Madrid, 21/11/2018 (El Pueblo en Línea) - Nicoletta conoció al maestro en 1993, ella tenía 23 años y él 58, cuando empezó a trabajar como su secretaria. Una relación profesional que se transformó en sentimental y que en 1996 acabó con el primer matrimonio de tenor, del que habían nacido tres hijas, destaca ABC.
«Uno no se enamora si ya está enamorado», se ha defendido siempre Mantovani.
En 2003, con una niña de pocos meses en los brazos, Alice, Nicoletta y Luciano se casaban. Un enlace que se prolongó hasta la muerte del tenor, en septiembre de 2007, aunque la relación duró un total de catorce años.
«Ha habido ataques pero también hay que entender que cada persona expresa en un momento de caos el dolor como puede. Como decía Luciano, tú sabes lo que haces y lo que sientes, y hay que ser fuerte. Me enseñó a quedarme con las cosas positivas de las críticas, y a ignorar las negativas», aseguró la viuda en 2013.
Como otras viudas, cuida con celo –excesivo para algunos– la memoria de su esposo y su vida personal, por lo que las declaraciones realizadas esta semana al diario británico «The Sunday Times» son toda una sorpresa: «Él me lo había advertido: todos pensarían que yo iba detrás de su dinero, que era una aprovechadora», dice de forma tajante. «Me preguntó si estaba preparada para ser vista como una mala persona», ha revelado su viuda de 48 años. «Él era mi ángel guardián, protegiéndome de todo lo que decía la gente».
Tras un año de amor, la joven fue diagnosticada de esclerosis múltiple, una enfermedad que según auguraron los médicos, la dejaría atada a una silla de ruedas para el resto de su vida: «Le dije a Luciano que ya no podía seguir con él porque me iba a convertir en una carga enorme. Él me dijo: 'Hasta ahora te amaba, pero a partir de ahora te adoro, y juntos vamos a sobrellevar esto». Una enfermedad que superaron pudiéndose convertir, pese a las advertencias de los médicos, en padres de mellizos: Riccardo y Alice. Un nacimiento prematuro que provocó que el niño no pudiese sobrevivir. Pocos años después fue un cáncer de páncreas el que angustió a la pareja: «Tratábamos de mantenernos positivos porque Alice era aún muy pequeña. Lidiamos con su enfermedad como con la mía. Él siempre se mantuvo fuerte por el bien de todos los demás». Un cáncer que acabó con la vida del maestro: «Yo siempre estaba tratando de ponerlo a dieta. Teníamos grandes peleas al respecto, pero eran divertidas».
Criticada ferozmente antes y después de su fallecimiento, la joven viuda gestiona desde entonces gran parte de una herencia desde Bolonia, donde vive junto a su hija Alice: «Siento que es un lugar donde la gente lo sienten presente».