Viajar al espacio altera el ADN de los astronautas
Houston, 12/04/2019(El Pueblo en Línea) - Pasar un año en el espacio provoca alteraciones en el ADN de los astronautas que persisten tras su regreso a la Tierra y que podrían conllevar un riesgo para su salud a largo plazo. Es la principal conclusión de una investigación internacional liderada por la NASA que ha analizado con una profundidad sin precedentes cómo una estancia en la Estación Espacial Internacional (EEI) afectó al cuerpo de un astronauta comparándolo con su hermano gemelo, que se quedó en la Tierra, según La Vanguardia.
Scott y Mark Kelly son los dos únicos astronautas del mundo que comparten el mismo ADN, pues son gemelos idénticos. Ambos son veteranos de la Marina de los Estados Unidos y de la NASA y han viajado al espacio en múltiples ocasiones.
En marzo de 2015, Scott Kelly se embarcó en una misión de un año a la EEI mientras su hermano Mark seguía trabajando en la agencia espacial estadounidense desde tierra. Durante los 342 días que Scott Kelly pasó en la EEI, en órbita a 400 kilómetros de la superficie terrestre, se sometió diligentemente a una batería de pruebas médicas para analizar todos sus aspectos de su salud. Mientras tanto, en la Tierra, su hermano Mark pasó por las mismas pruebas, aunque continuó haciendo vida normal, para hacer de referencia.
Ya se sabía que el ambiente del espacio tiene un impacto sobre el cuerpo: los astronautas pierden densidad en los huesos, su microbiota y la actividad de sus genes cambian y se ven afectadas sus capacidades cognitivas. Ahora, se ha podido comprobar que la microgravedad de la EEI provocó una redistribución de los fluidos corporales de Scott Kelly. En la Tierra, la gravedad provoca que, cuando estamos de pie, la cabeza tenga una presión sanguínea más baja que las piernas y la parte inferior del torso. En ausencia de esta gravedad, la sangre se acumula en mayor cantidad en la cabeza y la parte superior del cuerpo. Eso hizo que se dilataran los vasos sanguíneos del cuello y de los ojos de Scott durante su estancia en el espacio, lo que a su vez causó alteraciones en su retina. Al regresar a la Tierra, la mayor parte de estas adaptaciones se revirtieron, pero su año en la EEI sí dejó una leve huella en la estructura de su retina.
Las capacidades cognitivas de Scott Kelly se vieron ligeramente reducidas tras su viaje, posiblemente por el incremento de la presión sanguínea en su cabeza debido a la microgravedad. Seis meses después de su retorno, había vuelto prácticamente a la normalidad, aunque los investigadores detectaron leves carencias que persistieron más de lo esperado.
El 90% de los genes de Scott Kelly volvieron a los niveles de actividad iniciales al volver a habituarse a las condiciones de la Tierra, pero algunos se mantuvieron alterados seis meses más tarde. Por ahora, no se sabe qué consecuencias puede tener eso a largo plazo.