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Carnaval infantil en Cuba: sueños de niños, ilusiones de padres

Actualizado a las 04/09/2017 - 09:52
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Por Raúl Menchaca

LA HABANA, 3 sep (Xinhua) -- El baile y la música son consustanciales a la idiosincrasia del cubano, por eso no resulta extraño que el Carnaval Infantil que se realiza en La Habana sea una fiesta en la que los niños expresan sus sueños y los padres sus ilusiones.

Amparo Valencia, una habanera de 38 años, se mueve inquieta en un palco del Malecón habanero por donde deben desfilar este fin de semana una veintena de comparsas y 12 carrozas que conforman el tradicional Carnaval Infantil, una actividad que cada año cierra los carnavales.

"Por ahí vienen", dice a Xinhua, y señala con el brazo derecho hacia una colorida carroza donde bailan su hija de 11 años y una sobrina de 10, quienes conforman el elenco de un espectáculo cuya figura central es la famosa salsera cubana Haila María Monpié, quien para la ocasión interpreta movidas canciones infantiles.

"Es la primera vez que bailan y pienso que es muy bueno que los niños se incorporen aquí a los carnavales", explica la mujer que no oculta el orgullo por la actuación de las dos niñas.

Valencia siente orgullo, pero al mismo tiempo añoranza por no haber tenido la oportunidad de las niñas y no haber podido bailar en un carnaval.

"Nunca tuve esa oportunidad. Ahora hay muchas posibilidades. Aquí hay más de 50 compañías de baile de niños y se ve que tienen un desarrollo desde el punto de vista de preparación de bailar, de actuar, de cantar", apunta.

Ariadna y Karla, su hija y su sobrina, forman parte de la Compañía infantil "Paso a paso", y están "encantadas" de bailar sobre una carroza, desde donde sueñan con convertirse un día en bailarinas profesionales.

En otro punto de los palcos, frente al mar azul, Haydeé Mariño se cubre con una sencilla pamela del inclemente sol veraniego, mientras alienta a su hijo de nueve años, quien es uno de los faroleros de la comparsa "Los Naranjitos".

Mariño explica a Xinhua que su hijo ingresó a la comparsa a través de la Casa de la Cultura de Arroyo Naranjo, un municipio del sur de La Habana, donde otro proyecto cultural organiza y entrena a los niños que conforman el grupo de bailarines populares.

Ahora, la madre observa arrobada las evoluciones de su hijo, quien orondo porta la farola y, a pesar de ser debutante, se mueve como el más experimentado de los bailarines.

"A todos nos gusta bailar, pero nunca habíamos participado bailando en un carnaval", dice antes de confesar entre risas que "como cubana me hubiera gustado mucho bailar".

Daibel es el simpático farolero, e hijo de Mariño, que baila por primera vez en unos carnavales.

"Para mi maestra soy un niño muy inteligente, y por eso me quisieron invitar para esta comparsa donde me divierto mucho", dice con desenfado mientras baila y se mueve ante la mirada de los periodistas.

El público, que colma atento ambos lados del Malecón, aplaude, grita y baila junto con los pequeños artistas, a quienes muchos espectadores tratan de imitar y en quienes reconocen el talento y la entrega.

Ese público, conformado por niños y sus familiares, también aplaude a rabiar a Haila, una cantante que desde una carroza participa cada año al Carnaval Infantil y que en esta ocasión lo hace a pesar de tener pactado para esta noche un concierto en un cabaret.

"Yo soy madre, pero también fui niña y siempre, desde mi infancia, me gustaron los carnavales infantiles", dice a Xinhua la llamada "Diva del son cubano", quien se sabe poseedora de una gran masa de fanáticos entre los pequeños desde que grabó un disco con canciones infantiles.

Muchas de las comparsas tradicionales de la isla, como "El Alacrán", "Los Guaracheros de Regla" o "Los Componedores de Batea", tienen una "sucursal" infantil que en el desfile de los pequeños utiliza los mismos símbolos, ritmos musicales y coreografías de la versión "adulta".

Todos, quizás sin saberlo ni proponérselo, atesoran una tradición cultural que los trasciende por formar parte de la cubanía, aunque también sean un reservorio de los sueños de los niños y las ilusiones de los padres.  

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