La desaceleración que afecta a la economía de América Latina y el Caribe puede provocar que este año el desempleo urbano regional disminuya levemente a 6 o 6,1 por ciento.
Este pronóstico fue presentado hoy en Santiago por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en un informe conjunto.
Ambos organismos de Naciones Unidas indican que la formalización del empleo ha contribuido a una reducción en la desigualdad de los ingresos en la región.
En el documento, titulado "Coyuntura laboral en América Latina y el Caribe", se evalúa la situación laboral durante el primer semestre del año y se mencionan los mecanismos que han permitido reducir la desigualdad de los ingresos laborales en la región en la última década.
"Si bien los datos por países muestran una elevada heterogeneidad, a nivel regional la tasa de ocupación continuó durante el primer semestre del año el descenso iniciado en 2013, cuando el desempleo registró un 6,2 por ciento".
Entre enero y junio de este año, la caída interanual se situó en 55,7 por ciento en comparación con el 56 por ciento anotado en el mismo período del año pasado, debido principalmente al debilitamiento de la generación de empleo asalariado.
En la introducción, Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, y Elizabeth Tinoco, directora regional de la OIT, aseguran que "atendiendo a estas circunstancias, y, por paradójico que pueda resultar, el descenso de la tasa de desempleo no es una noticia enteramente positiva".
Precisan que "la caída de la participación laboral, que está detrás del desempleo decreciente, impacta la autonomía económica de una proporción cada vez mayor de la población, especialmente de las mujeres".
A pesar del estancamiento actual de la economía regional, el balance en los mercados laborales de la región durante los últimos años es positivo.
Más allá de la coyuntura, el informe analiza los vínculos virtuosos entre la formalización del empleo y las mejoras de la distribución del ingreso laboral.
Tras la crisis de 2008-2009, la formalización del empleo siguió aumentando, lo que no sólo favoreció una mayor inserción productiva de muchas mujeres, sino también contribuyó a reducir la brecha de los ingresos laborales entre los ocupados con menores y mayores niveles de escolaridad.
Los puestos de trabajo formales crecieron 12,7 por ciento (53,4 por ciento del empleo total) entre 2009 y 2013, mientras que el empleo informal lo hizo sólo en 2,6 por ciento (46,6 por ciento).
Por su parte, la distribución del ingreso total (empleo formal e informal) mejoró 0,62 puntos porcentuales entre los dos años mencionados.
De acuerdo con la CEPAL-OIT, "el aumento de la formalidad ha beneficiado especialmente a los asalariados, a los trabajadores con niveles de escolaridad intermedios y a las mujeres".