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Un año de tropiezos para la implementación de la paz en Colombia

Actualizado a las 25/11/2017 - 15:17
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BOGOTA, 24 nov (Xinhua) -- Cuando el presidente colombiano Juan Manuel Santos y el jefe máximo de la guerrilla de las FARC, Timoleón Jiménez o Timochenko, firmaron, hace un año, un acuerdo de paz al que se llegó tras cinco años de conversaciones en La Habana, Cuba, gran parte del país andino estalló en un júbilo lleno de esperanza.

Con esa firma, estampada con una bala de fusil convertida en bolígrafo, parecía que quedaban atrás 53 años de un conflicto armado que dejó más de siete de millones de víctimas entre personas despojadas de su tierra, civiles y uniformados muertos y demás colombianos sobre los que se ejecutaron todo tipo de delitos devenidos de la guerra.

El reto que quedaba en el horizonte no parecía ser menor. La polarización política colombiana se apoderó de la opinión pública y del sentir de los ciudadanos de a pie a quienes se les encomendó la tarea de perdonar a una guerrilla cuyo nombre estuvo ligado a imágenes televisivas de secuestros, masacres y graves atentados tanto a la infraestructura energética como a la población civil.

Al mismo tiempo que sectores de la derecha política del país sudamericano azuzaron las cenizas de esta hoguera, la insurgencia de las FARC emprendió el cumplimiento de una agenda prevista para dar su salto hacia la vida civil y engrosar las filas de la izquierda en la arena política.

En 365 días la guerrilla dejó de serlo; sus más de 7 mil combatientes se agruparon en zonas establecidas para emprender el paso a la vida civil, en contenedores vigilados por la ONU dejaron sus armas y los altos comandantes pidieron perdón a diferentes grupos de víctimas del conflicto armado en varios actos públicos.

También trocaron el sentido de su sigla: FARC, que significaba Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia por el de Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común y eligieron a Rodrigo Londoño como su candidato para la contienda electoral hacia la presidencia de Colombia.

Sin embargo, la contraparte, a su parecer, no ha respondido con altura a sus propósitos de dejar atrás la guerra. Las dos visiones del proceso de paz quedaron expuestas hoy 24 de noviembre de 2017 en la celebración del primer aniversario de la firma.

Sin saludos protocolarios, ni abrazos alegres, ambos firmantes se encontraron nuevamente en el Teatro Colón de Bogotá y desde diferentes atriles dejaron sentado lo que para cada uno va de una implementación llena de obstáculos y tropiezos.

En su intervención, Santos, con tono optimista, aseguró que su gobierno ha empeñado todos sus esfuerzos porque los excombatientes ingresen a la vida civil con todas las garantías y los derechos que la constitución de su país concede a los ciudadanos colombianos.

Sostuvo que el acuerdo de paz, si bien ha tenido errores y ha incurrido en demoras, ha sido bien calificado por prestigiosos centros de estudios como el Kroc de la Universidad de Notre Dame en Estados Unidos, "ellos, luego de comparar 34 procesos de paz en el mundo, han concluido que el nuestro, el colombiano, es uno de los mejor diseñados, más completos y que su avance en un año es más rápido que el de cualquier otro acuerdo de paz".

También aseguró que una de sus prioridades dentro de la implementación corresponde a garantizar la seguridad física de los líderes sociales en áreas rurales antes ocupadas por las FARC. Para lograrlo indicó que toda la fuerza pública, así como la Fiscalía y la Procuraduría trabajan sin cansancio.

Después de hacer un balance, sostenido por cifras oficiales, en el que quedan bien parados los esfuerzos por brindar salud y educación a los excombatientes y a los pobladores de zonas vulneradas por el conflicto, así como los demás temas sensibles como la sustitución de cultivos ilícitos y el desminado humanitario, Santos echó mano de la paradoja del 'vaso medio vacío o a medio llenar' para fundamentar su punto de vista.

A su parecer el vaso del proceso de paz contiene estos resultados positivos y el hecho de que otros lo vean 'medio vacío' indica solamente la pluralidad de puntos de vista que debe haber en una democracia.

"Ahora las FARC y la extrema derecha coinciden en esto último. Y a los dos les conviene criticar al gobierno y al Estado por un supuesto incumplimiento. Bienvenidos a la democracia. Están haciendo política. Pero ellos -el instituto Kroc- lo consideran medio lleno. Nosotros también. El desafío es acabar de llenarlo lo más pronto posible", señaló.

