Por Javier Ureta
MADRID, 29 abr (Xinhua) -- El líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ganó el domingo las elecciones generales de España con un 28,7 por ciento de los votos, la primera victoria socialista en once años.
Sánchez fue el gran vencedor de unos comicios cuyo resultado se explica por una infinidad de factores, entre ellos la debacle del conservador Partido Popular (PP) y la fragmentación de la derecha, hegemonizada en los últimos años por esa formación.
DEBACLE DEL PARTIDO POPULAR
Si Sánchez y el PSOE han sido los vencedores de los comicios, el PP de Pablo Casado ha sido el gran derrotado tras perder 3,5 millones de votos, 71 escaños y 16 puntos porcentuales frente a las elecciones de 2016. Esta debacle responde a varios factores.
El primero, los continuos casos de corrupción en el partido en los últimos años. El 24 de mayo del año pasado, la justicia española consideró probado que existía una trama de corrupción en el PP que permitió durante al menos 10 años el enriquecimiento personal de cargos del partido.
Fue la gota que colmó el vaso para otras fuerzas políticas, que, el 2 de junio de 2018, decidieron respaldar la moción de censura con la que Sánchez descabalgó a Mariano Rajoy al frente del Gobierno.
Otro motivo ha sido la gestión de la crisis separatista de Cataluña desatada 1 de octubre de 2017, cuando esa región del noroeste celebró un referéndum de autodeterminación prohibido por la justicia e incluso declaró unilateralmente su independencia durante ocho segundos para luego suspenderla indefinidamente.
"El Gobierno de Rajoy no tuvo la voluntad política de arreglar ese escenario y cuando quiso hacerlo ya fue tarde. Ahondó una crisis que dividió no solo a la sociedad catalana, sino a España en general", explicó a Xinhua el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid Jaime Ferri.
Después de la salida de Rajoy del partido, el PP eligió como su sucesor a Pablo Casado (Palencia, 1981), un joven diputado que apostó por virar hacia la derechización de la formación.
"Ahí quedó acorralado entre Ciudadanos, más moderados, y VOX y su populismo de ultraderecha", consideró Rafael Barberá, periodista y experto en comunicación política de la Universidad Francisco de Vitoria.
FRAGMENTACIÓN DE LA DERECHA E IRRUPCIÓN DE LA ULTRADERECHA
En estas elecciones, la derecha se ha presentado dividida por primera vez desde 1986, cuando el PP compartía tablero político con el Centro Democrático y Social (CDS) del expresidente Adolfo Suárez.
Si la caída de Unidas Podemos (10 escaños, 108.942 votos y 1,47 por ciento de apoyo menos) ha aglutinado el voto de izquierda en torno al PSOE (38 diputados, 2.037.149 votos, y 6,05 por ciento de apoyo más), la derecha ha pagado repartir su voto entre el PP, los liberales de Ciudadanos y Vox.
España, un país en el que la ultraderecha no había tenido representación parlamentaria hasta hoy, vio cómo VOX se hacía con 24 diputados y más de 2,5 millones de votos después de que en 2016 sumase únicamente 47.182 papeletas.
Según el experto Rafael Barberá, la formación que lidera Santiago Abascal surge como una reacción al desafío secesionista de Cataluña.
"Todo lo que hace, lo realiza en clave nacional diciendo proteger la unidad de España. Las ambiciones independentistas catalanas han causado mucho malestar en el resto del país y que VOX se haya posicionado frontalmente en contra le ha abierto un hueco en el espectro político", comentó.
El experto y profesor de la Universidad Europea de Madrid Pablo Martín de Santa Olalla señaló a Xinhua otra clave.
"VOX se aprovecha también del viraje a la socialdemocracia del PP durante la etapa de liderazgo de Rajoy y ocupa un sustrato ideológico que ha estado oculto durante años como la derecha más conservadora. VOX ha llegado para quedarse", observó.
UN FUTURO INCIERTO
La principal misión de Sánchez es ahora gobernar este escenario político.
Para formar un Ejecutivo, tiene que conseguir el apoyo de al menos 176 de los diputados que componen la Cámara Baja española.
Una de las opciones sería sumar sus 123 diputados a los 42 de Unidas Podemos y su filial catalana En Comú Podem para obtener 165 apoyos y, a partir de ahí explorar pactos con formaciones regionalistas como Compromís, Partido Regionalista de Cantabria, Partido Nacionalista Vasco (PNV) o Coalición Canaria o Coalición por Melilla.
Un pacto que daría un lugar a un Gobierno sostenido por 180 diputados sería el que formarían PSOE y Ciudadanos, aunque el líder de los liberales, Albert Rivera, descartó pactar con Sánchez antes de la campaña electoral.
Las bases socialistas tampoco parecen apoyar esta alternativa y, en la celebración de la victoria del PSOE, miles de personas congregadas gritaron "Con Rivera no".
En todo caso, se abre ahora un escenario incierto en el que la prioridad debería ser buscar un Gobierno con la base más amplia posible para garantizar la estabilidad.