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Huracanes y cambio climático validan iniciativa cubana Tarea Vida

Actualizado a las 27/10/2017 - 14:01
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LA HABANA, 26 oct (Xinhua) -- El paso destructivo del huracán Irma por gran parte de Cuba en septiembre último demuestra la validez e importancia del programa Tarea Vida, diseñado por especialistas locales para enfrentar el cambio climático.

Irma, el mayor huracán formado en el océano Atlántico con vientos que superaron los 285 kilómetros por hora, pasó por el litoral norte de Cuba de oriente a occidente entre los días 8 y 10 del pasado mes, con saldo de 10 muertos y severos daños en más de 158.000 viviendas, de ellas unas 15.000 derrumbadas, entre otras afectaciones.

Desde el punto de vista de medio ambiente, uno de los mayores impactos del poderoso meteoro fueron las severas inundaciones costeras en el litoral norte de la nación caribeña, algo tenido en cuenta en Tarea Vida.

Para contrarrestar las pérdidas por esta vulnerabilidad, el proyecto incluye una serie de medidas como prohibir construcciones de nuevas viviendas en los asentamientos costeros y reducir las áreas de cultivo próximas a las costas o dañadas por la intrusión marina a los acuíferos subterráneos.

Tarea Vida es un plan de Estado puesto en práctica este año y concebido para una centuria, diseñado sobre bases científicas con un enfoque integral y multisectorial que involucra a los diversos actores sociales, a fin de afrontar los efectos negativos del cambio climático que agudiza los problemas ecológicos de la ínsula.

Cuba inició las investigaciones sobre el cambio climático en 1991 y las intensificó en 2004 luego de daños severos que causaron los huracanes Charley e Iván en el occidente del país.

Los estudios muestran que el clima de la mayor de las Antillas es cada vez más cálido y extremo, en tanto la actividad ciclónica se acrecienta -desde el 2001 hasta la fecha 10 huracanes intensos azotaron a Cuba, hecho sin precedentes en la historia.

También se ha confirmado que el nivel del mar alrededor de la ínsula subió de forma acelerada en los últimos cinco años, lo cual amenaza a poblaciones asentadas en zonas bajas próximas a las costas.

El peligro se cierne además en torno a las bellas playas arenosas de la ínsula, que suman 500 y el 82 por ciento de ellas muestra inicios de erosión, con retrocesos en la línea de costa que promedian 1,2 metros por año, según datos oficiales.

Expertos del ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) aseveran que el crecimiento del nivel del mar constituye el mayor peligro del cambio climático en la nación caribeña.

Según investigaciones, para el año 2050 el nivel del mar podría subir en 27 centímetros, tras lo cual Cuba perdería el cinco por ciento de su territorio actual, y para 2100 el estimado es de 85 centímetros, lo que equivaldría a perder el 10 por ciento de la superficie nacional.

De ocurrir así, Cuba reportará una disminución lenta de la superficie terrestre y la salinización paulatina de los acuíferos subterráneos.

Entre las acciones estratégicas del proyecto gubernamental para contrarrestar las afectaciones en las zonas vulnerables está prohibir la construcción de nuevas viviendas en los asentamientos costeros más vulnerables, reducir la densidad demográfica en las zonas bajas costeras y planificar procesos de reordenamiento urbano de esos asientos poblacionales.

Asimismo, adaptar las actividades agropecuarias a los cambios en el uso de la tierra como consecuencia de la elevación del nivel del mar, así como reducir las áreas de cultivo próximas a las costas.

Pero Tarea Vida va más allá y prevé además asegurar la disponibilidad y el uso eficiente del agua como parte del enfrentamiento a la sequía, dirigir la reforestación hacia la máxima protección de los suelos y detener el deterioro de los arrecifes de coral.

Otras acciones están vinculadas a la energía renovable, la eficiencia energética, la seguridad alimentaria, la salud y el turismo.

Ante los inevitables efectos negativos del cambio climático y la ocurrencia cada vez más frecuente de huracanes de gran intensidad y, por ende, más destructivos debido al incremento de la temperatura del agua en los océanos, la respuesta de Cuba es priorizar las medidas y acciones para elevar la percepción del riesgo y aumentar el nivel de conocimiento y el grado de participación de toda la población.  

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