LA JUSTICIA COMO TALON DE AQUILES

Para Rodrigo Londoño y para cientos de voces de la sociedad civil el panorama no es tan óptimo como lo muestran las cifras oficiales y el discurso del presidente Santos.

Sin el mandatario en el recinto, Londoño hizo uso de la palabra y, además de reiterar que su partido político continuará cumpliendo con lo firmado hace un año, dejó ver el descontento de la FARC por las correcciones ordenadas por la Corte Constitucional y aprobadas por el Senado de la República a los acuerdos en lo referente a la implementación de la Jurisdicción Especial para la Paz o Justicia Transicional.

"Presenciamos hoy el más sorprendente espectáculo, el mismo Congreso que refrendó el acuerdo final, que aprobó los actos legislativos que se incorporaron a la legislación nacional, capítulos esenciales del mismo, parece empeñado de modo vergonzoso en hacerlo trizas", dijo Londoño.

"Más aún, la propia Corte que blindó los acuerdos y conminó a todos los poderes a cumplirlos, falla ahora contra ellos", añadió refiriéndose al veto impuesto por el alto tribunal a defensores de derechos humanos de hacer parte del organismo de justicia y la no obligatoriedad de terceros no uniformados de comparecer ante este.

Londoño sostuvo que tanto el gobierno como el órgano legislativo colombianos han urdido en contra de los ahora desmovilizados un turbio engaño. Y en las calles los mismos movimientos sociales que convocaron la celebración de la firma respaldan sus palabras.

En un plantón, realizado durante la misma jornada en la Plaza de Bolívar por organizaciones de familiares de víctimas del conflicto en la que se dispusieron siluetas con los rostros de personas asesinadas durante la guerra, los inconformes con la implementación del proceso levantaron su voz.

Abilio Peña, miembro del movimiento Diálogo Interesclesial por Colombia, dijo a Xinhua que "es muy negativo el incumplimiento por parte del gobierno, estamos hablando de un 17% sólo de cumplimiento de lo acordado, unos problemas serios en los debates legislativos y unos entorpecimientos en los debates para la implementación de la Justicia Transicional que solamente garantizan impunidad para sectores empresariales y políticos".

"Esto no estaba dentro de lo acordado, luego se requiere del trabajo mancomunado de todas las organizaciones sociales para construir salidas no violentas, pero desde acciones que tengan la contundencia de la denuncia ya que el Estado no tiene voluntad política para cumplir con lo acordado", agregó.

En otra manifestación, realizada dos días atrás, el profesor Sergio Desubiría Samper, quien fuera miembro de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas con presencia en los diálogos de paz de La Habana calificó como irresponsables las órdenes de la Corte aprobadas por el Senado de la República.

"Considero que el espíritu del acuerdo ha sido claramente borrado cuando se dan decisiones de la Corte Constitucional, de nueve personas que irrespetan casi todo el proceso de la JEP (Jurisdicción Especial para la Paz) y cuando los parlamentarios quieren introducir elementos que lo que apoyan es la impunidad y lo que demuestran es no ser capaces de darle vía a una justicia restaurativa y prospectiva", opinó para Xinhua el docente universitario.

"Los peligros de la implementación se han venido aunando, se han acumulado para evitar que las generaciones por venir, nuestros hijos y nietos tengan un país en paz y esto realmente es una irresponsabilidad ética (...) Creo que en medio de las dificultades no debemos bajar la guardia y debemos defender el acuerdo para que haya un país diferente", añadió.

El primer aniversario de la firma de los acuerdos de paz concluyó con una reunión a puerta cerrada entre Juan Manuel Santos y los dirigentes del partido FARC, entre ellos Rodrigo Londoño Echeverri.

A su salida de la reunión Santos calificó el encuentro como productivo y volvió a esgrimir la teoría del vaso a medio llenar.

A los excombatientes que dejaron las armas les resta seguir luchando porque el vaso del proceso no sea completado con impunidad e injusticia y al conjunto de la sociedad colombiana entender las palabras que, el mismo día, José Mujica, expresidente de Uruguay, le dedicó desde Panamá a Colombia:

"La paz no es un documento firmado, no es un trabajoso acuerdo, no es solo una organización armada que silencia los fusiles, no es un gobierno que se compromete a un conjunto de prerrogativas. Implica un larguísimo proceso de reconstrucción de una sociedad que no conoce el valor de la paz".

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