Tras elogiar a China como uno de los socios más importantes de la India, el presidente indio, Pranab Mukherjee, llegó a Beijing el miércoles para su primera visita de Estado a China, con la que comienza una nueva danza entre "el Elefante" y "el Dragón".
Se prevé que la visita, que sigue al viaje a la India del presidente chino, Xi Jinping, hace dos años, abrirá un nuevo capítulo en el desarrollo de las relaciones bilaterales y producirá resultados significativos para la paz y la estabilidad regionales.
Sin embargo, algunos medios de comunicación occidentales han intentado crear divisiones en las relaciones entre China y la India exagerando la rivalidad entre los dos gigantes asiáticos.
Uno de los últimos objetivos de esta campaña de calumnias ha sido el acuerdo entre Nueva Delhi y Teherán para desarrollar el puerto de Chabahar, en el sur de Irán y a unos 100 kilómetros del puerto marítimo paquistaní de Gwadar, que desarrollan Pakistán y China.
De acuerdo con algunos medios occidentales, la rivalidad "Elefante-Dragón" es inevitable. Sin embargo, este discurso es falso y perjudicial.
China y la India tienen diferencias, pero el consenso y la aspiración a tener una cooperación en mutuo beneficio sobrepasa con creces a las divergencias.
En una entrevista con corresponsales chinos asentados en Nueva Delhi en vísperas de su viaje, Mukherjee dijo que, durante las pasadas décadas, los lazos entre la India y China han experimentado "una expansión y diversificación sin precedentes".
"Nuestra Asociación de Desarrollo Más Estrecha tiene una amplia base y cubre los campos de la política, la seguridad, la economía, la educación y la cultura. Ambos países han establecido una amplia gama de mecanismos en todas las áreas de cooperación", subrayó el presidente.
De hecho, en los primeros 14 años de este siglo el volumen comercial bilateral se multiplicó por 23. Además, con los frecuentes intercambios entre sus máximos líderes, los dos vecinos han desarrollado exitosamente su plena confianza mutua y sus profundos intereses comunes.
Ambas naciones han alcanzado consensos incluso en los asuntos más espinosos, como la disputa fronteriza. La India busca una "solución justa, razonable y mutuamente aceptable de la cuestión", y Beijing se ha comprometido a trabajar con Nueva Delhi para acelerar la negociación y resolver el asunto pronto.
En este sentido, los dos países han establecido varios mecanismos, como la Reunión de Representantes Especiales sobre la Cuestión Fronteriza China-la India, que celebró el mes pasado su decimonovena ronda en Beijing.
Los intereses comunes y la interdependencia entre ambas partes son profundos y estrechos, además de suficientemente sólidos para resistir la embestida de medios de comunicación occidentales malintencionados.
La cobertura distorsionada de los lazos entre las dos naciones viene de un prejuicio profundo e infundado contra China por parte de la prensa occidental.
Algunos medios, simplemente, están impacientes por calificar a culquier nación que tenga alguna divergencia con Beijing como enemiga de China. Las informaciones de este tipo, adictas a la confrontación, demuestran intenciones indecibles.
En aras de la paz y la estabilidad mundiales, es hora de que los medios occidentales irresponsables dejen de provocar y atizar el fuego, y empiecen a cubrir lo que pasa en el mundo actual, particularmente en los principales países en desarrollo, sin prejuicios ni agendas ocultas.