaciones de soborno político.
Otra compañía involucrada en la venta de activos fue la multinacional cárnica JBS, en el centro de las acusaciones de corrupción en contra del presidente Temer.
Según la empresa de plataforma financiera Dealogic, las fusiones y adquisiciones brasileñas alcanzaron los 46.600 millones de dólares el año pasado, de los cuales cerca de 37.000 millones fueron el resultado de fusiones y adquisiciones realizadas por inversionistas extranjeros.
"Algunos de los activos locales son baratos y muchos inversionistas que tienen una estrategia de mediano a largo plazo lo consideran una buena oportunidad para posicionarse o aumentar su existente presencia en la economía brasileña", agregó Camargo.
Sin embargo, según el economista, poco menos de la mitad del dinero reportado como IED fue en concepto de préstamos interempresariales entre compañías en el extranjero y sus filiales brasileñas y de beneficios reinvertidos.
Algunos de estos préstamos interempresariales fueron básicamente operaciones de divisas para aprovechar las altas tasas de interés reales de Brasil, mientras que otros habrían recapitalizado a subsidiarias que luchaban contra la recesión.
"Solamente entre 20 y 25 por ciento de las entradas de IED en Brasil representan inversiones 'greenfield' (totalmente nuevas), es decir, dinero para construir fábricas y puertos y aeropuertos", afirmó en un artículo Neil Shearing, el economista jefe de mercados emergentes en Capital Economics.