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Agricultores kirguises reavivan sueños de "oro blanco" con ayuda de expertos chinos

Actualizado a las 26/08/2016 - 17:14
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OSH, Kirguizistán, 26 ago (Xinhua) -- "Semillas, fertilizantes y pesticidas chinos están revitalizando nuestros campos algodoneros", dice Nurdinov Nizomidin, de 60 años, pisando sonriente su exuberante tierra de cultivo en el sur de Kirguizistán.

Hace unos 10 años, no obstante, el algodón, en lugar de ser una fuente de alegría, era un rompecabezas para Nizomidin, porque dos de sus tres hijos decidieron abandonar el campo debido a su poca rentabilidad para buscar mejores puestos de trabajo en la ciudad.

En los años 80 y 90 del siglo pasado, gracias a la orientación sobre el terreno de científicos de la ahora extinta Unión Soviética, la región de Asia Central representaba casi el 20 por ciento de toda la producción algodonera del mundo.

El distrito de Kara-Suu, pueblo natal de Nizomidin y con una historia de 3.000 años en el cultivo del algodón, conocido localmente como "oro blanco", fue una vez la zona estrella de la producción. La vida era entonces acomodada.

Sin embargo, la marcha de los científicos soviéticos condujo a un estancamiento de la tecnología. La producción algodonera de Asia Central cayó al 7 por ciento, una tendencia bajista que también siguió la calidad del cultivo.

Las fábricas textiles de Kara-Suu cerraron sus puertas una tras otra, mientras los agricultores pasaron a cultivar cereales y los jóvenes abandonaron las actividades agrícolas.

Nizomidin todavía no se ha adaptado a los cambios; para él el algodón es su vida.

"Fueron los agrotécnicos chinos los que han venido a salvar mi sueño", explica.

En 2003, un grupo de expertos del Instituto de Investigación del Algodón de la Academia de Ciencias Agrícolas de China (ACAC), encargados de aplicar la estrategia nacional china de "salir al extranjero", llegaron al distrito de Kara-Suu para trabajar juntos con los residentes locales.

Ofrecieron, de manera gratuita, las semillas chinas que llevaban consigo y trataron de encontrar los fertilizantaes y pesticidas más adecuados.

Los años de esfuerzos han dado resultados. La mejor producción en Kara-Suu llegó a las más de cinco toneladas por hectárea en 2014 y 2015, en comparación con la máxima de 3,3 toneladas conseguidas bajo la orientación de los expertos soviéticos.

Además, la calidad es mucho mejor actualmente, afirma un destacado empleado de una planta de procesamiento de algodón local. En su opinión, con el uso de las medidas chinas, se ha reducido en gran medida el desperdicio de materiales.

"Confiamos en los científicos chinos y deseamos que sigan popularizando sus métodos en nuestro país", expresó Nizomidin.

Ahora la vida va por una vía más rápida.

Nizomidin revela que puede ganar unos 40.000 dólares estadounidenses al año con el cultivo de algodón, mientras que los ingresos anuales medios de Kirguizistán se sitúan en los 2.400 dólares.

Eso no es todo. Los expertos chinos que han prestado ayuda a Nizomidin y a otros agricultores de algodón buscan un objetivo más ambicioso.

Se han percatado de que, en términos generales, el clima en Kirguizistán y en Asia Central es similar, si no mejor, al de la región autónoma uygur de Xinjiang, en el noroeste de China. Por ende, la experiencia con que cuenta Xinjiang en el cultivo de algodón se puede copiar y modificar, para contribuir a la revitalización de la industria algodonera en Asia Central.

Kirguizistán puede actuar como socio importante de China en Asia Central en lo que se refiere a la cooperación en la producción de algodón, subrayó Li Jiayang, viceministro chino de Agricultura y presidente de la ACAC, en su visita a la región de Kara-Suu esta semana.

La agricultura sigue siendo una parte vital de la economía kirguís y China y Kirguizistán pueden llevar a cabo una cooperación más amplia en el campo agrícola, con el establecimiento de centros de investigación y demostración conjuntas, añadió.  

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