BEIJING, 24 dic (Xinhua) -- Amenaza, rechazo e intervencionismo son solo algunas de las palabras que los analistas latinoamericanos han usado para referirse al anuncio de Estados Unidos de desempolvar la anacrónica Doctrina Monroe y mantener a Latinoamérica como su "patio trasero".
Aunque el exsecretario de Estado estadounidense John Kerry declaró, en noviembre de 2013 en la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA), que "la era de la Doctrina Monroe terminó", esa política intervencionista de Washington en América Latina no ha perdido su vigencia hasta el día de hoy.
Prueba de ello, es que a principios de este año el entonces secretario de Estado de EEUU Rex Tillerson afirmó que la Doctrina Monroe "ha sido un éxito" y "es tan relevante hoy como lo fue el día en que fue escrita", en 1823.
Para Sun Yanfeng, subdirector del Instituto de Estudios Latinoamericanos, dependiente del Instituto de Relaciones Internacionales Contemporáneas de China (CICIR, siglas en inglés), EEUU nunca ha abandonado la Doctrina Monroe desde la perspectiva geopolítica.
"Estados Unidos tiene la protección de los dos océanos, sin embargo, su 'abdomen inferior blando' siempre ha sido una preocupación de seguridad para EEUU. Recientemente, la ocurrencia frecuente de problemas como el muro fronterizo entre México y EEUU, y la caravana de migrantes centroamericanos evidenció que Washington enfrenta algunos riesgos de seguridad que le trae América Latina", indicó Sun.
Al recordar las palabras de Kerry, la directora del Centro de Estudios de la Alianza del Pacífico e investigadora de la Universidad de Economía y Comercio Internacional (UIBE), Li Ziying, manifestó que "lamentablemente se ve obviamente que el Gobierno de Trump revitalizó la intervención en la región".
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dio una señal más clara de su intención de revitalizar esa política durante su discurso de septiembre pasado en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.
"Ha sido la política formal de nuestro país desde el presidente (James) Monroe que rechacemos la interferencia de naciones extranjeras en este hemisferio y en nuestros propios asuntos", dijo Trump.
"Estados Unidos nunca ha renunciado a su intervención en América Latina", aseveró Sun.
Según él, la administración Trump intensificó recientemente su intervención en América Latina en varios temas, lo que representa un retroceso para EEUU, al adoptar una actitud que busca "empobrecer al vecino", con el aislacionismo y el pensamiento de la Guerra Fría como sus políticas dominantes.
Sin embargo, "las más salvajes y groseras medidas intervencionistas demuestran que la influencia de EEUU en América Latina, especialmente la influencia del poder blando, está disminuyendo", indicó el investigador de CICIR, agregando que en comparación con los métodos estadounidenses de injerencia usados anteriormente, solo quedan amenazas e intimidaciones.
Li, que tiene una perspectiva similar, aseguró a Xinhua que el discurso de Trump hace parte de la intención de Estados Unidos de mantener la hegemonía global.
Destacó que las nuevas intervenciones o el neointervencionismo de Estados Unidos en Latinoamérica se presenta en diferentes aspectos, como la presión económica a México para renegociar el TLCAN, el retroceso en las relaciones con Cuba y las actitudes de algunos funcionarios de EEUU ante las relaciones de cooperación de América Latina con Rusia y China.
El saliente secretario de Defensa de EEUU, James Mattis, insinuó que los países latinoamericanos podrían estar "perdiendo su soberanía" a través de la recepción de "regalos" y "préstamos", en una clara alusión a los acuerdos de cooperación de América Latina con Rusia y China.
El vicepresidente del país norteamericano, Mike Pence, afirmó que China ofrece préstamos para infraestructura a América Latina que, "en el mejor de los casos, son opacos y cuyos beneficios fluyen masivamente hacia Beijing".
Mientras tanto, el actual secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, alertó a Panamá y a los países de la región para que mantengan los "ojos muy abiertos" ante las inversiones de China para que estas no acaben perjudicando sus economías y a la población.
"Todo eso se arraiga en la mentalidad de que América Latina sigue siendo el patio trasero de Estados Unidos. Es la continuación del intervencionismo de EEUU que afecta el sentimiento de los pueblos latinoamericanos y evocan épocas pasadas y recuerdos dolorosos que dejaron las intervenciones de EEUU en la región", indicó Li.
El analista político peruano Hildebrando Pérez Grande, estimó que hoy en día Venezuela es el principal blanco del discurso usado por el Gobierno de Estados Unidos, en una injerencia directa en un país independiente.
"Hace 50 años el pretexto fue el bloqueo a Cuba y ahora es Venezuela", dijo el catedrático emérito de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
El analista argentino Leandro Morgenfeld indicó que el objetivo primordial de Estados Unidos es imponer su voluntad en América Latina, sin respetar el principio de autodeterminación de los pueblos.
"La excusa es la defensa de la democracia, pero el objetivo es atacar a gobiernos no alineados con Washington, atacar a quienes pretenden construir una integración regional autónoma o un vínculo exterior más diversificado que incluya otros países fuera de Occidente", apuntó el historiador argentino.
En ese sentido, varios expertos han señalado que el objetivo de los discursos de los funcionarios estadounidenses es contrarrestar la influencia de China y Rusia en la región, en una evidente contradicción dado que Estados Unidos tiene sólidas relaciones económicas y políticas con ambos países.
"Estados Unidos considera a China y Rusia como sus rivales a nivel mundial, por lo que intenta controlar, balancear e incluso expulsar las influencias de China y Rusia en este continente, esto tiene como significado el 'reenfoque' de EEUU en América Latina", precisó Sun.
"No podría haber un contraste más llamativo entre la retórica anti-China que prevalece en Washington y el entusiasmo por China que prevalece entre los Gobiernos latinoamericanos", asegura la analista colombo-estadounidense Natalia Cote-Muñoz en un artículo publicado en el portal ChinaFile.
Esa dinámica positiva de Latinoamérica con China permitió que, en el curso de los dos últimos años, Panamá, República Dominicana y El Salvador establecieran relaciones diplomáticas con China, lo que generó una airada reacción de Washington.
"El establecimiento de relaciones diplomáticas de estos países con China representa las opciones de los pueblos respectivos (...) a final no importa la actitud de los ajenos, los países tienen el pleno derecho de elegir sus amigos y su camino", señaló la profesora Li.
De acuerdo con Sun, a pesar de los discursos de los funcionarios estadounidenses, los países latinoamericanos ya saben quiénes son sus verdaderos socios y quiénes pueden brindarles la cooperación que necesitan.
"Mediante indagaciones y prácticas, los países latinoamericanos han descubierto que Estados Unidos a menudo ofrece promesas y no las cumple, y China, por otra parte, es el 'socio natural' de América Latina", afirmó.
Sun aseguró que la cooperación chino-latinoamericana cuenta con una base sólida, una voluntad fuerte de ambas partes y un potencial enorme.
La iniciativa de la Franja y la Ruta, por ejemplo, proporciona una nueva plataforma y un nuevo impulso para el desarrollo de las relaciones entre China y América Latina, ya que esta propuesta china está en línea con las necesidades reales de los países latinoamericanos de aumentar el comercio, modernizar las industrias e infraestructuras, entre otras, indicó.
Las injerencias y acciones "mínimas de Estados Unidos podrán provocar algunas pequeñas olas, pero no afectarán la gran tendencia de la cooperación entre China y América Latina", puntualizó Sun.