LA HABANA, 30 nov (Xinhua) -- La temporada ciclónica en la cuenca del Atlántico Norte, el mar Caribe y el Golfo de México, iniciada el 1 de junio, cerró este 30 de noviembre tras un comportamiento muy activo que incluyó ciclones, tormentas y depresiones.
Muchos cubanos respiran hoy aliviados, con la esperanza de que, al menos por unos meses, se tranquilice el clima y de que por ahora no tengan que temer otro huracán como Irma, que del 7 al 10 de septiembre "barrió" la costa norte de la isla, donde dejó 10 muertos y causó graves destrozos en 13 de las quince provincias del país.
Una etapa ciclónica media en el Atlántico suele producir 12 tormentas con nombre, de las cuales seis se vuelven huracanes, tres de ellos intensos, pero la de este año fue la quinta temporada más activa desde que existen los registros sobre esos fenómenos climatológicos.
Para estos meses, los pronósticos indicaban una alta probabilidad de que ocurrieran de 11 a 17 tormentas con nombre (con vientos de 62 kilómetros por hora o más), de las cuales, entre cinco y nueve podrían convertirse en huracanes (con vientos de 119 km/h o más), y de estos, entre dos y cuatro podrían ser intensos (con vientos superiores a 178 km/h).
En la temporada que termina, los cómputos reportan un total de 18 depresiones tropicales -incluida una tormenta subtropical fuera de temporada (en abril)- y de esos fenómenos climatológicos, 17 llegaron a recibir nombre; seis de ellos alcanzaron la categoría de tormenta tropical y 10 se convirtieron en huracanes.
De estos fenómenos, seis fueron intensos: Lee y Ophelia (con categoría 3); Harvey y José (4), así como Irma y María, que con un máximo de cinco en la escala Saffir-Simpson, marcaron como algo significativo de esta etapa que ambos tocaron tierra, y dejaron numerosos fallecidos y millonarias pérdidas materiales.
Es así que la temporada de 2017 pasa a la historia como la quinta más significativa en cuanto a energía ciclónica acumulada, después de las correspondientes a los años 1893, 1926, 1933 y 2005, cuyos respectivos huracanes también afectaron gravemente a Cuba.
De estos huracanes, Irma fue el más fuerte jamás registrado en el Atlántico, fuera del golfo de México y el Caribe, en tanto Ophelia resultó el ciclón de ese océano que más se ha acercado a Europa con clasificación de intenso.
El huracán María, en septiembre, fue el más fuerte de la temporada en términos de presión barométrica, y devastó a la isla de Dominica, golpeó fuertemente a República Dominicana, Puerto Rico, Bahamas, las Islas Turcas y Caicos e Islas Vírgenes estadounidenses, mientras en el extremo oriental cubano causó lluvias torrenciales, marejadas e inundaciones costeras.
En Cuba, la etapa ciclónica también destacó por una inusual y prolongada ocurrencia de lluvias en casi todo el país, causadas por vaguadas y por un comportamiento climático muy activo, lo cual contrasta con los años de intensa sequía precedentes, que afectaron la agricultura, la ganadería y el abasto de agua a las industrias y a la población.
En cada temporada ciclónica, el Instituto de Meteorología, la Defensa Civil y otras instancias convocan a los cubanos a mantenerse atentos ante esos fenómenos, que de ocurrir en el área del Atlántico Norte, mar Caribe y Golfo de México, muchas veces afectan directamente a la isla, o al menos la bordean, causando igualmente daños materiales y temor en las personas.