Por Wang Zhengqi
Beijing, 18/11/2020 (El Pueblo en Línea) -¡147.000 casos!
Según las estadísticas de la Universidad Johns Hopkins, hasta las 6:00 pm (hora de la costa este de EE.UU) del 17 de noviembre, hubo más de 147.000 nuevos casos confirmados de COVID-19 en Estados Unidos en un solo día. Según el New York Times, el número de casos está ahora en aumento en todos los estados de los EE.UU., con un promedio de unos 155.442 nuevos casos por día durante la última semana.
Sin embargo, al gobierno de Estados Unidos no le importa su fracaso en la lucha contra la epidemia. El 24 de octubre, hora local, Trump mostró una actitud de indiferencia sobre la epidemia de COVID-19 como siempre en su mitin de campaña, quejándose de que todos los reportajes de televisión eran sobre "COVID-19, COVID-19, COVID-19". Al día siguiente, el jefe de gabinete de la Casa Blanca, Mark Meadows, incluso declaró que Estados Unidos ya no podía controlar la epidemia de COVID-19. Tan pronto como surgió dicho comentario, la opinión pública se quedó decepcionada. Algunos comentaristas señalaron con ironía que la Casa Blanca acababa de anunciar su “estrategia anti-epidemia” al público.
Aunque la Casa Blanca no ha hecho nada para combatir la epidemia en su propio país, no ha escatimado esfuerzos para socavar la cooperación mundial contra la epidemia. Prohíbe estrictamente la exportación de materiales contra la epidemia, deja de"financiar" a la OMS y promueve el nacionalismo en la distribución de las vacunas ... Su comportamiento hegemónico lo coloca en el lado opuesto de la humanidad en todos los nodos clave de la lucha global contra la epidemia. El 11 de septiembre, la 74ª Asamblea General de la ONU votó aprobar una resolución integral sobre la epidemia de COVID-19. El texto completo de la resolución fue aprobado con una mayoría absoluta de 169 votos a favor y 2 votos en contra. Estados Unidos fue uno de esos “dos”.
Después del estallido del brote en Estados Unidos, el gobierno de Estados Unidos no tomó medidas oportunas y efectivas para prevenir la epidemia. Ante el aumento diario de casos, encendió el modo de "echar la culpa a otros", criticando a otros países y a la OMS sin cesar, usándolos como "chivo expiatorio" en su respuesta débil a la epidemia.
El 14 de abril, el gobierno de Estados Unidos acusó a la OMS de inacción en la prevención y el control de la epidemia, y de falta de información oportuna y clara sobre la epidemia. Además, declaró que detenía la financiación a la OMS. De hecho, no se trata de una suspensión de la financiación, sino de un ¨juego de pícaros". Porque hasta ahora, Estados Unidos todavía debe la mayor parte de las cuotas de membresía de la OMS hasta 2019, y las cuotas de 2020 están también sin pagar.
A medida que se agrava la epidemia en el país, las acusaciones del gobierno de Estados Unidos contra la OMS también se han intensificado. El 6 de julio, Estados Unidos notificó a las Naciones Unidas que se retiraría de la Organización Mundial de la Salud en julio de 2021. Esta decisión fue condenada por Richard Horton, editor jefe de The Lancet. En un momento crítico en el que el mundo se enfrenta a una emergencia humanitaria, la retirada de Estados Unidos de la OMS equivale a un "matón".
Las vacunas son la clave para poner fin a la propagación mundial de la epidemia. La investigación y el desarrollo conjuntos y la distribución justa de las vacunas se han convertido en un consenso común entre los países de todo el mundo. Sin embargo, las autoridades estadounidenses, con la actitud de "America First", han comenzado a participar en el "nacionalismo de las vacunas" desde el inicio del brote.
Según datos de la OMS del 24 de octubre, 172 países y regiones se han sumado a COVAX. El objetivo es proporcionar al menos 2.000 millones de dosis de la vacuna segura y eficaz a nivel mundial para finales de 2021. Estados Unidos no está interesado en absoluto. La OMS ha pedido a la comunidad internacional en múltiples ocasiones que "evite a toda costa los peligros del nacionalismo de las vacunas", pero Estados Unidos se aleja cada vez más por este camino.
Además, cuando la epidemia amenaza gravemente la seguridad de la salud pública de países como Irán y Venezuela, Estados Unidos aún no ha renunciado a las sanciones unilaterales en su contra. Estudiantes iraníes escribieron a las Naciones Unidas diciendo: "Estas políticas inhumanas obstaculizan el acceso de los pacientes con COVID-19 a los medicamentos que necesitan". Esto, sin duda, agrava el desastre humanitario en estos países.
De hecho, desde que la epidemia se propagó por todo el mundo, Estados Unidos, que cuenta con los recursos médicos más avanzados del mundo, se ha convertido en el peor país en la respuesta a la epidemia. La comunidad internacional ha mostrado su decepción por las descalificaciones de Estados Unidos. En general, se cree que frente a "la mayor crisis del mundo desde la Segunda Guerra Mundial", Estados Unidos no ha mostrado su debido liderazgo y ni siquiera ha dado un solo paso correcto en la lucha contra la epidemia.
El 22 de octubre, el New York Times publicó un artículo "Estados Unidos y el virus: El gran fracaso del liderazgo", citando a Devi Sridhar, profesor de salud pública global en la Universidad de Edimburgo, Reino Unido: "Es triste que Estados Unidos no sea líder de la salud global, sino el hazmerreír del mundo".
Lamentablemente, Estados Unidos ignora todas las críticas del mundo exterior e insiste en seguir su propio camino. Esperamos que las pérdidas de más de 200.000 vidas puedan despertar a los EE.UU. que finge estar dormido.
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(Web editor: 周雨, 赵健)