MEXICO, 10 may (Xinhua) -- A los pies del Angel de la Independencia, el icono de la Ciudad de México, Blanca Cruz sostiene una enorme fotografía de su joven hijo Alberto y cuenta que lleva dos años desaparecido desde que policías lo raptaron.
Este jueves es el Día de la Madre en México, pero Blanca y cientos de mujeres más cambiaron el festejo en familia por una marcha que terminó en el monumento del céntrico Paseo de la Reforma para recordar a las autoridades que sus hijos están entre los 34.200 desaparecidos en el país.
Las fotografías en la blanca escalinata del monumento son tantas que forman un mosaico de rostros con nombre y estado donde se produjo la desaparición: Chihuahua, Tamaulipas, Jalisco, Guerrero, Nuevo León, Puebla o Veracruz, entre otros.
"A veces pierdo la esperanza pero a veces no y por eso estoy aquí luchando. Quiero encontrarlo", dice Blanca, de 44 años.
Ella llegó en la madrugada a la ciudad desde el oriental estado de Veracruz para participar en la protesta acompañada por Nereida, su hija menor, quien sostiene el otro extremo de la manta con el rostro de Alberto y dos jóvenes más que desaparecieron en el mismo hecho.
Policías locales de Papantla, municipalidad del norte de Veracruz, subieron a los tres muchachos a su patrulla el 19 de marzo de 2016 sin que a la fecha se conozcan los motivos, relata la comerciante, quien vivía con su familia en esa localidad.
La fiscalía detuvo a ocho de los 10 policías implicados la semana siguiente del hecho y en marzo pasado un juez los sentenció a 30 años de prisión por desaparición forzada, pero como alegaron inocencia no confesaron lo que hicieron a los tres jóvenes.
"Sé que no lo voy a encontrar vivo porque estoy centrada en mi realidad pero quiero recuperarlo, recuperar lo que haya quedado de él", expresa.
Platica que en su casa no tendría festejo hoy porque toda su familia huyó de Papantla asustada tras amenazas de los policías ante su exigencia de que le regresaran a su hijo; ella tuvo que cerrar su tienda de abarrotes y mudarse a una ciudad cuyo nombre no menciona por seguridad.
"Tengo miedo porque soy humana, pero es más grande el amor por mi hijo y el coraje por ver todo lo que está pasando", agrega la madre, que ahora vende ropa y comida para sobrevivir en su nueva ciudad.
El 61 por ciento de las más de 34.200 personas desaparecidas en México tienen entre 15 y 39 años de edad y en su mayoría son hombres, según los datos del gobierno mexicano actualizados a marzo de este año.
Las autoridades han atribuido varios casos de desapariciones a los cárteles de la droga y policías corruptos, en tanto que han dicho que las víctimas son lo mismo supuestos delincuentes que personas inocentes a las que los criminales secuestraron, asaltaron o confundieron con rivales.
"La criminalidad en forma articulada y el desastre nacional tienen rostro en la desaparición", sintetizó el obispo de Saltillo y defensor de los derechos humanos, Raúl Vera, con el mosaico de fotografías a su espalda.
Después de Vera tomó la palabra el representante en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH), Jan Jarab, quien lamentó que las madres pasen la festividad en una protesta y reiteró que su oficina seguirá apoyando su búsqueda.
"Que ni una sola persona más, ni una sola familia más vuelva a pasar por este terrible dolor", señaló Jarab.
Es el séptimo año consecutivo que colectivos de madres de desaparecidos convocan la protesta el 10 de mayo, partiendo desde el Monumento a la Madre rumbo al Angel de la Independencia.
"Resiste, mamá te está buscando", dice una cartulina llevada por una de las más de 600 asistentes, quienes en su mayoría visten de blanco.
Lucía Baca cuenta en entrevista que ha participado en las siete ediciones porque su hijo Alejandro desapareció el 27 de enero de 2011 en algún punto entre los vecinos estados de Nuevo León y Tamaulipas, entonces asediados por el violento cártel de Los Zetas.
El hombre, un ingeniero en sistemas empleado en una compañía transnacional de tecnología, viajaba en su automóvil de la Ciudad de México hacia Laredo, Texas, cuando se perdió todo rastro de él sin que en siete años las autoridades hayan podido esclarecer lo que le pasó.
"Hay muchas preguntas sin respuesta. Que si la delincuencia, que si el cártel, las mismas tonterías que le dicen a todo el mundo de que si estaba en el lugar equivocado", reprocha Lucía, quien tiene 62 años y es habitante de la capital del país.
El gobierno mexicano promulgó en noviembre de 2017 una ley general de desaparición y puso en marcha un sistema nacional de búsqueda de personas para enfrentar el problema, pero Lucía afirma que la regulación ha sido hasta ahora letra muerta porque las pesquisas no avanzan.
Explica que la desaparición de Alejandro destrozó a la familia y a pesar de que ella ha pasado estos años en reuniones con fiscales sigue con la incertidumbre de saber el destino de su hijo, la única respuesta que busca.
"Como madre mi sentimiento es que tengo que estar aquí recordándoles que yo no puedo festejar porque mi hijo no está conmigo. No me voy a permitir morirme sin saber qué pasó con Alejandro", expresa.