El fallecido líder cubano Fidel Castro es acompañado por millones de pobladores a lo largo de su país, al paso de la caravana que lleva sus cenizas hacia Santiago de Cuba, y que hoy llegó a Holguín.
Las concentraciones de decenas de miles de habaneros que durante muchos años lo escucharon en la Plaza de la Revolución parecen ahora pequeñas ante el río humano que en cada provincia ha esperado el paso del cortejo fúnebre a ambos lados de la ruta, para darle el último adiós a su Comandante en Jefe.
Esa convocatoria libre y espontánea ha convertido al pueblo de la isla en una cadena humana compacta, sin fisuras, que como un solo hombre acompaña al guerrillero desde La Habana hasta su tumba, en la urbe santiaguera que lo vio pelear como un campeón, que lo apoyó desde la clandestinidad, y que no por gusto es llamada "Cuna de la Revolución".
Una semana después de su deceso, el 25 de noviembre, Fidel Castro sigue atrayendo a las multitudes, esta vez como nunca antes, por la cantidad de asistentes, sin contar a los centenares de amigos de otras naciones que viajaron a Cuba a participar del cáliz doloroso de los cubanos, como otras veces compartieron con ellos logros y alegrías.
Cubanos, de cualquier barriada, coinciden en qué extrañarán el accionar coherente de Fidel, con su prédica política, los análisis certeros sobre cualquier tema nacional o internacional, su verbo valiente, que él no silenciaba ante nadie, por poderoso que fuera, y que "nunca se despintó"; no cambió de color ante circunstancias o conveniencias.
Como Sansón, que según la Biblia, al morir mató más filisteos que en toda su vida, así el líder revolucionario cubano, aun después de fallecido, silencia y derrota moralmente a un sinnúmero de gigantes enemigos, según los cuales el pueblo cubano seguía a Fidel "obligado".
La realidad y las imágenes que el mundo entero está viendo lo dicen todo. El pueblo lo seguía y lo sigue por amor, por coincidencia política, y porque nunca antes Cuba tuvo un gobernante que se preocupara por los pobres, los explotados, los analfabetos. Solo Fidel, dijo Elena González, una enfermera jubilada.
"Días después de la muerte del máximo líder de la Revolución, nuestro pueblo sigue movilizado por iniciativa propia; estamos rotos por el dolor, pero de pie. La fuerza moral de Fidel nos convoca, como lo hiciera en vida, pero ahora con más fuerza", añadió esta cubana, con ojos tristes y voz a punto de quebrarse.
Desde distintas provincias, numerosos cubanos envían a los medios de prensa poemas, crónicas y hasta canciones dedicados al Comandante en Jefe.
Lo hermoso es que muchos de ellos no son poetas, escritores ni músicos, son como Elena, solo gente sencilla y agradecida del hombre que fue para ellos como un padre.