Por Eloyza Guardia
RIO DE JANEIRO, 21 ago (Xinhua) -- Siempre se puede confiar en los brasileños y, en especial, en los cariocas (quien nace y vive en Río de Janeiro) para animar la fiesta, hasta en los Juegos Olímpicos, cuya 31ª edición cerró este domingo con un carnaval que unió a bailarines, atletas y público en el estadio Maracaná en una celebración inédita en este tipo de ceremonia.
Al final de los 21 días de los primeros Juegos Olímpicos de Sudamérica, Río de Janeiro hizo gala del título de su canción lema, "Ciudad Maravillosa", tras organizar un evento que, pese a tener fallas como todos los anteriores, excedió en lo que se refiere al ambiente creado para recibir a miles de deportistas y turistas de todo el mundo.
"Os amamos brasileños. Gracias por vuestra cariñosa hospitalidad. Tienen muchas razones para estar orgullosos. Estos Juegos han demostrado que la diversidad es un enriquecimiento para todo el mundo", afirmó el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, en la ceremonia de clausura, que se desarrolló en gran parte bajo la lluvia.
"Fueron unos Juegos maravillosos, en la ciudad maravillosa. Durante los últimos 16 días, un Brasil unido animó al mundo, en estos tiempos difíciles para todos nosotros", agregó el dirigente alemán.
En rueda de prensa la víspera, Bach había afirmado que el COI volvería a elegir Río como sede de los JJ.OO., pese a toda la polémica desatada por la grave crisis política y económica que ha vivido Brasil en los últimos dos años.
"Sí, la elegiríamos", dijo Bach a los periodistas. Hoy, reiteró en el Maracaná su confianza en que "estos Juegos Olímpicos dejan un legado único para las generaciones venideras. La historia hablará de un Río de Janeiro antes y un Río de Janeiro mucho mejor después de los Juegos Olímpicos".
Como en la ceremonia de apertura, la despedida fue sencilla pero creativa, con mucha música brasileña de los más variados tipos y usando juegos de luces y colores para crear dibujos fantásticos relacionados con la naturaleza exuberante del país tropical y las artes populares.
Durante la ceremonia, como es tradicional, se entregaron las medallas a los ganadores del maratón olímpico. El fondista keniano Eliud Kipchoge se colgó el oro, mientras la plata fue para el etíope Feyisa Lilesa y el bronce para el estadounidense Galen Rupp.
Asimismo, se cumplieron los protocolos de la entrega de la bandera olímpica a Tokio, que hizo la tradicional presentación de ocho minutos invitando el mundo a estar presente en la ciudad sede de 2020.
La música volvió a llenar el escenario y la antorcha se apagó, algo que, en Río, se hizo a través del agua, pero no la de la lluvia que continuaba cayendo, sino de otra preparada para esta finalidad.
"Ciudad maravillosa, llena de encantos miles, ciudad maravillosa, corazón de mi Brasil", el "himno" no oficial de Río de Janeiro invadió la cancha del Maracaná, transformada en tablado, cantado por músicos y bailarines de las principales Escuelas de Samba.
Luego, llegaron las "marchinhas de carnaval", músicas que se suelen tocar en los bailes carnavalescos desde hace muchas generaciones y que todos los brasileños conocen.
La alegría, el ritmo y los bailarines contagiaron a los atletas que, invitados, regresaron al tablado para participar de la apoteosis de unos Juegos Olímpicos "icónicos e inolvidables", como los describió en su discurso Thomas Bach.