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El rápido progreso del oeste de China visto desde un tren lento

Actualizado a las 15/02/2019 - 14:49
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LANZHOU, 15 feb (Xinhua) -- El sol apenas comienza a asomarse, la vía del ferrocarril todavía se pierde en la oscuridad, y el tren ruge al entrar a la estación. Yu Xinbao, oriundo del poblado de Pan'an del distrito de Gangu de la provincia noroccidental china de Gansu, recoge sus canastas vacías y aborda el convoy que lo llevará de vuelta a casa.

En las vísperas del Año Nuevo lunar, aprovechando la temporada alta, no pocos labriegos toman el mismo tren para ir a las ciudades vecinas a vender sus productos, pero también para visitar familiares y amigos y acudir a las ferias que se celebran con ocasión de la festividad.

Se trata de la sección Tianshui-Lanzhou del ferrocarril de Longhai, que conecta a Gansu con la provincia suroriental de Jiangsu. Con el código 7504/3, es uno de los que popularmente se conocen como "tren de piel verde", por su color, o "tren lento", por los 60 kilómetros a los que se desplaza. No que esta velocidad suponga mayor problema para los usuarios, que tras 60 años movilizándose en él ya lo consideran como un viejo amigo.

El hecho de que los viajeros casi siempre sean los mismos hace que en ocasiones especiales, como la Fiesta de la Primavera, los siete vagones de asiento duro se vean invadidos por una atmósfera de celebración y un ambiente familiar.

Hoy ha sido un buen día para Yu, ha vendido dos canastas de dátiles negros, un producto primordial para los chinos por su valor nutricional. Sin embargo, solo en los últimos dos años se ha posicionado como un regalo de Año Nuevo, ya que la gente cada vez tiende más a obsequiar productos beneficiosos para la salud de sus seres queridos.

Aprovechando esta tendencia, desde el pasado invierno Yu va al distrito vecino de Wushan a comprar dátiles negros y luego paga 3 yuanes (44 centavos de dólar) por un billete de tren con destino a Wenfeng, un pueblo mucho más grande, donde el producto se ha hecho tan de moda en el festival como el color rojo. "En los últimos dos meses he vendido 750 kilos, y por cada kilo me he ganado 5 yuanes", celebra.

Yu y sus dátiles ya son bien conocidos en Wenfeng, y muchos lugareños siempre esperan a que él llegue para comprar sus dátiles.

Por supuesto, la demanda hace que él no sea el único proveedor. "En los últimos años es cada vez más común que la gente regale dátiles negros para el Año Nuevo", dice Wang Weijie, quien viaja en el mismo tren.

Ma Xiaomeng, la máxima autoridad en el 7504/3, comenta que en época de Fiesta de la Primavera, la mayoría de los pasajeros son agricultores que van a vender sus productos a otros pueblos.

Los trenes "de piel verde", para muchos un rezago de la época en la que China era un país pobre, y que hoy algunos toman solo por "vivir una aventura o dar un vistazo al pasado", de hecho conservan algunos aspectos en su operación que poco o nada tienen que ver con el moderno sistema ferroviario actual que es uno de los pilares del desarrollo del país.

Por ejemplo, a diferencia de los trenes de alta velocidad, cuyos billetes se pueden comprar por anticipado desde el teléfono móvil, los boletos para el 7504/3 no están disponibles ni siquiera en las ventanillas de la mayoría de las estaciones por las que pasa, por lo que los pasajeros deben comprarlos con la tripulación una vez han abordado.

Pero los usuarios y empleados del ferrocarril están tan acostumbrados a esta dinámica, que no ven en ella ningún problema. "El tren para en todas las estaciones, y ya nos conocemos con muchos de los pasajeros habituales", relata Zhang Xiaoling, quien ha trabajado en el sistema ferroviario por 23 años, y agrega que la tarifa completa, de extremo a extremo de la sección, es de tan solo 14,5 yuanes (2,15 dólares).

Jia Pengfei, director de la Oficina de la Sección Ferroviaria de Longxi del Buró Ferroviario de Lanzhou, destaca que "los precios no han subido, pero la calidad del servicio y las instalaciones sí han mejorado mucho en los últimos años". Además, añade, la ruta se ha extendido, brindando oportunidades de desarrollo a las áreas más pobres, que antes estaban desconectadas del sistema.

En China, el desarrollo económico de la región occidental está, en general, por detrás del de la oriental. En Shaanxi, Sichuan, Gansu y otras provincias del oeste, aparte de los ferrocarriles de alta velocidad, que viajan a más de 200 kilómetros por hora conectando zonas urbanas y rurales, también hay todavía numerosos trenes que, a pesar de no superar los 70 kilómetros por hora, son vitales para mantener en contacto los pueblos y aldeas de la región.

La velocidad se mantiene pero otras cosas van cambiando. Por ejemplo, hoy los trenes son más cómodos, y los paisajes que se ven a través de sus ventanas son más pintorescos. Ma Xiaomeng cuenta que en el pasado, en los alrededores de la línea férrea predominaban las casas pequeñas y extensos cultivos de maíz, trigo y otros productos agrícolas.

Ahora las casas de un piso están siendo reemplazadas por pequeños edificios residenciales, y a los cultivos de cereales se han sumado áreas sembradas de plantas medicinales, frutas y otros cultivos comerciales. Según estadísticas oficiales, en varios de los distritos por los que pasa el 7504/3, el ingreso disponible per cápita de los habitantes rurales superó los 6.000 yuanes (886 dólares) en 2017.

El 7504/3 hace parte de los 102.000 kilómetros de trenes tradicionales con que cuenta China, la mayoría de ellos con velocidades de hasta 160 kilómetros por hora. Otros 29.000 kilómetros de vías permiten el desplazamiento de convoyes que, de acuerdo con la categoría, viajan a velocidades tope de 250, 300 y hasta 350 kilómetros por hora. Cada tramo, cada región, cada provincia tiene el servicio que mejor se acomoda a su situación y propósito.

Para Yu Xinbao y sus coterráneos el tren no es para ir lejos, sino para seguir avanzando, a paso lento pero seguro, hacia el desarrollo.

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