BUENOS AIRES, 5 dic (Xinhua) -- La crisis en el fútbol argentino volvió a quedar en evidencia en las últimas horas, con un paro de actividades de los árbitros a raíz de los episodios de violencia en las canchas.
Todo se desencadenó con la brutal agresión sufrida el último fin de semana por Claudio Elichiri en el Torneo Federal B, que organiza la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).
En el partido entre el local Sarmiento de Ayacucho y Sansinena de General Cerri, en la provincia de Buenos Aires, los jugadores del primer equipo y aficionados atacaron al árbitro y le provocaron un fuerte corte en un pómulo, que requirió cuatro puntos de sutura.
Ocurrió luego de que no cobrara un penalti para Sarmiento y en la jugada siguiente Sansinena marcó un gol para adelantarse 2-1.
"En el momento no sabía qué hacer, no lo puedo creer. Es la primera vez que me pasa algo así. Tengo tres hijos, te da una impotencia. Todo está mal, la sociedad está mal", describió.
La víctima contó: "Yo no vivo del arbitraje, tengo con mi papá una empresa de construcción. Me encanta arbitrar, voy a seguir haciéndolo, son cosas que te hacen más fuertes".
Asimismo, relató que no pudo asistir al acto de graduación de su hija del jardín de infantes por esta agresión y acotó: "Cuando llegué a mi casa, nos abrazamos y lloramos los dos con mi mujer. Nunca pensé que me iba a pasar esto".
Por este episodio, el Sindicato de Arbitros (SADRA) lanzó un paro de actividades al que se adhirió luego el otro gremio (AAA).
Sin embargo, el Ministerio de Trabajo de la Nación dictó este martes la conciliación obligatoria ante la huelga, por lo que finalmente habrá fútbol.
El domingo está previsto que se dispute el superclásico del fútbol argentino entre River Plate y Boca Juniors, en el estadio "Monumental", en Buenos Aires.
La violencia en este deporte, sin embargo, sigue sin control: los aficionados violentos se manejan en los clubes como si fuesen sus dueños y desde la política los utilizan como fuerzas de choque para sus actos proselitistas.
En el caso de Elichiri, uno de sus agresores, según se confirmó hoy, fue un sobrino del presidente del club Sarmiento de Ayacucho.