Por Yu Jiaxin y Zhu Dongyang
WASHINGTON, 19 may (Xinhua) -- Beijing y Washington acaban de salir de una ronda tensa y difícil de consultas con el consenso de no emprender una guerra comercial, según explicaron el sábado en una declaración conjunta en la que se comprometieron, además, a reforzar su cooperación económica y comercial en múltiples frentes.
La participación en las consultas del jueves y el viernes de la delegación china, encabezada por el vicepremier Liu He, enviado especial del presidente chino, Xi Jinping, ha sido positiva, pragmática, constructiva y productiva. Ha servido para aplicar el consenso alcanzado entre los jefes de Estado de ambos países y ha contribuido a apaciguar a sus ciudadanos y a la comunidad internacional.
Desde el viaje de Liu a Washington a finales de febrero hasta la visita de una delegación estadounidense a Beijing en mayo, pasando por la última conversación telefónica entre Xi y su homólogo estadounidense, Donald Trump, y estas últimas consultas, el resultado de los intercambios deja un mensaje claro: las dos mayores economías del mundo están tratando de superar sus divergencias teniendo como guía el consenso entre sus dos presidentes.
En esta última ocasión, las dos naciones han llegado a acuerdos en muchos sectores, entre ellos, energía, agricultura, productos médicos y de alta tecnología, y finanzas. Se han comprometido además a impulsar la cooperación en lo que atañe a la protección de los derechos de la propiedad intelectual y a la inversión en ambos sentidos.
Estos resultados, conquistados a través de un arduo trabajo, no serían posibles sin el consenso entre Xi y Trump y el compromiso bilateral de resolver las disputas económicas y comerciales.
El arte de la negociación reside en la comprensión mutua y el compromiso, de forma que se puedan garantizar los intereses comunes. Cualquier tipo de medida unilateral en detrimento de la otra parte está condenado al fracaso, mientras que una cooperación en la que todos ganen siempre tendrá éxito.
En estas últimas consultas, los dos países acordaron aumentar las exportaciones de productos energéticos y agrícolas de alta calidad estadounidenses a China.
Esta medida, por una parte, ayudará a reducir el déficit comercial estadounidense y contribuirá al crecimiento de su economía. Por la otra, diversificará y optimizará el suministro de mercancías para el bienestar del pueblo chino, y ayudará a promover un crecimiento económico de calidad en el país asiático.
No hay acuerdos fáciles. Ante las precondiciones irracionales que Washington pedía en consultas previas, Beijing ha respondido siempre con resolución y nunca ha cedido. A estas últimas conversaciones, China ha acudido con un principio firme basado en el interés del país y de sus ciudadanos, teniendo muy presentes sus necesidades actuales.
Las diferencias entre ambas partes en áreas como la estructura económica y la cognición cultural harán que la resolución de las disputas comerciales sea dura, complicada y exija un compromiso a largo plazo.
Es imperioso que ambos países sean sinceros, sensatos y pacientes a la hora de gestionar y resolver sus divergencias.
Este último intercambio ha sido, a tenor de los resultados, un buen comienzo, sobre todo teniendo en cuenta que con anterioridad los dos países estaban enfrentados. Con el respeto mutuo y la cooperación en recíproco beneficio como principios, China y Estados Unidos siempre podrán superar los obstáculos.