BEIJING, 25 feb (Xinhua) -- La llamada ayuda humanitaria a Venezuela no debería ser una fuente de enfrentamiento social en una frontera activa y tradicionalmente pacífica como lo es la que comparten a lo largo de más de dos mil kilómetros este país y Colombia, una línea cuya armonía se vio afectada con el fallido ingreso de mercancía estimulada por Estados Unidos.
La ayuda humanitaria suele distanciarse de las tendencias políticas y enfocarse en los seres humanos, pero esta vez lo que hace EEUU es prácticamente alentar las diferencias y echar combustible en una hoguera en la que los primeros lesionados serían los mismos venezolanos.
El Gobierno de Estados Unidos, que promete una ayuda humanitaria en Venezuela, está obligado a reflexionar sobre si esta contribución tiene tintes políticos, de qué manera su intervención inclina de un lado u otro la balanza e incluso si precipita un conflicto que sufriría directamente el pueblo venezolano.
Precisamente, la ONU a través de su portavoz, Stéphane Dujarric, instó a "despolitizar" el suministro de ayuda humanitaria a Venezuela y pidió a todas las partes avanzar hacia unas negociaciones políticas serias y a una reducción de las tensiones.
"La ayuda humanitaria debe ser utilizada de manera imparcial, libre de objetivos políticos o militares", dijo a periodistas el funcionario del organismo internacional.
En ese contexto ya se había pronunciado a principios de mes el presidente mexicano, Manuel Andrés López Obrador, quien en una rueda de prensa pidió no mezclar la ayuda humanitaria con los asuntos políticos, y precisó que esa es una ratificación de una postura que ha asumido la Cancillería de México sobre la actual coyuntura venezolana.
Washington debería tomar atenta nota y preguntarse si sus donaciones satisfacen las necesidades alimentarias y de salud que busca paliar, es decir, si el enfoque humanitario al que cree contribuir se está llevando a cabo de una manera efectiva en lugar de conducir a una confrontación.
Una de las primeras voces en poner en duda el supuesto enfoque humanitario que EEUU le ha dado al ingreso de las mercancías a Venezuela fue la del jefe de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Colombia, Christoph Harnisch, quien en entrevista con la revista colombiana Semana dijo que en la actual circunstancia hay una manipulación del término humanitario.
A la pregunta de Semana de ¿cuál es el factor que hace que el CICR no pueda actuar en un caso como el de la frontera colombo-venezolana? Harnisch contestó que "para que sea una ayuda humanitaria debe ser enfocada en las necesidades de los más vulnerables. Para tener el efecto máximo, debe ser neutral, independiente. El que distribuye tiene que tener independencia para decidir a quién va a distribuir".
Harnisch agregó que "hoy estamos en una situación en la que desafortunadamente la primera víctima de lo que está pasando es la palabra 'humanitaria', porque hay un debate, hay una controversia pública, hay una manipulación de todas partes de este término".
Además del concepto humanitario, las víctimas más visibles, y graves, son los pueblos de Colombia y Venezuela que durante décadas y a diario han compartido una frontera armoniosa donde cientos de personas cruzan de un lado para otro por motivos de trabajo, estudio o atención en salud.
Como lo manifestó el ministro para la Comunicación y la Información de Venezuela, Jorge Rodríguez, después de conocer los primeros reportes sobre el intento de la entrada de las mercancías, "estaba contemplado asesinar a las personas que diariamente transitan por los pasos fronterizos entre ambos países y fomentar una provocación", reportó Radio Habana Cuba.
Lo que se vive en este momento en la frontera colombo-venezolana es una tergiversación del término humanitario para enmascarar una acción política con un único fin: derrocar al actual presidente venezolano y cooptar los bien conocidos recursos energéticos del país suramericano.
El analista Julián Sabogal Tamayo en su blog de la colombiana Universidad de Nariño advirtió que "es demasiado tentador para Estados Unidos la posibilidad de apropiarse de un país que cuenta con las mayores reservas petroleras del mundo" a través de una estrategia humanitaria que en realidad es un "caballo de Troya" cuyo fin último es el de "derrocar" al actual gobierno venezolano.
La puesta en duda del carácter humanitario no se limita al CICR, partidos políticos y ciudadanos de Centroamérica y Cuba, la han venido objetando y ponen en primer plano las vidas de los civiles, amenazadas por lo que ocurre en la frontera.
En Managua los partidos políticos de izquierda de Costa Rica, Cuba, El Salvador, Guatemala, Panamá y República Dominicana se opusieron la semana pasada a la "irracional arremetida de los enemigos de la humanidad" e hicieron un llamado para "frenar las acciones bélicas".
En Cuba, tres millones 600 mil 460 ciudadanos firmaron la campaña "Manos fuera de Venezuela" en rechazo a las amenazas de una agresión militar en terreno venezolano.
"En la República Bolivariana de Venezuela hay que defender los postulados de la proclama de América Latina y el Caribe como zona de paz. Hay que defender allí la soberanía de todos, la independencia de todos y la igualdad soberana de los Estados", expresó el presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), Fernando González.
Los preocupantes desmanes ocurridos en los últimos días en la frontera son una alerta de que algo más complejo y violento puede pasar. Por ello gobiernos como los de México y Uruguay abogan por una solución pacífica a la crisis en Venezuela.
Lo que se necesita en este momento en Venezuela, en América Latina en general, es la prevalencia de la paz, los derechos humanos y el carácter humanitario que reclama el director del CICR en Colombia.
O como lo expresa Sergio Rodríguez Gelfenstein en su blog de Sputnik: "Lo mejor sería que prevaleciera la sensatez, se evitara la vía armada como supuestos mecanismos de solución de la situación de Venezuela y el diálogo y la negociación se impusieran por sobre cualquier método violento".