Levon Arakelian excavó un laberinto de salas y galerías durante más de 23 años debajo de su casa de Arinj, en Armenia
Ereván, Armenia, 30/07/2018 (Pueblo en Línea) – Cuando Tosia Gharibian le pidió a su marido que le hiciera una bodega para conservar las patatas no podía imaginar que excavaría todo un laberinto subterráneo, hoy una de las principales atracciones turísticas de Armenia, destaca Yahoo Noticias.
Durante más de 23 años, Levon Arakelian perforó una red de salas y túneles en la tierra ocre debajo de su casa de Arinj, un pueblo de 6.000 habitantes cerca de Ereván.
Cada día trabajaba durante más de 18 horas, haciendo sólo una pausa para una siesta antes de regresar a su dédalo.
Levon Arakelian estaba convencido de estar "guiado por el cielo". Por eso excavó a más de 21 metros de profundidad un laberinto de 280 metros cuadrados, ayudándose sólo de herramientas manuales y sacando con cubos el equivalente a 600 camiones de escombros, asegura Tosia.
Aunque la primera capa del subsuelo estaba compuesta de piedras negras de basalto, Levon rápidamente llegó a las piedras de tiza micácea, más porosas y fáciles de picar.
En 2008, cuando consiguió unir los dos extremos del último túnel, Levon falleció a los 67 años de un ataque al corazón.
Tras enviudar, Tosia decidió sacar partido al extraño patrimonio que le dejó su marido.
Visitantes de todo el mundo se desplazan ahora a Arinj para descubrir el laberinto "divino" de Levon. Ciertos días, autobuses cargados de turistas hacen el trayecto hasta la casa, la única atracción del pueblo.
Guiados por Tosia por las glaciales y silenciosas galerías, los visitantes profieren gritos de admiración al descubrir que Levon decoró las salas con jarrones y hasta un altar, y grabó en las paredes motivos decorativos que recuerdan a los de las iglesias de Armenia.
La luz de las velas en el recorrido añade encanto a la visita.
Para rendir homenaje a la labor titánica de su marido, Tosia construyó un pequeño museo en su honor al cumplirse 10 años de su muerte. Situado en el centro del pueblo, representa la construcción del laberinto.
Tosia vende también tazas, camisetas y delantales con la efigie de Levon, cuya obstinación se ha convertido en un símbolo para algunos armenios y turistas.