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ESPECIAL: La tribu china de los botes que ahora prospera en tierra

Actualizado a las 04/06/2018 - 09:11
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FUZHOU, 3 jun (Xinhua) -- Jiang Chengcai nunca había vivido en una casa hasta que cumplió 32 años, cuando su familia dejó de vivir en un bote y se instaló en la ciudad de Ningde de la provincia de Fujian, en el sureste de China.

Jiang hace parte del pueblo Tanka, o "los habitantes de los botes". Sus orígenes se remontan a los tiempos de los antiguos aborígenes del sur del país.

El pueblo Tanka tradicionalmente vivía en sampanes y se ganaba la vida pescando en las aguas costeras del sur. Históricamente, a los "gitanos del mar" no se les permitía desembarcar ni casarse con aquellos que vivían a lo largo de la playa.

Aunque todas las políticas discriminatorias contra los Tanka fueron eliminadas después de la fundación de la República Popular China en 1949, pocos de ellos podían permitirse construir una casa en tierra, hasta que un programa gubernamental los ayudó a todos a establecerse entre 1997 y 2013.

El anhelo de Jiang por las casas le llevó a su profesión actual: la construcción.

Nacido en 1967, es el hijo mayor de la familia. Vivía con sus tres hermanos, sus padres y sus abuelos en un bote de 6 metros.

Jiang dice que era común que tres generaciones vivieran en el mismo barco. Todo, desde las bodas hasta las ceremonias fúnebres, se llevaba a cabo a bordo de sus botes.

Los tifones eran pesadillas. Jiang todavía recuerda cuando las enormes olas causadas por un violento vendaval hicieron añicos su sampán. Hambrientos y con frío, los cuatro niños debieron quedarse apiñados en una marisma, sin nada que comer ni que ponerse.

Cuando Jiang contrajo matrimonio, a la edad de 20 años, sus padres se apegaron a la tradición Tanka y obsequiaron a los recién casados un pequeño bote para formar su propia familia.

Contar con instalaciones modernas en casas flotantes en el mar es imposible. En incontables ocasiones, Jiang pasaba horas mirando a lo lejos las tenues luces de los pueblos de la costa, soñando con algún día vivir en una casa con electricidad. En 1999, su sueño se hizo realidad.

Dado que, por obvias razones, esta tribu acuática no poseía tierras, el Gobierno local recuperó marismas para instalarla. Inicialmente cada habitante de un barco que decidió irse a vivir a tierra recibió 650 yuanes (100 dólares), monto que aumentó a 3.000 yuanes en 2013.

En 1997 había en Fujian 18.500 Tankas habitando en embarcaciones, y para 2013 todos ya habían sido reubicados en casas en la costa. Fueron organizados en 29 asentamientos que gradualmente se fueron convirtiendo en aldeas.

Las redes de electricidad, agua corriente, carreteras, telecomunicaciones y televisión por cable también llegaron a sus asentamientos.

Jiang cuenta que gracias a los diferentes subsidios que recibió, al final solo tuvo que pagar 15.000 yuanes por tener su casa de 200 metros cuadrados, es decir casi lo mismo que le hubiera costado construir un sampán nuevo.

El hombre no duda en calificar el día en que su familia se mudó a la casa como el más feliz de su vida.

"Tuvimos luz eléctrica por primera vez en nuestra vida. Fue como la gloria para nosotros", dice emocionado.

La aldea de Xipi es una de las comunidades más grandes de Tankas en tierra, con 632 viviendas y una población de 2.716 personas.

Liu Rongquan, quien se mudó a una casa de tres plantas en 2008, es uno de los vecinos más nuevos del asentamiento.

Liu dice que antes de instalarse allí, él y su familia agotaron al menos seis botes. Solo lamenta que sus padres, quienes toda la vida anhelaron una vida estable en tierra firme, fallecieran en el mar antes de la mudanza final.

Las personas Tanka alguna vez fueron llamadas "Quti", un término despectivo que literalmente significa "piernas arqueadas" debido a la forma curva que adquirían sus piernas a causa del largo tiempo viviendo en el reducido espacio de sus barcos. Ahora, por fin, pueden caminar erguidas.

La mayoría de la tribu tiene un nivel educativo bajo y dificultades para adaptarse a la vida moderna en la costa. Actualmente están siendo capacitados en acuicultura para que puedan despedirse de la pesca y la recolección de almejas y ostras en las marismas.

Liu Deren, quien se mudó a tierra en 1999, comenta que en estos cursos de capacitación aprendió a cultivar ostiones en cuerdas colgadas de las balsas, lo que ahora le genera 120.000 yuanes al año.

La vida terrestre abrió más posibilidades para los Tanka. Jiang dice con orgullo que ya ha dominado las habilidades para criar el pez navaja, y que en solo dos años obtuvo ganancias por alrededor de 400.000 yuanes.

"Éramos pobres solo porque nacimos en el mar", asegura Jiang. "Ahora que estamos en tierra, sin duda podremos construir una vida mejor siempre que trabajemos duro", añade.

En 2005, Jiang compró un hincapostes y comenzó un negocio de construcción. Fue la decisión acertada, y ahora gana casi un millón de yuanes al año.

Por su parte, después de perder algo de dinero en la piscicultura, Liu Rongquan se dedicó al comercio de productos del mar, contratando camiones para transportar dichos productos a clientes en ciudades cercanas. El hecho de ser analfabeto le impide tomar un curso de conducción y presentar el examen para obtener la licencia.

Afortunadamente para él, sus hijos no tienen este problema. Liu cuenta con orgullo que su hijo mayor se graduará este verano de una universidad de Xiamen y se dedicará a buscar trabajo. Durante más de dos décadas, más de 150 jóvenes aldeanos de Xipi han recibido educación universitaria.

"La palabra Tanka es historia. Ahora no hay diferencia entre nosotros y la gente que siempre ha habitado en tierra firme", asegura Jiang. "Pero nuestro espíritu aventurero deberá transmitirse junto con nuestras tradiciones, de las que estamos muy orgullosos", agrega.

Jiang se queja de que muchos jóvenes han abandonado el acento y varias palabras únicas del pueblo Tanka. Tradiciones como la música popular también están desapareciendo. Lo que están haciendo ahora es tomar sus sampanes, sus viejas necesidades domésticas y sus viejas fotos y ponerlos en exhibición para que el mundo tenga siempre presente quiénes son, de dónde vienen y lo que tuvieron que vivir para llegar adonde ahora están.  

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