RIO DE JANEIRO, 9 oct (Xinhua) -- La crisis económica que hubo en Brasil entre 2015 y 2016, la peor de su historia, provocó un aumento de la pobreza extrema, según un estudio divulgado hoy que alerta que en 25 de los 27 estados del país la miseria aumentó entre 2014 y 2017.
La consultoría Tendencias reveló un informe que indica que la media nacional de pobreza extrema pasó del 3,2 por ciento en 2014, cuando aparecieron los primeros síntomas de la crisis económica, al 4,8 por ciento en 2017, el mayor nivel de toda la década.
La región del noreste del país es donde hubo un mayor crecimiento de la pobreza extrema. Ocho de los diez estados con mayor tasa de miseria extrema se encuentran en la región del noreste.
Para el estudio, Tendencias consideró como pobreza extrema aquellas familias con una renta domiciliar por cápita inferior a 85 reales (23 dólares).
Maranhao, en el noreste, se mantuvo como el estado más pobre de Brasil, igual que en los últimos siete años, con el 12,2 por ciento de las familias en situación de pobreza extrema, más del doble de la media nacional y 3,5 puntos más que cuatro años atrás.
Según explicó a Xinhua el economista Ricardo Macedo, del instituto Ibmec de Río de Janeiro, el aumento de la pobreza extrema en el noreste de Brasil muestra las particularidades de la región como la crisis económica en el país, que provocó un aumento del desempleo, principalmente en sectores con mano de obra de poca cualificación, como el comercio y los servicios.
Macedo recordó que entre 2004 y 2013, el Producto Interior Bruto (PIB) brasileño creció una media del 4 por ciento anual, mientras que la renta familiar lo hizo en un 5,8 por ciento y las ventas del comercio minorista, uno de los motores económicos del país, un 8,1 por ciento anual, de media.
"La reducción de la pobreza entre 2004 y 2013 se dio por el empleo en el comercio y en los servicios. Pero estos dos sectores fueron los que más sufrieron los efectos de la crisis y apenas ahora empiezan a recuperarse", comentó el economista, y apuntó que el crecimiento de la miseria en el noreste se explica también por el fin de inversiones y el envío de recursos federales a la región.
"Con la crisis, el noreste recibió menos dinero federal, como menos obras en infraestructuras, en refinarías y astilleros, lo que provocó dimisiones y un aumento del paro y de la miseria", resaltó Macedo.
En el sur del país es donde se registraron las menores tasas de miseria extrema: en Santa Catarina, el 1,8 por ciento de las familias vivían en la miseria, mientras que en Paraná, eran el 2,5 por ciento. En el Distrito Federal, la unidad de Brasil con mayor renta domiciliaria por cápita, el 2,4 por ciento de las familias vivían en la miseria extrema.
"Históricamente, la región sur y sureste de Brasil ha sido la más rica y desarrollada, por lo que es normal que los estados con menos población de esta parte del país sean los que tienen menos pobreza. Lo mismo en el Distrito Federal, que siempre ha estado por debajo de la media nacional", agregó el especialista.
Otro caso que llamó la atención es en Río de Janeiro, el estado más emblemático del país y que vive una grave crisis económica y de seguridad. En 2014 apenas el 1,4 por ciento de las familias del estado vivían con menos de 85 reales por cápita, mientras que en 2017, la cifra subió al 3,5 por ciento.
"Río de Janeiro es un caso particular. Está por debajo de la media nacional, pero ha visto como la extrema pobreza se doblaba, coincidiendo con el inicio de la crisis regional. En 2014, la región y principalmente la capital regional vivía una euforia por las obras y preparativos de los dos mayores eventos deportivos del mundo, el Mundial de fútbol y los Juegos Olímpicos, además de altas inversiones de la petrolera estatal Petrobras y una gran recaudación del gobierno con las regalías del petróleo", comentó.
Los dos únicos estados que lograron reducir la miseria extrema entre 2014 y 2017 fueron Paraíba (noreste), donde pasó del 6,4 al 5,7 por ciento, y Tocantins (noreste), donde bajó del 5,4 al 4,3 por ciento.
Macedo estimó que la retomada de la economía brasileña, aunque a pasos muy lentos, ha provocado una reducción del desempleo y ello debe traducirse con una caída de la pobreza extrema, tras tres años de crecimiento.