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ESPECIAL: Los habanos en manos de una tradición familiar en Cuba

Actualizado a las 28/02/2020 - 11:10
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Por Raúl Menchaca

LA HABANA, 27 feb (Xinhua) -- Los habanos, quizás el producto más conocido de Cuba, se sustentan en una centenaria tradición familiar que garantiza la transmisión de un conocimiento único y permite la elaboración a mano de los afamados puros.

José Miguel Alvarez es uno de los torcedores, como se les denomina a quienes elaboran a mano los habanos, que conserva la tradición familiar en la fábrica La Corona, una emblemática instalación visitada este jueves por los participantes del 22 Festival Internacional del Habano.

Alvarez, un hombre de 67 años con más de tres décadas vinculado a esa labor, vive ahora en La Habana, pero nació en la provincia de Cienfuegos, en el centro-sur de Cuba, en una familia de cosecheros de la hoja.

Además de Alvarez, quien es el líder sindical de la fábrica, en la familia son torcedores la esposa, un hijo, una nieta y un sobrino, todos trabajando en la misma instalación, donde más de 300 hombres y mujeres confeccionan cada día de 26.000 a 30.000 puros.

"Espero que alguno de mis tres bisnietos continúe el camino familiar y también sea torcedor en el futuro", dijo a Xinhua sin ocultar la sonrisa.

Alvarez está convencido de que el torcido a mano permite individualizar la producción y eso garantiza el control de una calidad estable del producto.

En el área de torcido hay mucho ajetreo en las mesas donde se enrollan las hojas, aunque hay un relativo silencio, pues como es habitual cada día trabaja una lectora de tabaquería.

Los lectores de tabaquería son un pequeño gremio de personas que durante la jornada laboral de los torcedores leen en voz alta el periódico o alguna obra relevante de la literatura universal, como forma de entretenerlos en una labor que llega a ser rutinaria.

Pero la distracción de la lectura no impide la exquisita elaboración de los puros, cada uno de los cuales lleva como promedio cinco tipos distintos de hoja, según la marca que se elabore.

En La Corona se elaboran los habanos de las marcas "Cuaba" , "Hoyo de Monterrey", "Romeo y Julieta" y "San Cristóbal de La Habana", las cuales reciben hojas de los macizos agrícolas tabacaleros de Pinar del Río, en el extremo oeste del país, y de la cercana Artemisa, colindante con La Habana por el suroeste.

Con esas hojas trabaja también Fidel Seguí, quien es considerado como uno de los mejores torcedores del lugar y quien tiene sentado a su lado a su hijo, un joven egresado de uno de los cursos que se imparten en esa entidad, la fábrica de tabaco torcido más grande de Cuba.

"Tengo a mi hijo aquí trabajando conmigo. Es un buen torcedor también", afirmó Seguí, quien elabora una decena de puros cada hora para promediar de 80 a 100 diarios.

Este hombre de 56 años, que lleva dos décadas en la elaboración de habanos, asegura que lo más difícil es lograr una buena tripa, es decir la parte interna del puro, para lo que es decisiva la experiencia del torcedor a la hora de enrollar las hojas sin apretarlas demasiado o torcerlas.

Aunque no sabe si sus nietos llegarán a continuar la tradición familiar, Seguí confía ahora en la capacidad de su hijo, a quien trata de transmitir toda su experiencia "para que sea un buen torcedor".

Nieves Santana es una mulata cincuentona por cuyas manos pasan cada día, desde hace 20 años, cerca de un millar de hojas que, tras una exhaustiva selección, son la materia prima de los torcedores.

"Mi mamá también trabajó en la fábrica, aunque se jubiló hace unos años y yo creo que también me jubilaré aquí", comentó mientras escoge las mejores hojas y les quita las venas centrales.

La elaboración de los puros tiene un riguroso control de la calidad con al menos cinco puntos en que se fiscaliza cada uno de los momentos del proceso, desde la selección de las hojas hasta la confección de las cajas y el anillado de cada habano.

Como marca, La Corona es una de las más antiguas de Cuba, pues fue registrada en 1845 por el español Perfecto López, aunque la fábrica se creó en 1902 y ha funcionado desde entonces prácticamente sin interrupción.

El año pasado de las manos de sus torcedores salieron 5,2 millones de habanos y para 2020 tienen previsto llegar hasta 5,4 millones, una cifra sustentada en una centenaria tradición familiar.

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