TAIYUAN, 18 jul (Xinhua) -- Durante las pasadas seis décadas, Li Shixi, un residente rural de la provincia de Shanxi, en el norte de China, ha experimentado muchos cambios en su vida. Antes era un agricultor pobre, pero ahora trabaja en la industria del turismo.
Li nació en una familia modesta de Qikou, un viejo pueblo de Luliang ribereño del río Amarillo, el segundo más largo de China. Cuando era joven ayudaba a sus padres en el campo.
Sin embargo, no quería ser agricultor. Tras abandonar la escuela, se trasladó a la ciudad de Taiyuan, capital de Shanxi, para buscar trabajo, como cientos de miles de agricultores que abandonaron sus pueblos natales y acudieron a las urbes.
"Fui cargador en una planta de maquinaria pesada. Pero era un trabajo temporal y gané muy poco. Por eso decidí volver a casa", recuerda hoy.
Después de unos cinco años en la ciudad, Li volvió a Qikou, donde primero plantó dátiles y patatas que luego vendía en los pueblos cercanos y después pasó a ser transportista en una barcaza.
Los buques de carga de las regiones del norte y del oeste de los tramos superiores del río Amarillo atracaban en Qikou cuando los violentos rápidos y los peligrosos arrecifes detenían su marcha hacia el sur y el este.
"Desde que hay nuevas carreteras y trenes se ven menos barcos. El puerto fue perdiendo tráfico gradualmente y finalmente dejó de funcionar", dice.
El cierre no le afectó y Li buscó un nuevo medio de ganar dinero.
El gobierno chino tiene una estrategia de revitalización rural en todo el país. Se han hecho esfuerzos por desarrollar la agricultura y mejorar las condiciones de las áreas rurales y la vida de los residentes.
El gobierno de Luliang concede mucha importancia al desarrollo de la cultura tradicional. Li y otros transportistas de barcaza recibieron la consideración de albaceas del patrimonio cultural intangible debido a su experiencia profesional como barqueros, que les valieron para ser invitados a realizar representaciones pagadas y mostrar las costumbres locales.
Debido a su importante posición histórica y singular estatus, el antiguo pueblo recibe un creciente número de visitas de historiadores, fotógrafos y pintores.
Además, el gobierno local ha invertido mucho en proteger y reparar los edificios antiguos. Qikou es ahora más popular entre los turistas.
Una vez en que todos los hoteles del pueblo estaban completos, Li ofreció su vivienda en una cueva a un equipo de rodaje.
"Me dieron 2.000 yuanes (aproximadamente 300 dólares). Hace 20 años, eso era mucho dinero", evoca Li, quien a raíz de aquello movilizó a sus vecinos para que convirtiesen sus casas en cuevas en hospedajes.
"Los agricultores pobres no podían permitirse administrar hoteles, pero ahora tienen una nueva manera de incrementar sus ingresos. Hoy en día, vemos a un creciente número de turistas visitar las áreas rurales todos los fines de semana y en vacaciones", cuenta.
El número de turistas en Qikou creció de 100.000 en 2015 a 500.000 en 2017. Actualmente, 3.000 residentes, una décima parte de la población, trabaja en el turismo.
Al mismo tiempo, Li gana dinero interpretando pequeños papeles en series de televisión o películas.
A menudo se viste como un pastor local, con la cabeza envuelta con una toalla blanca y una pipa de tabaco en la corta chaqueta de piel de cabra.
En el antiguo muelle de Qikou, Li es siempre un personaje llamativo. Los turistas pagan para tomarle fotos.
"El trabajo en el campo casi no daba dinero y era muy laborioso. Pero ahora puedo ganar dinero rápida y fácilmente posando para que me tomen fotos, como un modelo", presume.
La historia de Li no es un caso aislado. Miles de agricultores chinos han visto sus vidas dar un vuelco durante las décadas pasadas por los grandes cambios que han tenido lugar en el país.
"Las nuevas identidades suponen nuevas vidas", reflexiona Zhang Guobao, un hombre de unos 70 años que posa para los fotógrafos con su burro en el área panorámica de la Catarata de Hukou, la más grande del río Amarillo.
Zhang calcula que puede ganar unos 20.000 yuanes al año sacándose fotos con los turistas.
"Antes era un trabajador migrante en las ciudades grandes. No ganaba mucho dinero y tenía que dejar a mis hijos en casa. Estoy muy contento de poder ganar dinero aquí, en mi pueblo", celebra.