Nuevo hallazgo en el Vaticano reabre una misteriosa desaparición
Roma, 01/11/2018(El Pueblo en Línea) -Los fragmentos de huesos humanos encontrados durante los trabajos de renovación en la sede de la Nunciatura Apostólica en Roma han reavivado el interés de la sociedad italiana por uno de los casos irresueltos más misteriosos de toda su historia: la desaparición en extrañas circunstancias de Emanuela Orlandi, hija de un funcionario que trabajaba en Ciudad del Vaticano, el 22 de julio de 1983, destaca RT.
Emanuela tenía 15 años por aquel entonces. Salió por la tarde de su clase de flauta y nunca más se supo nada de ella.
Empezaron a aflorar teorías y conjeturas. Hubo quien atribuyó su desaparición a un secuestro por parte de la mafia como medida de presión para recuperar un préstamo que se le habría hecho a la Santa Sede. Otros afirmaron que la menor habría sido secuestrada para exigir la liberación de Mehmet Ali Agca, el turco que intentó asesinar al papa Juan Pablo II en 1981.
La familia de la adolescente nunca ha perdido la esperanza de hallarla con vida. Su hermano Petro lleva muchos años al frente de una campaña para esclarecer los hechos, y denunciar el silencio del Vaticano sobre el asunto.
El 14 de mayo de 2012 la policía científica, siguiendo una de las múltiples pistas de la investigación, abrió un sarcófago de mármol en la pequeña basílica de San Apolinar en busca de Orlandi. Había allí centenares de huesos de cadáveres que databan de hacía más de dos siglos, pero no hallaron rastro de la menor desaparecida.
Exactamente 40 días antes de que desapareciera Orlandi, también se perdió para siempre el rastro de otra menor. Se llamaba Mirella Gregori.
En su caso, la última persona que supo algo de ella fue su madre. La menor estaba en casa y atendió una llamada del intercomunicador. Dijo a sus padres que era un amigo de su escuela y que bajaba un momento a hablar con él. Nunca más regresó.
La Policía no descarta que ambos casos estén relacionados, y los investigadores forenses examinan los restos hallados para determinar a través del ADN, la edad y el sexo de la persona a la que pertenecen, así como la fecha de su muerte.
El resultado de estos estudios podría hacer avanzar considerablemente las investigaciones y acelerar la resolución de un caso en el que quedan muchísimas preguntas sin respuesta.