Yan Minwen ayuda a los estudiantes rurales “dejados atrás” a realizar sus deberes, Xiguanzhuang, Baoding, provincia de Hebei, agosto del 2018. [Foto: Jin Ke/ China Daily]
Por Zhang Yu
Beijing, 13/11/2018 (El Pueblo en Línea) - La señora Yan Minwen, de 76 años y residente en Beijing, todos los fines de semana utiliza más de 12 horas para desplazarse -hacia y de regreso- a un pueblo de la vecina provincia de Hebei. Su objetivo: ofrecer lecciones gratuitas a los niños “dejados atrás” de Xiguanzhuang, cuyos padres trabajan y residen en ciudades lejanas y están bajo el cuidado de sus abuelos.
Desde marzo, ella comenzó a visitar el pueblo Xiguanzhuang, ubicado a unos 100 kilómetros de Beijing. Salvo durante las vacaciones de verano, nunca se ha ausentado.
"Aunque estoy jubilada, quiero seguir haciendo algo útil. Tutorear niños de zonas rurales que carecen de posibilidades de instrucción en el hogar me pareció la mejor opción", afirma Yan.
Xiguanzhuang, en el municipio Laishui de Baoding, fue el hogar de los abuelos de Yan. Cuando murieron, ella heredó la propiedad que los ancianos tenían en el pueblo.
Visitando ocasionalmente el terruño ancentral, Yan se enteró de que la mayoría de los jóvenes habían emigrado hacia las grandes ciudades para trabajar y ganarse la vida, dejando a los hijos bajo el cuidado de sus abuelos.
"Los niños necesitan instrucción en casa, pero la mayoría de sus abuelos son analfabetos y no saben cómo ayudar en la educación de los pequeños", explica Yan.
Yan estudió en la universidad e instruyó a su propia hija. Ella utiliza su experiencia para mejorar el desempeño académico de los pequeños de Xiguanzhuang.
Lo primero que hizo fue pedir prestada una habitación a su tío, donde colocó algunos escritorios de segunda mano.
El 23 de marzo llegaron los primeros estudiantes.
Todos los viernes, Yan sale de su casa – ubicada en el capitalino barrio de Wangjing - a las nueve de la mañana. Después de pasar más de seis horas montada en cuatro autobuses diferentes, arriba a Xiguanzhuang sobre las tres y media de la tarde.
"Los dos primeros autobuses son gratis para las personas mayores como yo, y los otros dos cuestan un total de 11 renminbi (1,60 dólares estadounidenses)", detalla Yan.
El viernes por la noche y el sábado, un promedio de 25 alumnos se reúnen en la sala para estudiar y hacer la tarea bajo la guía de Yan.
"No doy lecciones específicas, sino que propicio un buen ambiente para que los alumnos estudien y les ayudo a resolver los contenidos de las tareas", añade.
Los asistentes a “la clase de Yan” cursan diferentes grados primarios y secundarios.
"Puedo ayudar a la mayoría con sus preguntas en inglés y matemáticas, pero he olvidado la química y la física", destaca Yan. "Aunque todavía tengo capacidad para aprender."
Yan también ofrece orientación psicológica a los niños.
Tang Jia, estudiante de secundaria, se sintió bajo presión antes del examen de ingreso a la preparatoria. Aunque no cuenta con una alta instrucción académica, su madre dejó su trabajo en la ciudad y regresó al pueblo para apoyar a su hija.
Ella la llevó a estudiar con Yan.
"Basándome en las experiencias con mi hija durante los exámenes, le indiqué cómo prepararse para mantener un buen estado psicológico durante el proceso. Y le subrayé que debía redoblar esfuerzos en las asignaturas que no se le daban bien", explica Yan.
Tras dos horas de orientación, Tang se sintió más segura. Dos meses más tarde, la ayuda de Yan le permitió lograr un buen resultado en el examen.
Entre 1960 y 1965, Yan estudió automatización en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Beijing. Después de graduarse, trabajó como operaria en una empresa que producía artículos de aluminio.
Después de jubilarse en 1997, ella comenzó a enseñar a tiempo parcial en los colegios vocacionales.
"Ahora divido mi tiempo entre la tutoría de los pequeños del pueblo y la enseñanza de los procesos de automatización en los colegios vocacionales de Beijing, que imparto en clases presenciales y clases en línea", puntualiza Yan.
Yan señaló que algunos de sus viejos amigos le han dicho que sus nuevas ocupaciones parecen agotadoras.
"A veces es físicamente agotador, pero siento que el resultado es muy satisfactorio", asegura Yan. "Si yo no hiciera estas contribuciones, me sentiría sola y sufriendo la pérdida de mi esposo."
El esposo de Yan falleció en agosto del pasado año, víctima de una neumonía.
"Luego de ver un caso similar que se presentó en la televisión en el año 2015. la idea de ir a instruir a los pequeños del pueblo se nos ocurrio a los dos”, recuerda Yan.
Después que su esposo falleció, su hija la animó a viajar para que se animara un poco. Sin embargo, ella lo único que anhelaba era realizar aquel proyecto que ambos habían concebido juntos.
Cuando el primer grupo de estudio comenzó en marzo, apenas habían 10 alumnos en la salita de menos de 10 metros cuadrados. Ahora, la clase puede llegar a tener 30 estudiantes y la habitación luce abarrotada.
"Debido a que el número de alumnos aumenta, quiero construir una casa en la tierra que me dejaron mis abuelos que pueda albergar a 40 estudiantes como mínimo", proyecta Yan.
Ella ya ha dibujado un bosquejo de la casa e invertirá cerca de 100.000 renminbi de sus ahorros y pensión.
"Después de jubilarse, hay personas que viajan y entienden que esa es una buena ocupación", admite Yan. "Sin embargo, en esta etapa de mi vida, he encontrado mi propio camino hacia la felicidad."
(Web editor: Rosa Liu, Rocío Huang)