BEIJING, 11 jul (Xinhua) -- Dos décadas después de la crisis financiera asiática que precipitó a las naciones hacia la agitación política y económica, China se ha erigido en una de las más importantes potencias financieras, capaz de contribuir en mejor forma al mundo.
Entre los más recientes avances del sector financiero está el reconocimiento de los títulos chinos a escala global. El proveedor de índices de acciones MSCI incluyó finalmente, hace solo dos semanas, una serie de acciones cotizadas de Shanghai y Shenzhen en uno de sus tres índices con más volumen de negocio, tras tres años de dilaciones.
El camino no ha estado exento de meandros y obstáculos.
La crisis de hace 20 años atenazó rápidamente a la mayoría de economías de Asia, incluida la de Hong Kong, lo que hizo que el PIB y el crecimiento de las exportaciones se frenase notablemente. China, sin embargo, hizo grandes esfuerzos por proteger de la devaluación a su moneda, el renminbi, lo que contribuyó a la estabilización de la región y, en la práctica, de la economía mundial.
Las lecciones no cayeron en saco roto. El origen de la crisis apunta a la apertura prematura de cuentas de capital antes de que los sistemas financieros nacionales y la normativa estuviesen preparados.
China ha perseverado durante las dos últimas décadas en la implantación de medidas políticas económicas y financieras sólidas, así como en la regulación efectiva de la supervisión con el objetivo de levantar un sistema financiero más abierto y competente y cumplir los compromisos con la OMC.
Desde la reforma del sector bancario hace unos años hasta el refuerzo de la regulación financiera actual, la aplicación de reformas no se ha detenido pese a los problemas que han ido emergiendo, especialmente en los últimos años.
La contracción del crédito de 2013 en los bancos chinos conllevó un alza de los tipos interbancarios superior al 10 por ciento que supuso un duro golpe para el mercado y sembró las dudas entre los inversores. Un año después, una importante compañía marisquera causó nueva sorpresa al anunciar unas pérdidas cuantiosas de dudosa naturaleza.
Una fuerte e imprevista caída del mercado hizo evaporarse una enorme cantidad de patrimonio en 2015, especialmente de pequeños y nuevos inversores, lo que dio pie a la remodelación sectorial de los préstamos online el año pasado.
Al cierre de 2016, el sistema financiero de China gozaba del respaldo del sector bancario más grande del mundo, con activos combinados por valor de más de 232 billones de yuanes (34 billones de dólares), un mercado de valores de casi 54 billones de yuanes y un sector de los seguros con activos que superaban los 15 billones.
La voz de China en el sistema financiero global es ahora muy importante. El funcionario del Ministerio de Hacienda Yang Shaolin fue nombrado el año pasado responsable administrativo y director gerente del Banco Mundial, en la estela de Zhu Min y Justin Lin Yifu, que también ocuparon cargos en instituciones financieras internacionales.
Pese a los pasos dados, China sigue comprometida con dar al mercado un mayor papel a la hora de decidir los tipos de interés y las tasas de cambio del yuan.
En el nombre de la total liberalización de los tipos de interés, el banco central eliminó en 2015 el límite superior del 50 por ciento para las tipos de depósitos, lo que en principio dejaba vía libre a los bancos para fijar sus propias intereses en ese campo. Ese año también se ajustó el sistema de parida central para vigilar más de cerca la tasa de cambio del yuan frente al dólar.
La fijación de las tasas de paridad diarias se basa ahora en la tasa registrada al cierre del mercado interbancario de divisas del día previo, de la oferta y demanda del mercado y de los moviimientos de otras importantes monedas.
Para coordinar la regulación monetaria y financiera se creó en 2013 un mecanismo de reunión ministerial presidido por el banco central para sentar a la misma mesa cuando fuese necesario a representantes de la banca, la bolsa, los seguros y los reguladores de divisas con los de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, el Ministerio de Hacienda y otros entes gubernamentales.
La crisis financiera asiática de 1997 fue una llamada de atención para todos. Ninguna nación se puede permitir permanecer impasible y tomarse a la ligera los riesgos financieros. Desde entonces, China ha logrado con éxito defender su estabilidad financiera y atajar los riesgos regionales.