Astronautas ratifican el juramento en el Centro de Astronautas de China en Beijing, 4 de enero. [Foto: Feng Yongbin]
Perseverancia y devoción
Lejos del glamour, los astronautas tienen que enfrentar innumerables rondas de capacitación, pruebas y simulacros, sudando la gota gorda y lejos de sus familias.
"Una vez que un piloto es admitido en el equipo de astronautas, deben sumergirse en más de 30 temas, incluyendo la física, la astronáutica y la astronomía. Normalmente, los cursos universitarios en cada uno de estos temas llevan cuatro años, pero nuestros astronautas tienen apenas un año para vencerlo y pasar el examen", detalló Li Xinke, secretario del Partido Comunista de China del comité de base del Centro de Astronautas de China.
"Durante el entrenamiento para simular ingravidez, los astronautas usan trajes que pesan 160 kilogramos y tienen que permanecer bajo el agua durante unas cuatro horas. Pierden un promedio de 2 kilogramos durante cada sesión de entrenamiento y se agotan tanto que son incapaces de usar los palillos para comer", añadió.
Durante la capacitación, en la centrífuga los astronautas soportan la aceleración gravitacional semejante a ocho veces su propio peso. Esta es la única forma de resistir a la fuerza durante el despegue, que limita severamente la capacidad de respirar.
"En los últimos 20 años, ninguno de nuestros astronautas ha pulsado el botón de parada de emergencia para detener el programa. Todos ellos persisten", insistió Li.
Los astronautas tienen que también superar problemas y dificultades que pueden surgir durante las misiones.
Yang Liwei recordó que se encontraba en el Shenzhou V encima de un cohete Long March 2F ascendiendo hacia el cielo, cuando una oscilación de baja frecuencia hizo que sus órganos internos vibreran de forma violenta, provocando un dolor insoportable. Apretó sus dientes y se dijo a sí mismo que tenía que ser capaz de vencer ese dolor porque estaba a punto de realizar el sueño chino de volar al espacio.
Durante la misión Shenzhou VII, Zhai Zhigang y Liu Boming se demoraron 20 horas montando sus trajes extravehiculares, para luego descubrir que eran incapaces de abrir la nave. Finalmente, se decidió utilizar una herramienta para forzar la trampilla abierta a pesar del evidente riesgo de seguridad. Al mismo tiempo, los equipos de la nave advertieron sobre un incendio en la cabina.
"No tuvimos tiempo para discutir. Sabíamos que lo que todos ese momento teníamos en la mente: tenemos que cumplir nuestra misión y ondear la bandera china en el espacio, aunque tal vez no regresaríamos a la nave", evoca Zhai.
Ellos descubrieron que su pesimismo era infundado. La nave no fue dañada cuando forzaron la puerta y el incendio fue una falsa alarma.