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Los "dejados atrás" de la China rural se unen a la fuerza de trabajo

Actualizado a las 01/12/2017 - 16:29
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JINAN, 1 dic (Xinhua) -- A la edad de 63 años, Shi Cuiping, una residente rural de la provincia de Shandong, al este de China, se convirtió en trabajadora por primera vez en su vida.

Sentada bajo un letrero que dice "deshacerse de la pobreza y vivir mejor" colgado de la pared de un taller de muebles ubicado a pocos minutos a pie de su casa, en el condado de Juancheng, Shi tejió con cuidado una silla de mimbre que sería una de las muchas enviadas a grandes ciudades de todo el mundo.

Shi gana casi 2.000 yuanes (unos 300 dólares) al mes, mucho menos que su hijo, quien emigró al sur, a la ciudad de Ningbo, para trabajar. Pero el taller le da la flexibilidad de irse en cualquier momento, algo que Shi considera muy importante.

A las 10:50, Shi se levantó de la silla y salió por la puerta principal. "Voy a recoger a mi nieta de la escuela. Le prepararé una buena comida", dijo.

Alrededor de 60 personas como Shi trabajan en el taller, que ocupa 440 metros cuadrados. En su mayoría son mujeres, personas mayores o discapacitados, a menudo "dejados atrás" para cuidar a los niños en las zonas rurales de China mientras sus familiares se van para ganar salarios más altos en las grandes ciudades. Ahora pueden obtener unos ingresos modestos en miles de los llamados "talleres de alivio de la pobreza" que se han creado recientemente en las aldeas.

Con vastas llanuras que se extienden a través de los condados, la ciudad de Heze, que administra el condado de Juancheng, es tradicionalmente conocida por su agricultura. La falta de grandes empresas o bases industriales ha dejado el área relativamente subdesarrollada, y su población empobrecida representa más de la mitad del total provincial.

En los últimos dos años se han abierto más de 2.800 talleres que con la ayuda del gobierno local emplean a 235.245 residentes rurales que anteriormente vivían por debajo del umbral de la pobreza, que en la provincia se considera que está en los 3.000 yuanes anuales per cápita (según los precios de 2010).

La mayoría se dedica a trabajos simples y laboriosos como el procesamiento del cabello y la fabricación de juguetes o muebles.

La ventaja de estos talleres es que están ubicados a poca distancia de las casas de los aldeanos, lo que les permite ocuparse de las tareas diarias mientras trabajan en su tiempo libre, explicó Cai Weichao, quien está a cargo del trabajo de lucha contra la pobreza en Heze.

China tiene el objetivo ambicioso de sacar al conjunto de la población de la pobreza para 2020, cuando el país complete la construcción de una sociedad modestamente próspera.

Se han logrado avances notables en los últimos cinco años, ya que el país ha reducido el número de personas que viven por debajo del umbral nacional de pobreza de 2.300 yuanes a un ritmo medio de 13 millones cada año, o 20 personas por minuto.

Pero son los restantes 43 millones de chinos, muchos de los cuales son discapacitados o ancianos, quienes plantean un desafío más difícil para los funcionarios competentes.

La construcción de los talleres de lucha contra la pobreza no solo crea empleos para los que se quedan atrás en las áreas rurales, sino que al mismo tiempo impulsa las industrias locales y aumenta los ingresos fiscales de la comunidad, señaló Cai.

En Juancheng, los carteles de "se buscan trabajadores" cuelgan en las paredes de muchas empresas locales.

Según Fan Jifu, gerente de una empresa de procesamiento de pelo, los talleres rurales han ayudado a aliviar la escasez de mano de obra y han ahorrado a la compañía un 20 por ciento en costos de mano de obra.

Actualmente, la firma recoge productos capilares semiprocesados de seis talleres rurales, donde se les paga a las mujeres y personas mayores aproximadamente de 1.000 a 2.000 yuanes (unos 150 a 300 dólares estadounidenses) al mes por procedimientos simples como la separación del cabello.

Al ver oportunidades de trabajo en sus lugares de origen, algunos trabajadores migrantes regresan de las ciudades y aprovechan su experiencia para dirigir los talleres.

Wang Changyuan ha regresado a Juancheng y ahora está a cargo de más de 30 trabajadores, 18 de los cuales vivían anteriormente por debajo del umbral de la pobreza.

Cuando era niño, Wang contrajo la polio y solo podía caminar con la ayuda de una muleta.

Tenía poco más de 20 años cuando murieron sus padres, por lo que quedó a cargo de su hermano menor.

Después de trabajar como aprendiz en fábricas de ropa en ciudades como Beijing y Qingdao, Wang decidió regresar a casa el año pasado luego de que una llamada telefónica de un funcionario local le informara de la oportunidad de tener su propia fábrica.

En el taller de ropa recién construido en el pueblo donde creció, Wang trata con sus empleados, muchos de los cuales conoce de cuando era niño.

Wang llamó a su compañía "Zhongfa", que significa "hacerse rico juntos" en chino. Como alguien que ha sobrevivido a pesar de la pobreza y la discapacidad, espera que nadie en el taller tenga que pasar por lo mismo que él.

"Espero poder ganar suficiente dinero para comprarles carne extra en invierno y helados en verano", planea.  

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