Los hechos sobre el desastre nuclear de Fukushima, causado por un fuerte terremoto, continuaron saliendo a la luz durante los últimos cinco años después del accidente, revelando el alcance real del desastre.
Frente al gobierno local de la aldea de Iidate en la prefectura japonesa de Fukushima hay un dispositivo de medición de la radiación. En su inmaculado panel se observa un número de color rojo: 0,38 microsieverts por hora.
El lugar se encuentra a unos 40 kilómetros de la planta nuclear Fukushima Daiichi, paralizada a consecuencia del monstruoso tsunami causado por el terremoto de marzo de 2011.
Sin embargo, el voluntario Yoichi Tao, físico especializado en la gestión de riesgos, indicó que la medición de la radiación en su propio dispositivo era 8-10 veces la cifra oficial.
Según Tao, el gobierno envió soldados con anterioridad al terreno para limpiar la radiación nuclear en los alrededores, de ahí que la cifra oficial sea tan baja. "Así es como lo hizo el gobierno", dijo.
Toshihide Tsuda, profesor de epidemiología ambiental de la Universidad de Okayama, descubrió que la tasa de niños que sufría de cáncer de tiroides en la prefectura de Fukushima era hasta 20-50 veces más alta que el promedio nacional en 2014, tres años después de la tragedia nuclear.
No obstante, su descubrimiento no despertó la preocupación del gobierno nacional ni local, sino que fue rechazado por el gobierno de la prefectura de Fukushima, que atribuyó el fenómeno a un auge de "sobrediagnóstico". El gobierno local insistió en que los casos de cáncer y la radiación nuclear no estaban relacionados.
El gobierno japonés admitió en agosto de 2013 que al menos 300 toneladas de agua altamente contaminada fluía libremente hacia el océano Pacífico de forma cotidiana, y el problema podría persistir por muchos años.
Sin embargo, en septiembre del mismo año, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, declaró a la comunidad internacional, cuando Japón defendía su candidatura a sede de los Juegos Olímpicos de 2020, que la crisis estaba "totalmente bajo control".
Además, se ha revelado que TEPCO, o Compañía de Electricidad de Tokio, tenía conocimiento de múltiples fallos en los reactores de la referida planta después del tsunami, pero ocultó intencionalmente dichas informaciones al público sobre la verdad hasta hace muy poco.
Subestimar el impacto a largo plazo de este accidente nuclear podría conducir a una escasa supervisión de los alimentos contaminados e incluso generar un optimismo ingenuo por parte del gobierno japonés, lo cual daría paso a una negligente gestión oficial de las secuelas, advirtieron expertos.