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Mexicanos mantienen viva tradición de "simular cuerpo" de pariente fallecido en celebración Día de Muertos

Actualizado a las 30/10/2017 - 09:44
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Por Carina López

MEXICO, 29 oct (Xinhua) -- Ocotepec, un pueblo mexicano del estado de Morelos (centro), mantiene viva la tradición de "simular el cuerpo" de algún pariente que haya fallecido en el último año utilizando calaveras de azúcar, pan recién horneado y fruta que los lugareños obsequian a la familia a manera de ofrenda, en el marco de la celebración del Día de Muertos, los días 1 y 2 de noviembre, en México.

Cada año, los habitantes de Ocotepec se dan a la tarea de recrear una figura humana, la cual viste la ropa y los zapatos de la persona que perdió la vida para dar la apariencia de la presencia del finado; en lugar de la cabeza, se coloca una calavera de azúcar con un sombrero o un rebozo.

Alrededor del "cuerpo simulado" se disponen flores, velas, fruta, y en los pies la ofrenda de alimentos y bebidas, así como objetos de mayor preferencia de la persona que dejó este mundo.

El Día de Muertos en la cosmovisión indígena implica el retorno transitorio de las ánimas de los difuntos, quienes regresan a casa, al mundo de los vivos, para convivir con los familiares y para nutrirse de la esencia del alimento que se les ofrece en los altares puestos en su honor.

"En Ocotepec, los difuntos conviven con la familia, lo más especial es la primera vez que el difunto regresa a su casa, se le espera con una ofrenda extraordinaria de gran magnitud, que inicia dentro del hogar y termina con un camino de flores hacia el cementerio", explicó hoy a Xinhua el antropólogo mexicano, Luis Miguel Morayta Mendoza.

Alrededor del mediodía del 1 de noviembre, el líder de la familia abre la puerta de su casa e invita a los difuntos a pasar y así poder disfrutar de la magnífica ofrenda que montan decenas de personas en cada hogar.

La parte superior de la ofrenda o altar, abundó el experto, representa lo sagrado, luego viene otro nivel en donde se forma la figura humana con panes de gran tamaño, debajo de ella se encuentran las pencas de plátano que trajeron las personas para mostrar su afecto al fallecido.

Una vez que el "cuerpo simulado" está listo, entran los allegados y hablan con su ser querido como si él estuviera vivo. Los niños, acostumbran ofrecerle dulces y cariñosas palabras a su familiar, contándole un poco acerca de las vivencias de ese año.

"En el tercer nivel del altar se colocan artefactos que le gustaba usar al finado, mismos que van desde herramientas hasta motocicletas, cigarros y bebidas típicas de México como el tequila y el mezcal", abundó el experto.

Para poder llegar a visitar la ofrenda, es necesario que los asistentes lleven una vela grande, flores y recipientes de plástico, ya que la familia de la persona que se ha ido ofrece un banquete a la comunidad para llevar a casa platillos que van desde mole y pollo hasta tamales.

Unos días antes del 1 de noviembre, la familia se reúne y acuerda el tema con el cual adornarán la tumba de su ser querido.

En ocasiones, la forma de engalanar el campo santo depende de la profesión o el oficio del fallecido, por lo que se pueden encontrar figuras de madera, en caso de ser carpintero hasta figuras de hierro forjado, en el caso de un herrero, por ejemplo.

Cientos de pobladores acuden al cementerio a pintar y arreglar sus tumbas, el 31 de octubre lucen ornamentadas con flores, velas, papel picado y escarchas.

Las familias esparcen pétalos de flor de cempasúchil y colocan velas a lo largo del camino al panteón, con la idea de facilitar el regreso de las almas a la Tierra.

LA MUERTE NO ES MOMENTO DE TRISTEZA, ES MOTIVO DE CELEBRACION

La Conmemoración a los Fieles Difuntos es una de las fiestas más importantes de Ocotepec misma que, por su colorido y peculiar tradición, han favorecido la visita de turistas a la región, siendo ésta la celebración más concurrida en todo Morelos.

Ocotepec se divide en cuatro barrios con sus respectivas capillas, las cuales conservan la forma de administración heredada del Virreinato de la Nueva España, estructura que les ha permitido conservar la mayoría de sus tradiciones indígenas, mismas que datan desde tiempos prehispánicos.

"Para la población mexicana, la muerte no es motivo de tristeza, es motivo de celebración, de festejo, de rendir homenaje a los que ya no están en este mundo", declaró a Xinhua el antropólogo del INAH-Morelos.

Esta ocasión será muy especial y emotiva para los lugareños debido a que se recordará a las víctimas del sismo del 19 de septiembre que sucudió Morelos y otras zonas y que dejó al menos 74 muertos en la entidad.

Por primera vez en la historia del lugar no repicarán las campanas para anunciar la llegada de los difuntos, debido a que la mayoría de los centros religiosos, así como viviendas cercanas, resultaron dañadas por el terremoto y se corre el riesgo de un total colapso.

"En México, los muertos no se diluyen, no desaparecen de la mente de los vivos, éstos no los dejan ir a través de majestuosas ofrendas, de rituales, de luz y de pláticas interminables acerca de la vida y obra de quienes pasaron a otra dimensión distinta de la Tierra", expresó el investigador mexicano.

Los altares en honor a las víctimas del temblor se colocarán cerca del lugar donde fallecieron las personas y, en caso de que la casa o edificación este derruida, se acudirá a las iglesias en las que aún se puede entrar para colocar fotografías de los finados.

De acuerdo con el especialista del INAH, los muertos llegan cada 12 horas entre el 28 de octubre y el 2 de noviembre.

En algunos lugares de México, el 28 se destina a quienes fallecieron a causa de un accidente o de manera trágica y el 29 está dedicado a los ahogados.

El 30 y 31 se espera la llegada de las almas de los "limbos", de niños que fallecieron sin haber sido bautizados, de acuerdo con la religión católica, y a los olvidados, que no tienen familia que los recuerden.

El 1 de noviembre es el día de los niños muertos y el 2, el de los muertos adultos.

De esta manera, millones de mexicanos esperan con júbilo la llegada de los difuntos; mientras que en las calles se instalan puestos que ofrecen el tradicional pan de muerto, recién preparado y horneado.

Además, se puede encontrar todo lo necesario para montar el altar de muertos con calabazas artesanales, calaveras de azúcar y chocolate, veladoras, velas, incienso y flores.

Otra de las peculiaridades del poblado de Ocotepec, agregó el antropólogo, es la procesión que se realiza durante las noches del 31 de octubre y 1 de noviembre. "Todo el pueblo acude al panteón, llevan ofrendas a sus difuntos y más tarde se sientan todos a comer a un lado de las tumbas".

La peculiar forma de celebrar el Día de Muertos en Ocotepec lo convierte en un sitio muy atractivo, ya que los visitantes gozan de los sabores y colores de esta tradicional festividad mexicana.

Por su riqueza cultural, las ceremonias del Día de Muertos de todos los pueblos indígenas de México fueron distinguidas, en 2003, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.  

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