Por Zhu Wanjun y Miao Peiyuan
BEIJING, 28 nov (Xinhua) -- Como especialista en el cultivo de papas, el peruano Víctor Otazu ha colaborado durante más de una década con sus colegas chinos en el lanzamiento de una nueva variedad de patata, entre otras aportaciones, para aliviar la pobreza rural en China, el país con mayor producción y consumo de este tubérculo del mundo.
Por su contribución a la investigación y producción de papas en China, Otazu recibió el pasado mes de septiembre el Premio de la Amistad otorgado por el Gobierno chino y con el que reconoce anualmente a 50 expertos extranjeros que hayan realizado contribuciones importantes al desarrollo del país.
La amistad del experto peruano con China comenzó en 2004 cuando recibió, en la estación experimental de Huancayo del Centro Internacional de la Papa (CIP) de Perú, a una delegación de especialistas de la provincia noroccidental china de Qinghai.
Un año después, este admirador de la cultura ancestral china aceptó "sin pensarlo dos veces" la invitación de los investigadores chinos de la Academia de Ciencias Agrícolas y Forestales de Qinghai, iniciando así sus viajes para cooperar con esta organización en la producción de semilla de papa y el control de plagas, entre otros aspectos.
"Cuando fui la primera vez a China me emocioné, pues sabía que el cultivo de papa en este país estaba en pleno crecimiento" y que el tubérculo cumpliría algún día "un rol importante en la alimentación del país más poblado del mundo", dice a Xinhua Otazu.
Recuerda la extrañeza que le produjo que, en el banquete con que lo agasajaron durante su primera visita, no hubiera aparentemente ningún plato con papas.
"'Critiqué' a mis colegas chinos por no considerar en el menú un plato en base a papa, pues mi visita se debía a este cultivo. Y ellos me contestaron que yo era el único que no había probado el plato de papa", relata.
Resulta que la patata en China se prepara de muchas más formas que en Perú, así que no logró distinguirla pues parecía estar a medio cocinar.
En 2006, Otazu colaboró con los investigadores chinos en el lanzamiento de la Qingshu 9º, una variedad que resiste bien la sequía y las plagas, y tiene buen rendimiento y calidad, por lo que se ha convertido en una de las más cultivadas en los campos del país asiático.
"En los trabajos que hice para el CIP en algunos países africanos, vi que esta variedad se adaptaba bien a diferentes climas y presentaba buen rendimiento, por lo que se me ocurrió sugerir a los técnicos de Qinghai considerarla en sus planes", indicó.
Wang Jian, vicepresidente de la academia provincial china y especialista en el cultivo de papas del Ministerio de Agricultura, asegura que "los campesinos del noroeste están muy familiarizados con esta variedad porque les reporta verdaderos beneficios al aumentar los ingresos por hectárea en unos 800 dólares".
Para 2016, esta variedad ya se cultivaba en más de un millón de hectáreas en todo el país y los ingresos netos para los agricultores habían aumentado en unos 425 millones de dólares.
Con la ayuda de Otazu, Qinghai ha introducido del CIP 232 recursos genéticos, ha triplicado la productividad del cruce de variedades en comparación con hace diez años y ha incrementado del 15 al 50 por ciento la tasa promedio de la producción de las papas híbridas.
Desde 2015, China viene promoviendo la estrategia de convertir la papa en el cuarto "grano" del pueblo, tras el arroz, el trigo y el maíz. Actualmente, es el país donde más papas se producen y consumen, con una cuarta parte de la superficie de plantación mundial.
"La papa es un cultivo pilar para aliviar la pobreza en muchas partes de China, por lo que desempeña un papel muy activo para proteger la seguridad alimentaria del país más poblado del mundo", afirma el experto chino.
En este momento, Otazu está escribiendo un libro sobre la agricultura ancestral andina y en un capítulo se pregunta ¿de dónde procedía el primer agricultor americano?
"Estoy convencido de que de las partes altas de China", se contesta, ratificando así la teoría de que fueron los chinos los primeros en llegar a América tras cruzar el estrecho de Bering, llevando consigo sus costumbres y técnicas.
"La cultura china es más milenaria que la cultura inca, pero algunas tecnologías agrícolas son similares como por ejemplo el uso de terrazas", explica.
Al recorrer las partes altas de Qinghai hacia el Tíbet, Otazu se sorprendió de su similitud geográfica con los Andes peruanos.
Según constata, las condiciones geográficas y climáticas de Qinghai la hacen favorable para el establecimiento de una agricultura orgánica que permita a sus agricultores obtener mejores recursos económicos con los cultivos que actualmente tiene.