LHASA, 28 ago (Xinhua) -- "Una región tiene que construir carreteras si quiere construir riqueza", dice el cliché. Pero en la región autónoma del Tíbet, con un área de más de 1,2 millones de kilómetros cuadrados, se lo están tomando muy en serio.
"Antes era un dolor de cabeza viajar al distrito de Ali, porque sólo había caminos empedrados o de lodo. El viaje en camión de Lhasa a Ali podía tomar una semana, y además había que llevar agua y alimentos, porque a lo largo del camino no había dónde comer", rememora Tsering, un conductor de Lhasa, la capital regional.
Pero ahora, él puede cubrir el trayecto en menos de cuatro días, gracias a varias carreteras asfaltadas que conectan las dos ciudades.
Las carreteras son los vasos sanguíneos de la región, y en los últimos cinco años, esta ha visto vigorizar su economía con unas condiciones de transporte mejoradas ostensiblemente.
La longtitud total de las carreteras de la región pasó de 65.198 kilómetros en 2012 a más de 82.000 kilómetros hoy, lo que significa una prolongación cercana a los 4.200 kilómetros por año. La longitud de las autopistas de alto nivel, similares a las avenidas expresas, se multiplicó por seis entre 2012 y 2016, según Chen Chao, subdirector de la oficina regional de transporte.
En 2013 se abrió al tráfico la autopista Motuo, conectando al mundo exterior con la remota región de Motuo, en el sureste del Tíbet, que era el último distrito chino sin acceso a carreteras de alto nivel.
El rápido desarrollo de las carreteras se debe a las continuas inversiones fijas en el sector del transporte, que aumentaron de 10.101 millones de yuanes (1.520 millones de dolares) en 2012 hasta más de 40.000 millones de yuanes en 2016, es decir una subida anual del 41,3 por ciento.
Gracias a la robusta inversión en infraestructura y a los efectos positivos del transporte mejorado, la región logró un crecimiento económico sobresaliente en los últimos cinco años, registrando un incremento promedio del 11 por ciento en su producto interno bruto. La economía regional aumentó un 10,8 por ciento interanual en la primera mitad de 2017, con lo que superó a todas las otras regiones de nivel provincial del país.
"Una vez eliminados los obstáculos de transporte, habrá más actividades comerciales, como la logística y el turismo, y eso mejorará la vida de los habitantes locales", sostiene Chen.
Sin embargo, las nuevas vías no se construyeron a expensas del medio ambiente, asegura el funcionario, y añade que, de hecho, su construcción puede ayudar a protegerlo.
Cuando no había autopistas, los conductores debían atravesar algunas zonas al azar en busca de caminos menos fangosos, destruyendo la vegetación y afectando el ecosistema. Ahora el césped y las plantas están a salvo, ya que los conductores van por una ruta fija, explica Chen.
La avenida de alto nivel que está siendo construida para conectar a Lhasa con Nyingchi, un popular destino turístico del sureste del Tíbet, merece capítulo aparte. El proyecto incluye el gasto de unos 400 millones de yuanes en tareas de restauración ecológica, y utiliza tecnologías avanzadas para consolidar el suelo a lo largo de la cinta asfáltica.
Para 2020, la longtitud total de carreteras del Tíbet alcanzará los 110.000 kilómetros, todos los distritos tendrán acceso a carreteras asfaltadas y todos los poblados estarán conectados por caminos cementados.