Por Palden Nyima y Daqiong
Cada año, las grullas de cuello negro pasan el invierno en el condado Lhundrub, región autónoma del Tíbet, y en primavera regresan a la pradera del norte.
Para el oficial de patrulla tibetano Tenzin, el trabajo de vigilar las grullas es un placer.
"La gente considera auspicioso cuando las grullas regresan a sus aldeas de origen", asegura Tenzin, citado por el Servicio de Noticias de China.
El condado Lhundrub se ha convertido en una reserva natural para esta apreciada especie.
Junto con otros oficiales de patrulla, este hombre de 59 años, durante casi siete años ha trabajado por mantener a las aves seguras.
Sus esfuerzos han dado frutos. El número de grullas de cuello negro en el Tíbet ha crecido a más de 8.000 desde los menos de 2.000 ejemplares que habían a finales del siglo XX.
Catalogadas como un animal de primera clase protegido por el Estado, las grullas son exclusivas de la región de la meseta. El pueblo tibetano las considera sagradas.
La principal rutina diaria de Tenzin incluye patrullar, alimentar y rescatar las aves.
"Cuando estoy de servicio, me aseguro de que las grullas no sean perseguidas por perros callejeros", afirma Tenzin. "También garantizo la seguridad de cualquier ejemplar que esté enfermo o herido".
La Oficina Forestal y de Pastizales de Lhundrub asegura que en este momento hay invernando entre 2,000 y 2,200 grullas de cuello negro.
"Las grullas de cuello negro hacen principalmente su hogar de invierno alrededor de los dos embalses del condado", detalla Luo Qin, miembro del personal de la Oficina Forestal y de Pastizales de Lhundrub.
"Este invierno, para garantizar que las grullas de cuello negro tengan suficiente comida, hemos distribuido a nueve oficiales de patrulla más de 6,750 toneladas de trigo".