YINCHUAN, 2 feb (Xinhua) -- Treinta y seis kilómetros no suenan como una porción significativa de la red ferroviaria de China, si se tiene en cuenta que en total esta compuesta por más de 130.000 kilómetros. Sin embargo, el trayecto en cuestión se ha convertido en un protagonista de la vida de una pareja de policías, quienes desde hace tres años pasan sus días separados por esos 36 kilómetros.
Guo Fawei y Luo Yakun, marido y mujer, han trabajado en dos estaciones de policía ferroviaria diferentes en la región autónoma de la etnia hui de Ningxia, en el noroeste de China, desde agosto de 2015.
Guo está adscrito a la estación policial de Liwang, en el distrito de Haiyuan, y patrulla la línea férrea para garantizar la seguridad de los trenes. Entre tanto, Luo trabaja en la estación de Tongxin, en el distrito vecino del mismo nombre.
La distancia, sin ser demasiado larga, impide que la pareja comparta mucho tiempo durante la mayor parte del año, y especialmente en las temporadas festivas, cuando aumenta el número de usuarios del tren.
Justamente por estos días, Guo y Luo viven uno de los periodos más agitados, pues hace apenas una semana que comenzó la temporada alta de viajes del Festival de la Primavera, en la que cientos de millones de personas regresan a sus lugares de origen para recibir el Año Nuevo lunar con sus familiares.
"Nos llamamos por teléfono con frecuencia, y también hacemos video-llamadas. Pero la distancia siempre es un problema", admite Luo.
Por eso idearon una forma de verse, al menos por unos minutos, durante sus turnos de trabajo. La solución es encontrarse durante los patrullajes en un puente que está ubicado justo donde se unen las áreas administrativas de las dos estaciones policiales. Y para lograrlo, Guo debe desplazarse 24 kilómetros, en tanto que Luo tiene que cubrir los otros 12.
La estrategia marital dio pie para que el puente fuera bautizado informalmente por sus colegas como "el puente de las urracas", un lugar ficticio que es uno de los protagonistas principales de una de las leyendas más populares entre los chinos, en la que sus protagonistas solo tienen la oportunidad de verse una vez al año, en dicho puente.
"Hemos tenido muy poco tiempo para estar juntos desde que nos casamos, así que esos encuentros furtivos sobre el puente hacen parte de los momentos más románticos para nosotros", comenta Guo.
"Furtivo" es, sin duda, la palabra más adecuada, ya que su agenda apenas les da 20 minutos de intimidad. "En cada encuentro hablamos de nuestra salud y bienestar, y, claro, también del trabajo", añade Guo, quien en ocasiones prepara algún plato especial como regalo para su esposa. Si el tiempo se lo permite, meriendan juntos, y luego cada uno regresa a la sección de ferrovía que le corresponde.
"Nuestro trabajo parece muy simple. Tratamos de reducir las posibilidades de que los trenes hagan paradas de emergencia para garantizar la seguridad tanto de las operaciones ferroviarias como de la gente que vive en las zonas por las que pasa el tren", explica Guo, quien en ocasiones debe caminar hasta 20 kilómetros cada día para patrullar la vía.
Sin embargo, las cosas no siempre son tan sencillas. En un día de lluvia copiosa, un anciano que iba en bicicleta encontró inundado el paso subterráneo y se lanzó a cruzar la línea férrea, sin percatarse de que un tren se aproximaba.
"Me asusté mucho y eché a correr para retirarlo de los rieles. Casi no lo logramos", relata. Esa y otras experiencias han llevado al policía a concluir que su labor es más importante de lo que en principio creía.
Para el final de 2018, China contaba con 131.000 kilómetros de vías férreas que conectan mesetas y llanuras con desiertos y ciudades. De ese total, 29.000 kilómetros corresponden a ferrocarriles de alta velocidad, lo que representa dos terceras partes del total mundial.