BEIJING, 9 abr (Xinhua) -- Marc Pflugrath, un estadounidense que produce y exporta cerezas, teme que las fricciones comerciales entre su país y China perjudiquen su negocio.
"Me preocupa mucho la situación que se está viviendo en cuanto al comercio y los aranceles. El hecho de que China sea un cliente tan importante nos hace muy vulnerables. Me parece que esto es importante, verdadero y grave para las zonas rurales de Estados Unidos", dice.
Pflugrath es uno de los millones de empresarios estadounidenses que podrían terminar pagando los platos rotos de una potencial guerra comercial iniciada por su propio gobierno. El país norteamericano es uno de los mayores exportadores de fruta a través de Tmall, la plataforma en línea de ventas minoristas del grupo Alibaba.
Según cifras de Tmall, de los 168.000 millones de yuanes (26.600 millones de dólares) en transacciones que se registraron durante el 11 de noviembre del año pasado, conocido como el "Día de los Solteros" y en el que los chinos están más dispuestos a gastar que de costumbre, el 40 por ciento fue para vendedores de otros países, muchos de ellos de Estados Unidos.
Un ejecutivo de Taiwan Kingo Fruit Trade Group, de apellido Su, dijo que los consumidores chinos compran cerca del 10 por ciento de las cerezas que producen los agricultores estadounidenses cada año.
El costo CIF (Coste, Seguro y Flete, en inglés) de las cerezas de EE. UU. es de unos 6 yuanes por kilo, y el de las chilenas de 7 yuanes. En el caso de que los aranceles a las cerezas estadounidenses suban, perderán la ventaja de precio de la que gozan actualmente, y el mercado chino quedará enteramente a disposición de sus competidores, advierte Su.
"Esto sería un golpe directo a los cultivadores de EE. UU. Nosotros tenemos un suministro estable desde Chile, así que el impacto sobre nuestro negocio sería muy limitado", agrega.
El presidente de EE. UU., Donald Trump, anunció el jueves pasado que ha ordenado a su representante de negocios considerar la posibilidad de aplicar aranceles adicionales a importaciones chinas por valor de 100.000 millones de dólares, luego de haber anunciado planes para aplicar impuestos extra del 25 por ciento a importaciones por 50.000 millones de dólares provenientes del país asiático.
China advirtió que "luchará hasta el final al costo que sea", y que tomará "medidas defensivas integrales".
Stone Lu, un hombre de negocios hongkonés, criticó duramente la lógica de la administración Trump, calificando de "irracional" el aumento de los aranceles.
Lu tiene fábricas de bolsas plásticas en Hong Kong y en la ciudad de Changzhou de la provincia de Jiangsu. Su empresa cuenta entre sus proveedores a las estadounidenses Dow Chemical y Dupont.
"Si se reducen los pedidos, me veré forzado a recortar la producción y reducir los puestos de trabajo, pero las empresas estadounidenses que me suminstran las materias primas también saldrán perdiendo. Su prosperidad depende de los pedidos que les hacen empresas como la mía", subraya.
Un incremento en los tributos llevará a un descenso en los pedidos, y las consecuencias las pagarán todas y cada una de las empresas a lo largo de la cadena industrial globalizada, agrega.
A largo plazo, las compañías estadounidenses grandes, pequeñas y medianas resultarán involucradas y perjudicadas.
"Si al final se produce una depresión, para los productores estadounidenses será muy difícil sobrevivir a ella", advierte Lu.
"El reajuste de los impuestos imposibilitará la entrada de productos chinos al mercado de Estados Unidos, y en consecuencia los estadounidenses deberán pagar más por los mismos bienes. En cierto sentido, sus ganancias serán vaciadas. Si se desata una guerra comercial, Estados Unidos va a padecer una hemorragia de empleos", advirtió, por su parte, Yu Miaojie, subdirector de la Escuela Nacional de Desarrollo de la Universidad de Pekín.
"El comercio sino-estadounidense ya está profundamente interrelacionado. El libre comercio y la adaptación a la globalización es lo correcto", complementó.